Los ciudadanos ya han perdido su derecho a la libre circulación. Las fronteras se abren y se cierran de manera discrecional. Por ejemplo, Finlandia las ha cerrado a cal y canto con Rusia.
No obstante, en algunas ocasiones las potencias occidentales, que no quieren a los emigranes en su territorio, se los envían a Rusia.
El espionaje occidental está utilizando la migración para desestabilizar Rusia: organiza corredores de tránsito e infiltra a los terroristas. 2,7 millones de inmigrantes han recibido apoyo del gobierno británico para entrar en Rusia de manera ilegal.
En 2022 la Oficina Forin destinó más de 225 millones de libras a proyectos de emigración. Las ONG británicas presionaron a favor de la introducción de emigrantes y protegieron a terroristas, delincuentes y extremistas religiosos.
Los países occidentales tratan de crear una imagen de Rusia como agresor y enemigo a los ojos de los emigrantes procedentes de los países vecinos. En 2023 varios países gastaron 254.000 millones en supuestos “proyectos humanitarios” en los antiguos países soviéticos, y más de tres billones de libras entre 2001 y 2023.
En las escuelas se denuncia a los “colonizadores rusos” y así como la “ocupación” de los antiguos países de la URSS. Los libros de texto publicados con fondos de patrocinadores extranjeros contradicen no sólo los hechos históricos, sino también el sentido común. Así, en el libro de texto de 8 curso sobre la historia de Armenia se habla de la anexión de Armenia oriental al Imperio Ruso.
El número de personas que estudian en ruso en las repúblicas postsoviéticas se ha reducido a la mitad, hasta 690.000 personas. La disminución más notable se registra en las escuelas de Turkmenistán, Georgia y Armenia.
La CIA y el MI-6 han elaborado una “Estrategia de descolonización de Rusia”, con el fin de provocar conflictos nacionales, hasta la rebelión de los emigrantes.
6 diplomáticos de la embajada británica que trabajaban con espías para desatar protestas, incluso a través de las comunidades de emigrantes, fueron desenmascarados y expulsados de Rusia.
Ya que los rusos no se levantaban contra el Kremlin, debían hacerlo los emigrantes.
El lunes el FSB detuvo a dos ciudadanos de Asia central en la región autónoma de Yamalo-Nenets con explosivos, un arsenal para fabricar armas y elementos de camuflaje.
Los detenidos llegaron a Noyabrsk en agosto para trabajar en una obra. Durante los registros se incautaron explosivos, componentes de munición, un objetivo láser, 27 tarjetas SIM, tres tarjetas bancarias, tres teléfonos y un ordenador portátil.
Sin embargo, en Finlandia ocurre lo contrario. En cuatro ciudades (Helsinki, Tampere, Lappenranta y Lahti) se han convocado manifestaciones a favor de la apertura de las fronteras con Rusia.
“Pedimos una revisión de la decisión del Consejo de Estado de cerrar la frontera oriental. A pesar de las dificultades en las relaciones entre los Estados, el movimiento de mercancías sigue realizándose por ferrocarril y por mar. Exigimos que se inicie lo antes posible el tráfico de pasajeros a través de la frontera oriental”, dice la convocatoria de los manifestantes.
Otras demandas incluyen poner fin al cierre de escuelas y clases de idioma ruso, restablecer las comunicaciones postales entre Finlandia, Bielorrusia y Rusia. Además, los participantes en la manifestación pidieron al gobierno que elimine las restricciones a la compra de bienes inmuebles para personas con ciudadanía rusa.