El camarada George Mavrikos, durante 17 años Secretario General de la Federación Sindical Mundial (FSM), a través del Instituto Obrero Internacional, ha publicado un libro cuyo título es “Apuntes críticos sobre la Historia del Movimiento Obrero Sindical Mundial. Cuestiones de táctica y estrategia”, que está divulgando por multitud de países y que, en mi humilde opinión, es de obligada lectura no sólo para todo aquél que se reivindique del sindicalismo de clase, sino también para todo aquél que dice abrazar el marxismo-leninismo.
El compañero Mavrikos divide la historia del Movimiento Sindical en cinco periodos, los cuales define siguiendo la siguiente línea temporal:
- Un primer período comprendido entre desde lo que para él significa los orígenes del capitalismo hasta el año 1864 caracterizado por la creación de los primeros sindicatos regionales y nacionales. Donde el autor describe el nacimiento de la clase obrera y de los primeros sindicatos gremiales al calor del idealismo anarquista y del socialismo utópico y, también, muestra la médula espinal que une al sistema esclavista con el capitalista, la propiedad privada sobre los medios de producción.
- Un segundo período caracterizado por la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) y de la contribución de Carlos Marx y Federico Engels, o lo que es lo mismo, los padres del marxismo y su obra en el crecimiento organizativo e ideológico de la clase obrera y, consecuentemente, de la organización sindical. Por primera vez la clase obrera se dota de una organización internacional y de un programa revolucionario como clase social que debía erigirse como constructora de un mundo libre de explotación, gracias a que Marx y Engels no solo desnudan al capitalismo mostrando que el motor de la historia es la lucha de clases, la plusvalía, la teoría clasista del Estado, elevando la lucha meramente económica a lucha de clases – económica, política e ideológica – y mostrando a los sindicatos como el instrumento de base para la lucha económica y política de la clase obrera.
Un periodo donde la lucha de clases no sólo se da entre explotadores y explotados de manera abierta, sino que también se da en el seno de las filas del proletariado como consecuencia del choque ideológico, en la fase terminal del capitalismo premonopolista entre idealistas – anarquistas – y marxistas que abrazan el materialismo dialéctico, y en la fase ya de capitalismo monopolista, o imperialismo – y la conformación de la Segunda Internacional – entre oportunismo y su aristocracia obrera – que es la creación genuina del imperialismo para combatir ideológicamente contra la ideología del proletariado, el marxismo-leninismo, e inocular la ideología burguesa en el seno de las organizaciones obreras y, consecuentemente, de la clase obrera – y el proletariado revolucionario que abraza su única ciencia revolucionaria, el marxismo-leninismo.
Segunda Internacional que entró en bancarrota al repudiar el internacionalismo proletario y posicionarse con sus oligarquías nacionales en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la ideología burguesa en el seno del movimiento obrero anteponiendo los intereses de los capitalistas a los del proletariado, el oportunismo, buscando la división de la clase la implementa mediante la creación de sindicatos colaboracionistas y amarillos que no solo dividen la clase sino que buscan la conciliación entre burgueses y obreros al objeto de subordinar los segundos a los primeros.
- Un tercer período que se inicia con la Gloriosa Revolución Bolchevique de Octubre de 1917 y que concluye con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la derrota del fascismo. Este tercer periodo se inicia con el inicio de la fase de la historia de la crisis general del capitalismo, donde el mundo imperialista comienza a desgajarse y donde la contradicción fundamental que rige en el mundo a partir de este periodo es la lucha entre socialismo e imperialismo. La Internacional Comunista, fundada en 1919, apostó por el fortalecimiento del sindicalismo de clase, o lo que es lo mismo, el movimiento sindical mundial de sindicatos que abrazaban la mutación de la contradicción fundamental de capital-trabajo a socialismo-imperialismo, debiendo combatir dentro del movimiento sindical y obrero sin cuartel al oportunismo y, también, que el movimiento sindical de clase no sólo debía luchar por conquistar mejoras inmediatas en el terreno económico sino que los sindicatos de clase debían lucha por la conquista del Socialismo, coadyuvando con el Movimiento Comunista Internacional, alumbrando la Internacional Sindical Roja.
Esta contradicción fundamental entre socialismo e imperialismo en el terreno sindical era la lucha entre el sindicalismo de clase – aglutinado en la Internacional Sindical Roja – y el sindicalismo de los monopolios, de los traidores oportunistas – la Internacional de Amsterdam (FSI) – mostrando Mavrikos uno de los pilares del oportunismo en el ámbito sindical: abogar por la “neutralidad” política e ideológica que se traducía en combatir al marxismo-leninismo y en abrazar la socialdemocracia allanando el camino al fascismo. Un movimiento sindical clasista que fue quien dotó de musculatura, y que fue esencial, a la política de Frente Único y de Frentes populares contra el fascismo aprobadas por el VII Congreso de la III Internacional, o Internacional Comunista.
El camarada Mavrikos desglosa y hace un análisis descendente de la contradicción mencionada a nivel de determinadas potencias y de los distintos continentes describiendo la manera en la que se reflejaba la lucha de clases a nivel mundial en el terreno sindical y su dialéctica de manera sencilla y magistral.
- Un cuarto período que se inicia con la fundación de la Federación Sindical Mundial (FSM) y que concluye con la desaparición de la Unión Soviética en 1991.
En este periodo expone las precondiciones que alumbran a la Federación Sindical Mundial el 3 de octubre de 1945: El antifascismo, y consecuentemente el antiimperialismo, y también la confrontación contra el oportunismo en el seno del movimiento sindical clasista que se manifiesta en la consigna de la neutralidad política de los sindicatos, de tal modo que los sindicatos de la FSM no son neutrales en el terreno de la política sino que son instrumentos políticos de la clase obrera que deben de entrar en la harina política en beneficio de los intereses de la clase proletaria.
Con respecto de este período, el compañero Mavrikos también nos muestra la lucha de clase en el terreno sindical a nivel internacional y el reflejo en el campo del sindicalismo, que es la lucha entre el sindicalismo amarillo y corrompido -al servicio de los monopolios dirigida por el caudillo fascista del mundo, EEUU – y el sindicalismo de clase, la FSM. Pugna que conllevó la escisión de la FSM en 1949, por acción del imperialismo norteamericano y sus esbirros británicos, de la Alemania capitalista, Francia e Italia, donde sus sindicatos manejados por la aristocracia obrera abrazando el anticomunismo y la adhesión a sus monopolios y el desprecio máximo al internacionalismo proletario, se convirtieron en instrumentos del imperialismo norteamericano (apoyando el Plan Marshall y la OTAN) para combatir al proletariado, su unidad, y sostener el militarismo y el colonialismo, fortaleciendo la pata de la socialdemocracia o ala moderada del fascismo, conformándose la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales “Libres” (CIOSL), heredera de la Internacional de Amsterdam y antecesora de la corrupta Confederación Sindical Internacional (CSI), existente en la actualidad.
En un gran trabajo de síntesis, Mavrikos describe perfectamente no sólo la conformación de una aristocracia obrera y, cómo esta, es bien remunerada por los capitalistas para fomentar la división de la clase obrera y corromperla ideológicamente, amén de desvertebrarla organizativamente para servir a los intereses del capital durante ese período.
Mavrikos, certeramente, también explica en su libro la importancia del XX Congreso del PCUS, señalándolo como responsable del inicio del retroceso del movimiento obrero, y consecuentemente del movimiento sindical clasista mundial y su máximo estandarte, la FSM que el compañero centra en dos aspectos: los principios de la “coexistencia pacífica” y de la profundización de la democracia burguesa como vía para acceder al socialismo, o lo que es lo mismo, la abjuración del marxismo-leninismo y, en consecuencia, de la renuncia a la Revolución Proletaria tirando por tierra la teoría del Estado del marxismo-leninismo que señala que hay que destruir el Estado burgués y levantar el estado proletario, la dictadura del proletariado. Todo esto conduce a lo que Mavrikos denomina táctica “de puertas abiertas” que, ciertamente, era la táctica de la apertura de la FSM a la concertación con el oportunismo, con la aristocracia obrera, demostrándose que la línea oportunista instalada en el PCUS afectaba al conjunto del movimiento obrero y sindical.
Mavrikos también hace referencia al VII Congreso de la FSM en Budapest en el año 1969, como el del cambio de liderazgo en ésta, con cambios en el grupo directivo destacando la salida como secretario general de la FSM del francés Louis Saillant, que fue sustituido por, el también francés, Pierre Gensous. Sobre ello, Mavrikos señala como un “problema recurrente” la “perseverancia de permanecer en cargos directivos” de cuadros de edad avanzada impidiendo “los cambios necesarios y oportunos de personal”, o lo que es lo mismo, el relevo generacional de los cuadros.
Sin embargo, a nuestro entender, y coincidiendo con lo expresado por Mavrikos, que constituye un mal endémico en las organizaciones proletarias de personajes que se agarran a las direcciones importándoles infinitamente más el alimentar sus egos enfermizos que las necesidades de la clase y de la organización clasista, lo más reseñable e importante sobre dicho VII Congreso, en nuestra opinión y que Mavrikos viene a citarlo de pasada, son los cambios estatutarios que se dieron donde se favoreció la autonomía de las centrales sindicales nacionales, y que en nuestra opinión es la penetración de la liquidación del centralismo democrático en el movimiento sindical en favor de la descentralización, emulando a lo acontecido tanto en el PCUS como en la URSS, en lo concerniente también a la planificación y centralización de la economía, que abrió el camino del crecimiento de la ideología burguesa en el seno de la URSS y del PCUS que llevó al derrumbe del campo del socialismo. Sin duda, y como señalaba Lenin, los intereses generales del proletariado están por encima de los intereses particulares – nacionales. En ese congreso, la FSM seguía permeando el oportunismo del PCUS post XX Congreso.
Algo que posteriormente reconoce el compañero Mavrikos cuando habla del eurocomunismo, consecuencia del XX Congreso del PCUS. La mayoría de los partidos comunistas de la Europa occidental, desde el XX Congreso del PCUS se pasaron a las filas del oportunismo – siendo en puridad pulcros con la inmensa traición de Kruschov y sucesores –, del eurocomunismo explicando el libro con bastante detalle lo acontecido en los sucesivos congresos y cómo afectó dicha cuestión e iba reflejándose en el deterioro de la organización sindical-clasista mundial, la FSM.
La última fase de este cuarto periodo para Mavrikos es la “Perestroika”, el restablecimiento del capitalismo y el desmembramiento de la Unión Soviética, donde el compañero lamenta, y con mucha razón, que el XI Congreso Sindical Mundial celebrado en la RDA en lugar de convertirse en ariete contra el oportunismo más descarnado, de abrir “un frente de crítica” y arremeter contra la Perestroika para tratar de ayudar a la URSS, lo que hizo fue adoptar una línea seguidista tanto táctica como estratégicamente de la Perestroika.
En la lógica de la lucha de clases, todo lo que se rebaja al socialismo fortalece a su antagónico, el imperialismo, y viceversa. Y también ello queda certificado en la obra de Mavrikos, en tanto el sindicalismo amarillo y reaccionario al servicio de los monopolios, la CIOSL dirigida por el imperialismo norteamericano y sus aliados europeos, y la CMT demócrata-cristiana dirigida por el Vaticano, encabezado por el reaccionario Juan Pablo II, y la socialdemocracia, actuando como ala moderada del fascismo, inician una senda unitaria en lo que les unía: derrotar definitivamente al proletariado abanderando abiertamente los intereses de los monopolios y, por ello, su fusión en el ataque a la FSM para tratar de liquidarla definitivamente, en un momento donde el imperialismo se hallaba desbocado, y una FSM que retrocedía en términos ideológicos, rebajando la carga clasista de sus discursos y de su acción, que en nuestra opinión, sin duda, significaba su propia negación.
- Un quinto período que se inicia con el derrumbe de la URSS y del denominado campo del socialismo real y el desarrollo sin cortapisa alguna del imperialismo hasta nuestros días y el reflejo que ello ha tenido en el terreno del sindicalismo a nivel internacional.
Un periodo que se inicia con el XII Congreso de la FSM de noviembre de 1990 en Moscú y el XIII Congreso de la FSM en Siria en 1994, con el derrumbe de la URSS, donde sus esbirros oportunistas totalmente a la ofensiva donde los sindicatos más podridos y vendidos al imperialismo del momento, fundamentalmente franceses e italianos (precisamente los lugares donde más arraigó el eurocomunismo junto con el estado español), pretendían que el congreso fuera de liquidación de la FSM, acabar con el sindicalismo de clase. Y que concluye con el XVIII Congreso de Roma en 2022.
Un periodo en el que el camarada George Mavrikos ha desempeñado un papel no solo protagonista y destacado como dirigente en la pervivencia de la FSM como sindicato de clase mundial, abrazando los principios ideológicos, tácticos y estratégicos, enunciados por la Declaración Final del XV Congreso Sindical Mundial de La Habana de diciembre de 2005 donde el camarada Mavrikos fue elegido secretario general de la FSM, de reconocimiento del principio de la lucha de clases como motor de la historia y principio rector de la sociedad, la independencia de la organización sindical de los monopolios, la reafirmación del sindicalismo de clase como instrumento político del proletariado de lucha por la paz mundial, contra el imperialismo, la aristocracia obrera y las élites sindicales y que persigue la unidad del proletariado y su emancipación mediante la abolición de la explotación del hombre por el hombre.
Analizando el conjunto de la obra hay un común denominador a lo largo de la misma y unas conclusiones, a nuestro entender, que son que:
- El movimiento obrero y el movimiento sindical únicamente se desarrolla y avanza notablemente si existe un desarrollo del Movimiento Comunista Internacional, del marxismo primero y, desde 1917, del marxismo-leninismo.
- Cuando el Movimiento Comunista Internacional retrocede como consecuencia de una correlación de fuerza favorable al oportunismo – a la burguesía – el movimiento obrero y sindical cae y queda totalmente desdibujado a merced de la parásita aristocracia obrera.
- La lucha de clases es el motor de la historia y que, desde 1917, cuando triunfa la Gloriosa Revolución Bolchevique de Octubre la expresión de ésta a nivel mundial es la lucha entre socialismo e imperialismo.
- Todo sindicato que se denomine sindicato de clase debe reconocer la lucha de clases como motor de la historia y principio rector de la sociedad dividida en clases sociales antagónicas y, consecuentemente, los sindicatos de clase al reconocer dicha lucha de clases reconocen que la lucha debe ser económica, política e ideológica contra la burguesía y su formación socioeconómica.
- El mayor enemigo del proletariado en el seno de sus organizaciones, también en los sindicatos de clase, es el oportunismo encarnado en su aristocracia obrera que no sólo desvían al sindicalismo de clase de su esencia como instrumento de lucha política, económica y, también, de lucha ideológica del proletariado abogando por la negación de la lucha política e ideológica – bajo la etiqueta de la “neutralidad” o que “los sindicatos no deben hacer política”- sino que dividen al proletariado confrontando al internacionalismo proletario y obstaculizan y niegan el relevo y la promoción de cuadros dirigentes.
- Las organizaciones clasistas únicamente se pueden fortalecer luchando a muerte contra el imperialismo y contra su obra sublime en el terreno de lucha de las organizaciones obreras, el oportunismo.
- El fortalecimiento del Movimiento Comunista Internacional en el terreno ideológico es condición necesaria para el robustecimiento del movimiento obrero internacional, de la FSM, y el avance de las posiciones del proletariado.
Sin duda alguna todo obrero y toda persona decente que aspire a construir un mundo digno y humano, libre de explotación del hombre por el hombre, debe leer los “Apuntes Críticos sobre la Historia del Movimiento Obrero Sindical Mundial. Cuestiones de Táctica y Estrategia” del compañero George Mavrikos, una obra de valor incalculable para el proletariado, fundamentalmente para las nuevas generaciones de proletarios, que nos servirá para saber de dónde venimos, cuál es nuestro enemigo, cómo actúa y las formas que adopta, y cómo debe avanzar el Movimiento Sindical de Clase, su imbricación con el movimiento comunista internacional y su relación con la consecución del socialismo.
Mi admiración y agradecimiento al camarada Georges Mavrikos por esta obra y por su labor como militante comunista y del sindicalismo de clase, referencia para la clase obrera mundial.
Sevilla, 29 de diciembre de 2024
Francisco J. Barjas
SECRETARIO GENERAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)