Lo primero, la referencia visual del baño de sangre que ocurrió ayer en el capitalismo occidental con la irrupción de la empresa de inteligencia artificial china DeepSeek.
Son las pérdidas de todas las empresas tecnológicas occidentales. En total, hay quien lo ha calculado en un billón de dólares. Ni una sola se libró de la matanza. Bienvenida sea DeepSeek. Podéis usarla e investigar aquí. Por cierto, la marina de EEUU ya ha prohibido el uso de DeepSeek «por razones de seguridad nacional y preocupaciones éticas asociadas con el origen y uso de este modelo». Pronto será todo el ejército estadounidense, luego la OTAN y todo Occidente. ¿Libre mercado? No me hagáis reír con las estupideces «democráticas» occidentales y sus «valores».
Lo segundo, una recopilación televisiva de cómo se celebra en China el año nuevo que comienza hoy, la Fiesta de la Primavera. Prestad atención sobre todo a partir del minuto 4’20».
Ahora preguntaros dónde está la superioridad occidental.
En Alemania, la hasta ahora intocable empresa automovilística Mercedes acaba de anunciar el despido de 20.000 trabajadores «debido a la caída de la demanda y la creciente competencia con China». Se suma al desastre industrial que está suponiendo para este país la sumisión absoluta a EEUU y el silencio vergonzante con la voladura del gasoducto Corriente del Norte 2 que fue lo que desencadenó todo.
Se entiende que en EEUU se haya elevado al rango de «amenaza existencial» (sic) al Partido Comunista de China. Pronto ocurrirá lo mismo en todos sus países vasallos.
Para derrotarlo, los estadounidenses planean formar una coalición con la participación de muchos países del mundo recuperando la vieja postura de Biden de «democracias contra autocracias». La nueva administración Trump ya anda diciendo que la idea de que mantener la neutralidad es una ilusión equivocada, y que hay que decidir con quién se está. Eso significa que los vasallos de EEUU (el zombi europeo, Argentina, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur, principalmente) no pueden tener ninguna neutralidad porque no es otra cosa que «complicidad con la autocracia del PCCh».
La paranoia de los psicópatas occidentales llega hasta extremos grotescos. La narrativa antichina es tan vomitiva que ahora, a raíz de DeepSeek, dicen que «la influencia maléfica china nos llega a través del sector del entretenimiento digital».
Dicen que «las ambiciones globales de China» ya no se limitan a megaproyectos de infraestructura o a un comercio en auge, sino que tiene una nueva estrategia de difundir el poder blando a través de los videojuegos. El caso del juego Wukong, que vendió 20 millones de copias en Occidente en su primera semana cuando salió en septiembre, ha sido el detonante.
En el centro de toda esta estrategia paranoica está la empresa Tencent, que acaba de ser sancionada por EEUU argumentando que «el dominio en el mundo de los juegos ha convertido el entretenimiento digital en un poderoso vehículo para proyectar la cultura y la influencia chinas a escala global» y dicen que esta empresa está «directamente asociada al PCCh». El conglomerado tecnológico Tencent posee el desarrollador Riot, creador de una de las disciplinas cibernéticas más importantes del mundo, League of Legends, así como el 40% de Epic Games, con su producto más famoso, Fortnite (una base de jugadores que supera los 400 millones en todo el mundo).
Ya os hablé de Tencent en 2021, cuando el «Diario de Información Económica», vinculado a la agencia estatal Xinhua, publicó una investigación en la que calificaba a los juegos en línea como «el opio espiritual», como «la droga electrónica» de los jóvenes y decía que su impacto en la salud de los adolescentes no debe subestimarse.
El toque de atención fue advertido por las empresas y la principal, Tencent, que controla la mitad del mercado chino, dijo que introduciría «salvaguardias tecnológicas para limitar el tiempo de juego a los menores de 12 años» imponiendo un sistema por el que solo se podrá jugar una hora diaria en los días escolares y dos horas en los fines de semana y fiestas, pudiendo jugar sólo hasta las 10 de la noche y nunca antes de las 8 de la mañana.
Y los paranoicos occidentales ahora van más allá cuando justifican sus acciones: «estos juegos garantizan los intereses y estrategias del estado chino».
No les falta razón, dado que hasta ahora todo este sector también era monopolio de Occidente. Aparece China y todo es malvado y maléfico porque ya hay sistemas de pago y de comercio electrónico no controlado por Occidente. A medida que los videojuegos continúan convirtiéndose en una forma dominante de entretenimiento global, las inversiones estratégicas de China en el sector apuntan a obtener dividendos políticos a largo plazo. El éxito de Tencent muestra cómo el entretenimiento digital está ayudando a que China se convierta en un actor clave en la configuración de la cultura digital global. Pero según EEUU, «China busca dominar no sólo la tierra y el mar, sino también el mundo inmersivo». Piensa el ladrón (EEUU y sus vasallos) que todos son de su misma condición.
Siguen los viejos patrones de la guerra fría. Y eso que dicen que el comunismo está muerto. Pues habrá que decir que viva el comunismo.
El Lince