A dicho binomio se le ha presentado en estos días la extrema derecha (Reform UK) que, aunque sí obtuvo algunos pocos parlamentarios, las encuestas le acaban de otorgar el 25% de los votos, lo que la convertiría en la primera fuerza política del Reino Unido. El apoyo de Trump y Musk es evidente y el malestar social (que los laboristas no han resuelto ni de lejos) hace el resto.
En ese contexto el gobierno ha optado por copiar el programa de la extrema derecha (¿o será que siempre lo tuvo en la cara B del programa?), y ha encontrado en las deportaciones a los extranjeros una praxis para reconciliarse con el electorado propio y ajeno y no perder apoyos. Más de 4.000 personas no nacidas en el Reino Unido han sido capturadas en estos meses para ser expulsadas, tal y como pregona y ejecuta la extrema derecha en EE.UU. El votante progre bien intencionado observa atónito la similitud de los laboristas con Reform UK, algunas -pocas- deserciones entre los diputados laboristas se han producido, pero el grueso de sus señorías aplaude porque les va en ello la poltrona.
Estas palabras que podría perfectamente haber dicho Trump o algunos de sus ministros, son de Yvette Cooper, ministra de Interior del «centro-izquierda» inglés.
«Las normas de inmigración deben respetarse y hacerse cumplir. Durante demasiado tiempo, los empleadores han podido contratar y explotar a inmigrantes ilegales y demasiadas personas han podido llegar y trabajar ilegalmente sin que se haya tomado ninguna medida». «Esto no solo crea una peligrosa atracción para que las personas arriesguen la vida cruzando el Canal en una pequeña embarcación, sino que da lugar al abuso de personas vulnerables, del sistema de inmigración y de nuestra economía»