Serás rojipardo…

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Nico Maccentelli (Sinistrainrete).— Estoy en un mar de nervios… después de la llamada telefónica Trump-Putin y el pequeño discurso de Vance en Munich, los euronazis, los sátrapas del estado profundo de los EE.UU. antes de las elecciones estadounidenses, los que dejaron que los ukronazis, los servicios secretos británicos y la CIA volaran por los aires el Nord Stream, después de haber enviado armas y miles de ucranianos al matadero, vendiéndolo todo ello como una inminente derrota rusa, después de haber reducido la Unión Europea a una zona dependiente y bajo la «protección» de los EE.UU., prácticamente un protectorado, y por último pero no menos importante, después de haber prometido lágrimas y sangre para aumentar el presupuesto de guerra de la OTAN, todos estos señores se encuentran en la incómoda posición de ser ajenos a las negociaciones sobre Ucrania. Y por si fuera poco, es el nuevo inquilino de la Casa Blanca quien, después de haberle dado una patada a la USAID, ataca a los eurócratas revelando la triste verdad: en la democracia de la UE, lo poco que había en el delirio de sus diktats económicos y financieros, está muerto y enterrado. Los ataques de Vance contra la censura y contra las elecciones canceladas si no van bien como en Rumanía son bofetadas que dejan claro que si las clases dirigentes corruptas y mezquinas de la UE quieren continuar la guerra con Rusia a través de Ucrania y por medio de la OTAN, deben desembolsar dinero para armas, pero también para daños y perjuicios al fin y al cabo, puesto que Rusia ya ha ganado.

Todo esto con el nuevo régimen arancelario estadounidense, después del golpe que se dieron en los huevos los euroburócratas con las sanciones a Rusia. Una debacle que sólo puede anunciar el fin de la arquitectura europea centrada en la hegemonía estadounidense y que comenzó con Maastricht y sus ambiciones de un tercer polo europeo. No será esta arquitectura la que reconstruirá una idea de Europa en un contexto geoestratégico que vea la afirmación del multipolarismo, sino más bien el advenimiento de Estados nacionales que cambiarán todo el escenario mundial y la propia cadena imperialista dominada por Estados Unidos. Y que en el actual estado de cosas, los sistemas democráticos europeos están acabados y que las libertades constitucionales de las constituciones nacidas de la Resistencia están terminando es un hecho: factores todos que actúan como preludio de reveses electorales, cuando no de revueltas sociales, dado que los pueblos europeos, sean de derecha o de izquierda, no quieren la guerra y no quieren pagar sus costes.

Pues bien, que en Europa y en Italia en particular se estén socavando las libertades más básicas, entre 1660 y las incursiones fascistas de los exponentes nazi-demócratas, los más feroces en la rusofobia y en catalogar cualquier disidencia como putinismo, no es algo nuevo que el vicepresidente norteamericano Vance, líder del país imperialista dominante y que hoy cambia su línea política, pero todavía imperialista y supremacista, nos tenía que destacar.

Esto es un hecho.

Pero lo extraño es que todavía hay grupos políticos de izquierda radical que parten de la habitual patraña antifascista contra un grupo heterogéneo que ya no existe salvo en los restos nostálgicos que se encuentran en Predappio (localidad natal de Mussolini, N. del T.). Y que se utiliza un antifascismo falso y anacrónico para favorecer objetivamente a las élites demócrata-liberales-nazis europeístas belicistas y liberticidas que apoyan a los nazis de Kiev.

Hoy más que nunca necesitamos ser antifascistas ante las diferentes caras del supremacismo imperialista y que son el espejo del choque entre las fracciones de la burguesía imperialista que hacen la guerra interna, oligarquías contra oligarquías en el frente atlantista. Por lo tanto, un antifascismo que objetivamente sirva a uno de los dos reyes de Prusia no es inútil, sino contraproducente.

Ponerse del lado del europeísmo, sea cual sea, dado que lo que existe conduce a la perpetuación de la dominación del gran capital continental y a la creación y apoyo (como hemos visto) de nuevos y menos nuevos nazismos, como el banderismo nazi ucraniano presentado como resistencia, lleva a quienes han sido acusados ​​de “rojipardo” por Micromega y por auténticos imbéciles del “bellaciao” repetido como loros en los desfiles de la CGIL (CGIL, siglas de Confederación General del Trabajo, “lavoro” en italiano, N.del T.) a invertir la acusación: ustedes son rojipardos.

Veamos por qué con más detalle. Y tomemos la posición de las fuerzas que cuentan y no de sus lacayos más o menos conscientes, es decir, los demócratas: demócratas liberales, socialdemócratas, obreros, todo el frente proeuropeo y globalista que ya no tiene nada que ver con los movimientos obreros y mucho más con los lobbies que representan a los consejos de administración de las multinacionales, de los círculos financieros, correspondientes a los demócratas estadounidenses.

Revisionistas. Comenzaron equiparando el comunismo con el nazismo, “olvidando” cómo diversos comunismos en todo el continente y el mundo eran fuerzas impulsoras de movimientos sociales y de clase en pro de la emancipación del capitalismo. Es decir, asumiendo el capitalismo como un horizonte indefinido, como Fukuyama, el resto se desprende naturalmente.

Negacionistas (I). Aquí tenemos donde elegir, pero negar lo que Rusia ha hecho desde los tiempos de la URSS, es decir, sus pueblos soviéticos desde Leningrado a Vladivostok, en la lucha contra el nazifascismo, los 25 millones de muertos, apoyando a los nazis ucranianos y bálticos, haciéndolos pasar por «demócratas» y «resistentes» en sus intenciones belicistas, difundiendo la lepra de la rusofobia, afirmando el supremacismo europeo que ve el Edén democrático frente a las junglas «autocráticas», es un delirio antihistórico evidente, de un régimen que, como en Rumania, se siente legitimado para cancelar elecciones si no son bienvenidas a los burócratas de Bruselas.

Negacionistas (II). Se consagra la Shoah, lo que sirve oportunistamente para mantener unido el carro atlantista y no para celebrar a todas las víctimas del nazismo desaparecidas en los campos de concentración de Hitler, pero se niega siempre oportunistamente el genocidio palestino.

Belicistas. Para ellos, la noción de Unión Europea siempre se ha basado en el robo interno con tratados en beneficio de bancos, fondos y multinacionales y en el robo externo con la continuación del neocolonialismo depredador. Pero hoy hay más: la completa sumisión a la Casa Blanca y al Estado profundo, en el poder hasta la llegada de Trump, ha llevado a los oligarcas de la UE y a los eurócratas a la guerra de la OTAN contra Rusia a través de los golpistas nazis de Kiev. Una línea que continúa incluso con el giro trumpiano y a pesar de que el nuevo grupo de liderazgo estadounidense los ha dejado de lado al pretender una negociación con Putin (1).

Pero entonces, ¿qué son los demócratas, que una vez fueron el ala izquierda de las clases trabajadoras, los “rojos” de hoy? ¿Deberíamos añadir el adjetivo “marrón”? Me parece bastante justo hacerlo. Sacrosanto más bien.

Pero ya lo esperamos: de ser partidarios de Putin, pasaremos a llamarnos partidarios de Trump. Toda demonización demente, ingeniosamente creada y difundida en las redes sociales, tiene su momento. Es una lástima que permanecer dentro de las contradicciones de manera leninista no signifique ser rojiblanco, es decir, tomar partido por uno u otro grupo del capitalismo imperialista, sino identificar al enemigo principal y atacarlo especialmente cuando agoniza.

Vencer al perro que se ahoga no significa alinearse con el grupo dominante del imperialismo yanqui para hundir la UE de los euro-nazis-burócratas, sino explotar la situación en el terreno del anticapitalismo de clase en una inteligente política de unidad popular, de alianza social de los sectores populares contra el neoliberalismo y su guerra interna y externa, con el objetivo supremo de destruir la Unión Europea. Es en este contexto que se deben construir las posiciones hegemónicas revolucionarias para el socialismo, que pasan por la conquista de esa soberanía del país que nos fue arrebatada al final de la Segunda Guerra Mundial, entre masacres estatales y el repiqueteo de sables golpistas, golpes euroglobalistas (2011) y la jaula liberal de la UE sobre las políticas económicas del país.

Y es oportuno dar un pequeño golpe a la izquierda radical, que divaga sobre un internacionalismo abstracto y de papel maché, confundiéndolo con el cosmopolitismo de los flujos financieros y de capital, que balbucea sobre la Constitución como el águila de los Muppets [“Teleñecos”, en España, los famosos títeres de la televisión, N. del T.] que habla de seguridad mientras le roban la casa. Hay quienes nunca utilizarán a los partisanos para apoyar y mantener a flote a los nazi-demócratas del PD. Al contrario, nuestros partisanos nos enseñaron que el país puede liberarse de cualquiera que quiera tiranizarlo y dominarlo, ya sea con armas nazi-fascistas o con las leyes malsanas de una Unión Europea que está destruyendo nuestra economía y a nuestro pueblo.

Por el contrario, necesitamos salir del atolladero de la ambigüedad y ver el fascismo donde realmente está. Los demócratas son abismalmente diferentes de las socialdemocracias de principios del siglo XX, que, traicionando las revoluciones socialistas, optaron por caminos pacíficos y fantasmales hacia el socialismo. A estos de ahora ya no les importa nada. Pero tienen en común el hambre de guerra y la represión interna: los primeros votaron por los créditos de guerra en 1914 y se pusieron del lado de sus propias burguesías imperialistas, los segundos, los actuales, están a la cabeza del proceso de guerra atlantista y representan directamente a fracciones del gran capital. Los primeros son los de Noskes y Eberts, que reprimieron las revueltas obreras y asesinaron a los espartaquistas alemanes Luxemburg y Liebknecht. Estos últimos, en el estado actual del conflicto social en curso, atacan y censuran cualquier posición política que no siga la narrativa belicista dominante: tenemos ejemplos de ello repartidos por todo el país; son los primeros en difundir la rusofobia y en intervenir para prohibir iniciativas en lugares públicos que aborden desde otros puntos de vista lo que ocurre en Europa. Prohíben el acceso a otras fuentes de información. Están a la cabeza del comité burocrático continental que tiraniza a los pueblos europeos adoptando medidas liberticidas en materia de información, inhibiendo los canales rusos (mientras los rusos ven RAI y Mediaset sin preocupaciones si quieren), haciendo cerrar cuentas bancarias como hicieron hacer a Bancaintesa con Visione TV. Tratan a los ciudadanos como si estuvieran proscritos, considerados incapaces de formarse una opinión sobre las cosas a menos que sigan la propaganda incesante difundida asiduamente por los medios de comunicación, que están bajo el control de auténticos criminales goebbelsianos. En realidad tienen miedo de una opinión pública que no quiere ni siquiera un poquito la guerra, pero ya saben, como decía uno de los semigolpistas que hemos tenido: la democracia no puede ser total y necesitamos “expertos” que sepan qué hacer.

No, no hay posiciones de clase en este atolladero cada vez más maléfico para la democracia y las transformaciones sociales, que no presuponen el neoliberalismo y la guerra, sino el Estado social, el bienestar y no la guerra, el multipolarismo y no la dictadura unipolar de las oligarquías imperialistas transnacionales, que presuponen las nacionalizaciones adecuadas al país, la participación popular en una democracia de base en la lucha de clases que va de la mano con la representativa, opciones impuestas en el país por relaciones de poder que necesitan ser cambiadas, y que orienten a la sociedad hacia una transición socialista.

Lo siento por esa plétora de partidos pseudocomunistas, esos izquierdistas rojiverdes que repiten la fórmula del centroizquierda con la ilusión de influir en el curso político del Partido Demócrata, como si se tratara del PCI de Berlinguer y no de comités empresariales bien insertos en el sistema de poder imperialista euro-francés-alemán. Siguen cometiendo errores, confabulándose con el enemigo y las bellas palabras son inútiles si no van acompañadas de opciones radicales y de una autonomía política real frente a las fuerzas proimperialistas.

Hoy el mantra es: ergo UE delenda est. La ocasión es propicia, pero para no terminar de la sartén al fuego, es necesario hacer la jugada del caballero, es decir, salir de los viejos esquemas, de las ideologías manieristas y ver en términos concretos qué recursos están disponibles en el plano político, qué alianzas están disponibles en el contexto de una progresiva proletarización de las clases medias e intervenir en las contradicciones dadas, a partir de las intercapitalistas en el bloque atlantista. Éste es el análisis concreto de la situación concreta de la memoria leninista y no las armas de distracción política que el enemigo nos arroja deliberadamente como el maíz a las palomas.

Notas:

1. En este artículo de L’Antidiplomatico se explica muy claramente

https://www.sinistrainrete.info/sinistra-radicale/29908-nico-maccentelli-rossobruni-ce-lo-sarete-voi.html

Traducción: Carlos X. Blanco

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