F.J. Ferrer (Unidad y Lucha).— En la actualidad existen en el estado español cuatrocientas empresas que se dedican a la fabricación de armas, contando con 36.000 empleos directos y que basan más del 80% de su negocio a la importación. Las cuatro principales han recibido subvenciones directas del gobierno por cuantía de más de 15 millones de euros, aparte de los multimillonarios contratos que estas empresas firman con la Administración. En estos momentos, estas empresas están viviendo periodo de abundancia que no se traduce necesariamente en una mejora de las condiciones laborales de trabajadoras y trabajadores, como ocurre, por ejemplo en Navantia, empresa pública que con su nefasta política de subcontratación, deteriora cada vez más las condiciones laborales de sus plantillas. Pero todo lo dicho hasta ahora, solo nos sirve para que centremos la atención sobre qué está haciendo la clase obrera respecto al escenario bélico que el imperialismo está implantando a lo largo y ancho del planeta.
No es ningún secreto que la mayor parte de las armas que se producen en estas empresas son exportadas ¿a dónde?, pues a alimentar las guerras que el imperialismo norteamericano y sus súbitos europeos están desarrollado en la propia Europa, en la guerra de la OTAN contra la Federación Rusa en territorio de Ucrania; del mismo modo, una parte importante de ese armamento va a parar al ente sionista para que continúe su genocidio contra el pueblo palestino, ya que el gobierno actual con su hipocresía natural, condena al ente sionista pero lo continua proveyendo de armas, armas que son utilizadas para incrementar la barbarie contra civiles, mujeres, niños, ancianos en Gaza, convertida en un enorme cementerio.
Con palabras como patria, libertades o democracia, la burguesía enmascara sus turbios manejos y negocios que, por cierto, nada tienen que ver con la patria, las libertades o la democracia, pues para esta gente solo supone un negocio del que esperan sacar cuantiosos beneficios que serán repartidos solo entre la pequeña élite que controla a lo que se conoce como “mundo libre” pero que, en realidad, es un mundo esclavo de multinacionales y grandes entidades financieras.
Pues bien, es en este punto donde la clase obrera y las masas trabajadoras han de tomar conciencia de triste papel que desempeñan bajo el imperio de la burguesía, fabricando armas que serán utilizadas para matar a hermanos y hermanas obreras, a niños, a civiles indefensos, ancianos… todo ello a cambio de percibir un salario que les permita vivir a ellos y sus familias en las precarias condiciones que el sistema les ofrece. Pero deben de tener una cosa clara, que los hijos e hijas de la clase obrera y de las masas trabajadoras, si no se pone remedio, están condenados a servir de “carne de cañón” en la guerra que se avecina.
Con estos aspectos situados, la clase obrera y las masas trabajadoras necesitan llevar a sus organizaciones sindicales, vecinales, etc, la exigencia de que “no nos arrastren a la guerra”, movilizándose ampliamente por todos los territorios del estado; obligando a sus sindicatos a que convoquen una huelga general que bajo la histórica consigna “PAZ, PAN y TRABAJO” paren la producción capitalista, única manera de obligar a la burguesía a ceder y la obligue a salir de la OTAN, del engendro en que se ha convertido la Unión Europea y del Euro.
La posición de la clase obrera ha de ser de rechazo absoluto a ser utilizada en las aventuras bélicas de la burguesía ¡que se maten entre ellos si quieren! El NO a la guerra del imperio ha de ir acompañado necesariamente del apoyo a la resistencia armada de los pueblos que luchan por su liberación, tal es nuestra responsabilidad como internacionalistas, pues solo librando la lucha más decidida y por todos los medios necesarios se puede conseguir vencer a la bestia imperialista, la Resistencia Palestina es el ejemplo.