Joaquín Lucena (El Otro País).— Mucho se ha gritado en los últimos días la consigna “Solo el Pueblo salva al Pueblo” a partir del desastre provocado por el fenómeno “natural” y social de una DANA, pero esta consigna, fruto de la desesperación de los que lo han perdido todo, es una mera entelequia. Me explico.
Antes de avanzar conviene aclarar que la palabra “Pueblo” tiene múltiples acepciones, además, tanto su significado como su sentido han variado a lo largo del tiempo así como por quien la utiliza. Generalmente se usa dándole un sentido global, abarcador y homogeneizador en donde se borran los conflictos de clase.
Durante un determinado tiempo tanto Marx como Engels o Lenin la utilizaron para poner nombre a una amalgama de clases oprimidas que se enfrentaron a las fuerzas reaccionarias del feudalismo, la aristocracia y el absolutismo, así como también a esa alianza interclasista que se enfrentaba al colonialismo en su lucha por la “libertad” y la independencia.
Con el tiempo se ha ido pervirtiendo ese significado y se ha convertido en un concepto políticamente instrumentalizado hasta por los que hoy encarnan los intereses del poder más reaccionario, baste como ejemplo el hecho de que hasta el Partido Podrido (PP) se autodenomine “Popular”. Por todo ello y en aras de una mayor claridad conviene contar esta historia desde un punto de vista clasista y no desde la categoría burguesa de “Pueblo” o, en todo caso, identificando como Pueblo solo a los sufrientes de las consecuencias del capitalismo.
Por eso es conveniente tener en cuenta que la inmensa mayoría de los afectados entren dentro de la categoría abstracta de “pueblo” porque son gente humilde de extracción obrera, es decir, gente que tiene que trabajar para vivir, la mayoría de ellos vendiendo su Fuerza de Trabajo, a fin de subsistir en viviendas de baja calidad, construidas en zonas inundables y siendo víctimas de un urbanismo claramente clasista y depredador.
La burguesía, en cambio, vive en zonas protegidas por obras de infraestructura que desplazan las inundaciones a franjas ocupadas por los pobres. Los que cuentan con un alto nivel adquisitivo viven en la Capital o en zonas elevadas, zonas que evidentemente no han sido afectadas de manera directa.
Una vez pasada la tromba de agua y ante un abandono institucional se produjo una avalancha de personas vecinas y otras no tan cercanas que por solidaridad o por empatía y con el único interés de ayudar se pusieron en movimiento con lo único de que disponían: su propio cuerpo, víveres, agua potable, material de primeros auxilios, escobas, cepillos, palas de mano etc, poniendo de manifiesto que también son clase trabajadora precisamente porque están desposeídos de los Medios de Producción, medios que en este caso serían maquinaría pesada, bombas de achique y de desatrancos, personal técnico especializado, material para reconstruir las infraestructuras y las viviendas etc.
Todos estos elementos los tienen en alguna medida las instituciones (Ayuntamientos, Generalitat, Estado, UME, etc), pero el grueso de todo lo necesario está en manos de la burguesía.
Esta misma burguesía que no se ha movilizado hasta que el Estado no ha puesto 13 mil millones de euros encima de la mesa, dinero que en gran medida servirá para resarcir las pérdidas de las Compañías de Seguros, arreglar la infraestructura empresarial instalada en la zona, aumentar los beneficios de las empresas constructoras y, a su vez, fomentar las mordidas de los políticos y partidos corruptos.

Visto lo visto hasta ahora la frase de “Solo el pueblo salva al pueblo” es irreal y engañosa independientemente de quien la pronuncie. Este lema solo cobraría sentido si estuviésemos en una sociedad en donde los medios de producción y la capacidad real de decidir estuviera en manos del los productores directos, es decir, de los trabajadores. Mientras estas condiciones no se den seguiremos estando en manos de la burguesía, clase que no hará nada por nosotros si no media previamente su propio beneficio y su lucro personal.
Es conveniente tener todo esto claro para que en lo sucesivo no nos cuelen ideas contaminadas con un mensaje interclasista.
Y desde ese conocimiento hay que intentar imponer mensajes que de manera efectiva pongan en evidencia al actual sistema capitalista, denunciando a éste y a sus administradores como únicos causantes y responsables de este desastre.