Una página para la tierra palestina

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En varios puntos de la geografía iberoamericana se piensa en cómo apuntar de nuevo al fascismo sionista, esta vez a propósito del día de esa tierra hoy ocupada

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Mujer palestina entre olivos de Belén. La tierra es sagrada. Foto: / Flash90, Doron Horowitz

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A un kilómetro de pasos perpendiculares al Palacio de La Moneda, en una de esas calles en las que Santiago de Chile se empeña en recordar sus contrastes de capital latinoamericana, cuelga de un balcón en ruinas, ya polvorienta por el esmog y casi desteñida por las olas de calor de un verano terrible, la bandera de Palestina.

En la esquina se ve abierta una carnicería comunitaria, mientras la acera de enfrente acompaña a una pared alta y casi hermética que protege el flujo de un supermercado.

Y esta casa en cuestión, que habrá que ver qué almas guarda, lleva las oquedades de su estilo poscolonial remendadas de cualquier cosa. Decir oquedades suena a pedazos de la puerta que hoy no están, y alude también, aunque no se crea, a toda la pared de un segundo piso, hasta lo profundo de la manzana, cubierta con diversas maneras del cartón.

Allí, con poca vista a la cordillera, triste y digna, cuelga la bandera.

***

En La Habana, Cuba, será un acto a las nueve de la mañana –Instituto de Amistad con los Pueblos– y, probablemente, varias conversaciones a deshora en un balcón o en chats perdidos desde celulares más o menos dispersos.

En Burgos, España, han convocado para las inmediaciones de la catedral; en Galicia habrá 34 pueblos con gritos; y en Santander dos minutos de silencio y vestimentas negras.

En Guadalajara, México, será una obra de teatro; y en Valdivia, Chile, una placa y otro olivo sembrado.

Así, en varios puntos de la geografía iberoamericana se piensa en cómo apuntar de nuevo al fascismo sionista, esta vez a propósito del Día de la Tierra Palestina; para más señas: domingo, día 30, mes de marzo, año corriente.

La fecha alude a los sucesos de 1976, cuando el pueblo palestino salió a las calles en huelga general, para protestar contra el robo sistemático de sus territorios perpetrado por Israel –entonces, desde antes y ahora.

Aquel día, el saldo resultó en siete jóvenes asesinados.

***

El video se iba pasando entre nuestras manos sin que tuviésemos el valor de enviárselo a Watan, que para las gentes del Levante mediterráneo significa Patria, y para muchos de nosotros significa amigo.

La razón principal de nuestra parálisis era que no entendíamos nada de lo que estábamos viendo y, aun así, no podíamos retirar el rostro de la pantalla. Era algo, ciertamente, agresivo.

Un muchacho, en lo que parecía una azotea de La Habana, rajaba su voz en agudos, se movía de un lado a otro como desquiciado, en la cabeza unos paños de cuadros que emulaban al estereotipo del árabe que por estas tierras se tiene.

Era un intento de «canción repartera», embutida en los pocos segundos de un reel de Instagram.

Una palabrota para pedir el coro y, antes de eso, un alarido bien alto: «Ustedes siguen tirándose bombas/ ¡y to’ los míos gritando Free Palestina!». Luego la bandera en las manos… y reparto.

¿Qué era aquello? Nos preguntábamos. Acaso una burla. Nunca supimos bien, y semanas después lo compartimos con Watan, quien tampoco supo, pero no se ofendió.

En la lucha se vale todo, o casi todo. Y uno se las pasa buscando «armas» que arañen su poco o su mucho a la hegemonía del contrario –que es más grande que contrario a secas– en cualquiera de los rincones donde esta se plante.

–Entonces, ¿funciona o no funciona? –me atreví.

–No sé qué decirte… Bueno, sí –se reía–, a veces, depende del contexto.

–Más allá de juzgar el resultado –le insistí– lo que demuestra es que hay una sensibilidad dialogante con la justicia en todos lados, incluso en quien menos uno se imagina.

–Eso sí.

Hay quien piensa que la música de las revoluciones, de la liberación, puede ser solo la trova o algo que se le parezca. Pero ocurre que las revoluciones no se le parecen a nada, a veces ni siquiera a otras revoluciones… y su música será la que será.

La música de la liberación, aquí o allá, no será la de quien sepa tocar la guitarra o afinar, sino la de quien salga en el momento oportuno a conectar una idea y un hecho con millones de sensibilidades, aunque a unos cuantos por ahí no les guste.

Halt

Recorro el camino que recorrieron cuatro millones de espectros.

Bajo mis botas, en la mustia, helada tarde de otoño

cruje dolorosamente la grava.

Es Auschwitz, la fábrica de horror

que la locura humana erigió

a la gloria de la muerte.

Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido de nuestra época.

Y ante los edificios desiertos,

ante las cercas electrificadas,

ante los galpones que guardan toneladas de cabellera humana,

ante la herrumbrosa puerta del horno donde fueron incinerados

padres de otros hijos,

amigos de amigos desconocidos,

esposas, hermanos,

niños que, en el último instante,

envejecieron millones de años,

pienso en ustedes, judíos de Jerusalén y Jericó,

pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,

que estupefactos, desnudos, ateridos

cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;

pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso camino

desde las colinas de Judea

hasta los campos de concentración del iii Reich.

Pienso en ustedes

y no acierto a comprender

cómo

olvidaron tan pronto

el vaho del infierno.

(Luis Rogelio Nogueras)

Mario Ernesto Almeida Bacallao (Granma)

Fuente: granma.cu

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