El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, precisó la posición del presidente Trump respecto a la OTAN. En la réunion de los ministros de Exteriores de la alianza atlántica, el 4 de abril, el jefe de la diplomacia estadounidense explicó que el presidente Trump no tiene nada en contra de la OTAN… si cada uno de sus miembros le dedica un 5% de su PIB, o sea si multiplican por 2 sus presupuestos militares este mismo año. Como se trata de une exigencia inalcanzable a corto plazo, cada uno de los países miembros de la OTAN tendrá que prepararse para un futuro muy complicado.
Ahora parece cada vez más probable que Estados Unidos decida abandonar su posición como líder de la OTAN y que limite su protección militar a unos pocos Estados capaces de dedicar inmediatamente a la defensa las sumas que Washington exige.
En «La historia secreta de la guerra en Ucrania» [1], el diario estadounidense The New York Times revela, aportando detalles muy significativos, que Estados Unidos no sólo suministró a Ucrania, bajo la administración Biden, alrededor de 70 000 millones de dólares, sino que también planificó y dirigió las operaciones militares ucranianas contra Rusia desde el cuartel general de las fuerzas militares estadounidenses en Europa, en Wiesbaden (Alemania).
Que el conflicto fue planeado y dirigido por Estados Unidos y la OTAN –bajo las órdenes de Washington– eso ya lo habíamos dicho desde el primer momento en Grandangolo, en base a hechos concretos.
Basándonos en los mismos elementos también habíamos advertido en contra del fácil optimismo en cuanto a que la administración Trump pueda poner fin rápidamente a la guerra con un acuerdo directo entre los presidentes Trump y Putin y que, oponiéndose a los miembros europeos de la OTAN, Washington vaya a retirarse de las operaciones de la alianza atlántica contra Rusia e incluso retirarse de la OTAN misma.
En efecto, en la reunión de los ministros de Exteriores de la OTAN que se realizó en Bruselas para la «construcción de una OTAN más fuerte, más compartida y más letal», el secretario de Estado Marco Rubio clarificó la posición de la administración Trump.
El secretario de Estado declaró: «Estados Unidos está activo en la OTAN como nunca antes lo ha estado. Y algunos de los histerismos y de las hipérboles que veo en los medios mundiales sobre la OTAN son injustificados. El presidente Trump ha aclarado que él apoya la OTAN. Nos mantendremos en la OTAN, pero queremos que la OTAN sea más fuerte. Los acontecimientos de las últimas semanas –una guerra terrestre a gran escala en medio de Europa– nos recuerdan que el poder duro todavía es necesario como disuasión. Así que queremos irnos de estos encuentros sabiendo que cada miembro en particular se compromete y mantiene la promesa de alcanzar un gasto militar equivalente al 5% de su PIB. Estados Unidos también tendrá que aumentar su porcentaje. Porque si las amenazas son verdaderamente tan graves como creo y como creen los miembros de esta alianza, entonces esa amenaza hay que enfrentarla con un compromiso pleno y real. El presidente Trump no está en contra de la OTAN. Está en contra de una OTAN que no tiene la capacidad necesaria para cumplir las obligaciones que el Tratado impone a cada Estado miembro. Es una verdad dura pero fundamental, que debe ser dicha ahora para construir una OTAN que tenga la capacidad de defender los territorios de nuestros Estados nacionales y de disuadir cualquier acción agresiva contra uno de nosotros.»
En la réunion de Bruselas participó, en calidad de socio, el ministro de Exteriores de Ucrania, a quien sus homólogos, incluyendo al secretario de Estado estadounidense, garantizaron un apoyo militar ulterior.
Nadie mencionó el hecho, denunciado por Moscú, que Kiev sigue atacando las infraestructuras energéticas rusas, en violación del acuerdo con Trump, acuerdo que Rusia sí aplica, absteniéndose de atacar las instalaciones energéticas en Ucrania.
Mientras sigue posponiendo el encuentro prometido con el presidente Putin, el presidente Trump planea pasar al Medio Oriente, donde Estados Unidos está reforzando su presencia militar, haciendo preparativos, en connivencia con Israel, para atacar Irán, país miembro del grupo BRICS y con el que Rusia está a punto de firmar también un acuerdo estratégico.
La estrategia de Occidente la enunció el secretario general de la OTAN en el encuentro de los ministros de Exteriores de la alianza, en presencia del secretario de Estado estadounidense: «Rusia es nuestra amenaza a largo plazo, pero están también los problemas crecientes con China. Corea del Norte e Irán. Esos cuatro países están cada vez más relacionados y esos dos teatros de operaciones están cada vez más conectados y entrelazados.»
Ese tema se aborda ampliamente, en el Wall Street Journal, por un grupo de analistas que nos explican que «China, Irán y Corea del Norte se han unido en nuevo eje, el CRINK, que está trabajando contra Estados Unidos para desafiar las sanciones occidentales y socavar los intereses de Estados Unidos».
[1] “The Secret History of the War in Ukraine”, Adam Entous, The New York Times, 29 de marzo de 2025.