El rearme de la UE y el festín del capitalismo: otra traición a la clase trabajadora

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Alba AK (Unidad y Lucha).— En su última aparición, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha preferido esquivar la cuestión del «rearme». Al parecer, hablar de aumentar el gasto militar no es políticamente atractivo en tiempos de precariedad, inflación y desahucios. Pero que no nos engañen con su silencio: España se ha comprometido con la Unión Europea y la OTAN a incrementar su presupuesto militar hasta alcanzar el 2% del PIB. ¿Cuánto significa esto en dinero real? En 2023, el gasto militar ascendió a más de 27.617 millones de euros, es decir, 75 millones al día. Y para 2024, la cifra sigue al alza, porque las guerras del imperialismo no se financian solas.

 

Mientras nos piden que «nos apretemos el cinturón», los mismos que congelan salarios y desmantelan la sanidad pública firman contratos multimillonarios con la industria armamentística. No se trata solo de un negocio, sino de un modelo económico basado en la guerra y la explotación. El capitalismo, en su fase imperialista, necesita el conflicto bélico para sostenerse: destruye para reconstruir, mata para vender más armas y justifica su violencia con discursos de «seguridad» y «defensa de la democracia».

No es casualidad que este aumento del gasto militar se haga sin debate público, ni que el PSOE, autoproclamado progresista, lo impulse mientras sigue vendiendo armas a regímenes reaccionarios. No quieren que hablemos de esto, igual que no quieren que hablemos de la pobreza, de la precariedad o de cómo el feminismo revolucionario ha sido históricamente una punta de lanza contra las guerras imperialistas.

Porque sí, compañeras y compañeros, la lucha por la paz ha sido siempre una lucha de clase y una lucha feminista. Las mujeres trabajadoras han estado al frente del rechazo a la guerra, desde las hilanderas de Lyon en 1870 hasta las revolucionarias como Rosa Luxemburgo o Clara Zetkin, que denunciaron la carnicería de la Primera Guerra Mundial como lo que era: un conflicto entre burgueses para seguir explotando a los pueblos. Hoy, nosotras debemos recoger su testigo. Nos dicen que las guerras «nos protegen», pero sabemos que las que mueren en los bombardeos, las que son desplazadas y las que sufren la violencia en los conflictos bélicos somos nosotras. Nos dicen que es por «seguridad», pero nosotras sabemos que nuestra seguridad no está en los tanques ni en los cazas Eurofighter, sino en los derechos laborales, en los servicios públicos y en la soberanía de los pueblos.

Los presupuestos de guerra son presupuestos contra la clase obrera. Lo fueron en 1870, cuando las hilanderas llamaron a la deserción frente a la guerra franco-prusiana. Lo fueron en 1917, cuando las mujeres rusas salieron a la calle con el lema «Pan, paz y trabajo», desencadenando la Revolución Bolchevique. Y lo son hoy, cuando nos intentan vender que para garantizar nuestra seguridad debemos aceptar recortes sociales, mientras los grandes capitalistas siguen llenando sus bolsillos con la industria armamentística.

El capitalismo necesita la guerra. El feminismo de clase necesita la paz. Y la paz solo vendrá con la organización y la lucha contra este sistema que nos condena a la miseria, la violencia y la explotación. Que no nos vengan con cuentos de seguridad mientras nos desarman en lo fundamental: la educación, la sanidad y los derechos laborales.

Basta ya de financiar la maquinaria de guerra del imperialismo. Viva la lucha de las mujeres trabajadoras. Viva la paz, viva el socialismo. ¡Y abajo el patriarcado y el capitalismo que nos condenan a su violencia sin fin!

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