Se cumplen 94 años del 14 de abril de 1931, día en el que se produce un punto de inflexión en el proceso de lucha de pequeña y la mediana burguesía contra la burguesía latifundista y terrateniente, la oligarquía financiera y la Iglesia católica – siendo la monarquía la punta de lanza del estado que defendía los intereses de éstos y garantizaba la dominación de esta tripleta-, una lucha donde los intereses del proletariado fueron subordinados a los de la burguesía contraria a la monarquía, gracias a la deplorable conducción política del PSOE y de los anarcosindicalistas que nunca plantearon disputar las riendas de la dirección política a la burguesía, algo que quedó nítidamente contrastado en el Pacto de San Sebastián en agosto de 1930, constituyéndose el “Comité Revolucionario”. Un PSOE, siempre traicionero y traidor al proletariado que había colaborado con la dictadura de Primo de Rivera, al igual que la UGT.
Así, con huelgas, asonadas militares cómo las ocurridas en Jaca o en Madrid en diciembre de 1930, fusilamientos perpetrados por la criminal monarquía de Alfonso XIII, y con una situación social de gran agitación contra la monarquía, se empujó a ésta a la convocatoria de elecciones municipales, llegándose a las elecciones municipales de 12 de abril de 1931 donde vencen las fuerzas políticas republicanas, con el pueblo en la calle, éste forzó al gobierno del Almirante Aznar a dimitir, proclamándose en Eibar el 13 de abril la República, exiliándose Alfonso XIII en Francia y decretándose la Segunda República Española por parte del Comité Revolucionario en la tarde del 14 de abril de 1931.
Hoy, 94 años después, algunos partidos que, aun llamándose comunistas ensucian la palabra comunista y escupen a la ciencia del marxismo-leninismo, salen a la calle a reivindicar lo que fue la Segunda República Española y, de paso, hacen un ejercicio de revisionismo histórico y, por tanto, de oportunismo sin parangón, no dudando en ir de la mano con los que son como ellos, oportunistas, y en seguir engañando y traicionando a la clase obrera.
Cuando estos oportunistas salen a la calle a reivindicar la Segunda República salen a reivindicar un período histórico que demostró que la pequeña y mediana burguesía fue incapaz de desarrollar una revolución democrático-burguesa, un periodo donde los republicanos burgueses, en alianza con la socialdemocracia traidora, no dudaron en doblegarse ante la oligarquía financiera y los terratenientes ignorando las aspiraciones del proletariado y el campesinado pobre. Un período donde la pequeña y mediana burguesía pusilánime no sólo despreció al proletariado y al campesinado pobre y los jornaleros, sino que permitió el reagrupamiento y el fortalecimiento del fascismo.
Lo que celebran los oportunistas el 14 de abril era definido por el camarada Jorge Dimitrov – en “La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional Comunista en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo. Informe ante el VII Congreso de la Internacional Comunista” (págs. 17-18 Emiliano Escolar Editor, Madrid, 1977) – de la siguiente manera:
“¿Tenía que triunfar inevitablemente la burguesía y la nobleza en España, país donde las fuerzas de la insurrección proletaria se combinan tan ventajosamente con la guerra campesina? (…) Los socialdemócratas españoles estuvieron representados en el gobierno desde los primeros días de la revolución ¿Establecieron acaso un contacto de lucha entre las organizaciones obreras de todas las tendencias políticas incluyendo comunistas y anarquistas? ¿Fundieron a la clase obrera en una sola organización sindical? ¿Exigieron acaso la confiscación de todas las tierras de los terratenientes, de las iglesias y los conventos a favor de los campesinos para conquistar a éstos para la revolución? ¿Intentaron luchar por la autodeterminación nacional de los catalanes, de los vascos, por la liberación de Marruecos? ¿Limpiaron al ejército de elementos monárquicos y fascistas, preparando el paso de las tropas al lado de los obreros y de los campesinos? ¿Disolvieron a la guardia civil, verdugo de todos los movimientos populares, tan odiada por el pueblo? ¿Asestaron algún golpe contra el partido fascista de Gil Robles, contra el poderío del clero católico? No, no hicieron nada de esto. Rechazaron las reiteradas proposiciones de los comunistas sobre la unidad de acción contra la ofensiva de la reacción de los burgueses y de los terratenientes y del fascismo. Promulgaron una ley electoral que permitió a la reacción conquistar la mayoría en las Cortes y una serie de leyes que decretaban duras penas contra los movimientos populares, leyes que sirven ahora para juzgar a los heroicos mineros de Asturias. Fusilaron por mano de la guardia civil a los campesinos que luchaban por la tierra, etc. (…) Así desbrozó la socialdemocracia el camino al poder del fascismo, lo mismo en Alemania que en Austria y que en España, desorganizando y llevando la escisión a las filas de la clase obrera.”
En 1935, las cárceles de la Segunda República encerraban a 30.000 presos políticos obreros, sindicalistas, y mantenía en el Ejército a fascistas represores de los obreros en Asturias y otras partes del estado español, como al asesino de Franco.
Nuestro Partido, de la Segunda República, únicamente reivindica el papel jugado por el proletariado y el campesinado pobre y el papel del PCE tanto en el desarrollo de la política del VII Congreso del Comintern en España, del Frente Único y Frente Popular, como en la guerra nacional revolucionaria contra el fascismo junto a la bravura del proletariado español.
Las enseñanzas que nos tiene que dar la Segunda República es que la única clase revolucionaria es el proletariado, y que es la única clase social que puede abrir un proyecto histórico diferente al imperialismo, el proyecto histórico del comunismo.
94 años después del inicio de la Segunda República, vivimos en un mundo donde se cumplen, por primera vez en la historia, las condiciones establecidas por Marx para un cambio de formación socioeconómica “Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan, o por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización.” (Carlos Marx y Federico Engels, Obras Escogidas, Tomo I, pág. 270. Ed. Progreso. Moscú, 1980).
Con el desarrollo de la inteligencia artificial, de la automatización de los procesos productivos, el capitalismo ha desarrollado al máximo las fuerzas productivas que caben dentro de él, de hecho, hace que el propio capitalismo se niegue a sí mismo, al perseguir la minimización de la parte de capital variable, que es la parte que le genera la plusvalía, desequilibrando por completo la composición orgánica del capital.
Hoy en este sistema caduco y moribundo, con la robotización y la automatización de la producción ya se establecen las condiciones materiales para que se armonicen el ingente desarrollo de las fuerzas productivas con las relaciones de producción, que bajo el imperialismo se exacerba su antagonismo en tanto se produce una socialización amplísima de la pobreza, expulsando al ser humano del trabajo y, por tanto, de la obtención de su sustento, y sin embargo, se privatiza al máximo el beneficio, en una parte ínfima de la población. Y la única manera de que se produzca dicha armonización pasa porque los medios de producción, y su desarrollo tecnológico, sea socializado para que toda la riqueza que éste genere esté a disposición de la humanidad y no de una minoría. De hecho, el desarrollo del imperialismo ha privatizado, concentrado, tanto la riqueza en unas pocas manos, en unos pocos monopolios, que no sólo ha sumido en la pobreza a cada vez una mayor parte del proletariado, sino que ha devorado a la propia burguesía, de tal modo que la ha condenado a la ruina y a la proletarización a cada vez más parte de la propia clase burguesa, de la pequeña y mediana.
El proletariado, pues, como ya hemos mencionado, es la única clase revolucionaria porque así lo constata y ratifica el desarrollo de las fuerzas productivas. Lamentablemente, hay algunos que se mal denominan comunistas que siguen incidiendo en el interclasismo, en una política de alianzas entre clases sin comprender que la composición de la sociedad ha cambiado, al igual que la situación en la que se halla el imperialismo, que lejos de hundirlo lo que hace es frenar el cumplimiento de la misión histórica del proletariado, que es derrocar revolucionariamente el imperialismo e imponer su proyecto histórico: El comunismo. Por ello, hoy es obligado combatir a muerte al oportunismo, el mayor cáncer que maniata y desvía al proletariado.
Los comunistas no podemos reivindicar hoy una revolución democrático-burguesa porque el imperialismo ya ha rebasado dicha fase, el imperialismo, la concentración máxima de la riqueza en las mínimas manos, reflejándose este hecho en la superestructura como la tendencia a la reacción, como el fascismo como ideología y forma de ejercer el poder omnímodo de los monopolios, del capital financiero. Hoy evocar la Segunda República como lo hacen los oportunistas no es más que seguir engañando al proletariado en el estado español y, por consiguiente, alejarlo de la misión que le corresponde realizar: Construir sus órganos de poder para confrontar al capitalismo y su estado, derrocar revolucionariamente a la burguesía y a su formación socioeconómica capitalista e imponer la dictadura del proletariado para desarrollar el socialismo (comunismo inmaduro) y poner a disposición del proletariado y del desarrollo de la Revolución proletaria mundial todos los medios de producción y la riqueza liberada.
¡PROLETARIOS DEL MUNDO, UNÍOS!
¡POR EL DESARROLLO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL!
¡POR LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA MUNDIAL! ¡POR EL SOCIALISMO, POR EL COMUNISMO!
Madrid, 13 de abril de 2025ç
COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E)