El socialismo como la única respuesta ecológica real

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Los problemas ecológicos son un tema muy preocupante para la clase trabajadora, que son los que más sufren en sus carnes los efectos del cambio climático: la contaminación del ambiente, la deforestación, etc. La burguesía, conocedora de esta preocupación y de que ella es la culpable, clama a los cielos sobre estos problemas y para darles explicación desempolva los ya manidos trabajos de Malthus librando así su batalla ideológica. Todo para exculparse de forma rastrera hablando del ser humano como un cáncer que mata a la Tierra, a esparcir la culpabilidad a todas las personas por igual y a poner fecha de caducidad al planeta, atreviéndose incluso a fechar antes el fin del mundo que el fin de su sistema criminal.

Ésta argumentación no puede estar más alejada de la realidad, tal como lo demuestra el informe publicado por la organización Carbon Disclosure Project que señala como el 71% de las emisiones globales desde 1988 son responsabilidad de 100 empresas y más del 50% sólo a 25 de ellas. Otro informe también demuestra cómo los esfuerzos de los centros imperialistas por luchar contra la contaminación no son más que una cortina de humo que simplemente consigue deslocalizar la contaminación a países subdesarrollados. Ninguno de los anteriores informes proviene de fuentes sospechosas de promover el socialismo, ni tan siquiera el “anticapitalismo”, si no que aportan un análisis científico y riguroso de la realidad, que tozudamente niega el argumentario burgués. Es ampliamente sabido y reconocido que el mismo concepto de “huella de carbono individual” fue inventado en 2004 por la empresa British Pretroleum con tal de desviar la atención de su responsabilidad. Estos son algunos de los ejemplos que tiran por la borda las excusas capitalistas y sus ansias malthusianas de culpar a toda la humanidad de las vergüenzas burguesas, dejando claro explícitamente que todo esto es un arma ideológica más, utilizada para intentar alargar todavía más la duración de su pútrido sistema.

Dicha arma es efectiva y corroe gran parte del movimiento ecologista, el cual deambula sin una dirección ideológica clara y recibiendo con puertas abiertas a toda la basura anticientífica que impregna dicho movimiento, convirtiéndolo así en una herramienta perfecta para evitar que los proletarios con conciencia ecológica se acerquen al materialismo dialéctico (con el análisis que éste da). Todo esto desemboca en que en las masas se acabe sembrando así la idea de que la única alternativa viable es el decrecimiento, que la culpa de la situación ecológica es individual e incluso llegando a concebir a la raza humana como un virus que solo merece ser extirpado. Cada idea más reaccionaria que la anterior, convirtiendo dicho movimiento no sólo en algo inofensivo para los intereses capitalistas sino en un catalizador perfecto de ideas fascistas.

Ya se ha expuesto más arriba la falsedad de la culpa individual, en cuanto a la concepción de la raza humana como un virus destructor, que no es otra cosa que la proyección del carácter parasitario y cancerígeno del sistema burgués en la idea de un ser humano general, por encima de las clases y desconectado por completo de su realidad material. Ambos “argumentos” no son más que apéndices del gran esfuerzo ideológico de los burgueses de naturalizar las relaciones de producción capitalistas para intentar hacer creer que el capitalismo está grabado en el código genético de los seres humanos, distorsionando por completo la realidad. Son las condiciones materiales las que esculpen el pensamiento humano y justamente el sistema burgués intenta esculpir sus ideas criminales en toda la raza humana, cuando éstas son las más terroristas y antihumanas que ha conocido la historia. En cuanto al decrecimiento como única alternativa, es una falsedad aún mayor ya que la pequeña producción artesanal no es el fin de la producción en masa, si no su origen, dejando claro que la “alternativa” que promete el ecologismo es tratar de echar atrás la rueda de la historia humana, algo no solo abiertamente anticientífico, si no que imposible.

Este hecho no pasa desapercibido por los capitalistas, siendo vital para sus intereses que los proletarios preocupados por el medio ambiente se embarquen en un laberinto sin salida de ideas reaccionarias y que aspiren a llegar a una idea romántica de la producción precapitalista supuestamente más cercana a la naturaleza. Lo cual es la punta de lanza para intentar alejar a los trabajadores honestos de las soluciones científicas del materialismo dialéctico y el marxismo-leninismo.

Mientras que los capitalistas recurren a ese pensamiento mágico para escurrir el bulto, el marxismo-leninismo es completamente contrario a dichos preceptos completamente reaccionarios, su análisis y sus conclusiones parten del pensamiento científico. El materialismo dialéctico deja claro que el principal problema son las relaciones de producción capitalistas que subyugan todo avance técnico y productivo a su constante necesidad de expansión inexorable y apuesta del máximo beneficio a corto plazo sin importar las consecuencias a largo plazo. Por esto Marx ya lo dejaba claro en la Sección IV del primer libro de “El Capital”:

Y todo progreso de la agricultura capitalista es un progreso no sólo en el arte de depredar al trabajador, sino también y al mismo tiempo del arte de depredar el suelo; todo progreso en el aumento de la fecundidad para un plazo determinado es al mismo tiempo un progreso en la ruina de las fuentes duraderas de esa fecundidad […] Por eso la producción capitalista no desarrolla la técnica y la combinación del proceso social más que minando a su mismo tiempo las fuentes de las que mana toda la riqueza: la tierra y el trabajador”.

Este pan para hoy pero hambre para mañana inherente a su sistema económico es la principal razón de que el planeta se encuentre en la situación crítica en la que se encuentra, por tanto, mientras no desaparezca dicho sistema no se podrá construir una producción acorde a las necesidades humanas respetando el planeta. Dejando claro una vez más que la solución no es tratar de volver a un pasado que nunca existió sino hacer avanzar la sociedad humana hacia un futuro prometedor. La única forma de construir una producción que satisfaga todas las necesidades humanas sin sacrificar el planeta por el camino es una economía socialista planificada que abogue por el beneficio colectivo a largo plazo sin dejarse llevar por los beneficios a corto plazo cuyas secuelas pueden ser catastróficas.

Por mucho que los burgueses intenten hacer creer que su forma de hacer las cosas es la única posible, es falso y hay experiencias históricas que deberían ser los ejemplos a seguir y las bases desde las que comenzar a construir la futura producción saludable para el medio ambiente. Dichos ejemplos pertenecen a experiencias que representan la mayor aspiración del ser humano: el Socialismo.

Desde un análisis honesto y riguroso de la experiencia soviética de la época de Lenin y Stalin puede sorprender encontrarse con que se hicieron grandes avances científicos y se apostó por producir a la vez que se protegía el medio ambiente con fuertes medidas. Evitar el uso de pesticidas y abonos químicos, el cuidado y desarrollo del suelo mediante la reforestación, apostar por una agricultura extensiva con monocultivos en vez de una intensiva con policultivos; son medidas revolucionarias muy importantes que estaban en el orden del día en el naciente estado soviético. Todas estas medidas fueron más que innovadoras entonces y lo siguen siendo ahora, por ello la burguesía se gasta infinitos recursos en ocultar este impulso ecológico que va de la mano con el socialismo. Lástima que con la toma de la dirección del PCUS por su parte oportunista se abandonó esa senda para tomar la emulación de la producción intensiva del capitalismo para intentar competir con él, acabando con esa posición de vanguardia del socialismo en el cuidado del medio ambiente. Todo esto provocó una grieta que los capitalistas aprovecharon, lanzándose como carroñeros para alejar la lucha ecológica del socialismo e intentar oponer la idea de la revolución como base de los problemas ecológicos. A continuación se muestran una serie de tablas que demuestran lo expuesto, han sido extraídas del libro: “Ecología Real: Una Historia Soviética y Cubana” de Guillaume Suing y editado por Templando el Acero.

Otro gran ejemplo es el de la revolución en Burkina Faso, la cual en únicamente en 4 años y con los escasos recursos que disponía demostró la capacidad creadora del socialismo y su poder de protección del medio ambiente. Tomando así las medidas de socialización de la tierra, apostando por la reforestación y acabando con la mayor campaña anti desertificación de África. Por desgracia dicha experiencia acabó con el golpe criminal de los imperialistas. Con cada análisis de los ejemplos históricos queda claro que, no sólo la lucha por el medio ambiente solo puede ser solventada en el socialismo, sino que los burgueses y su sistema criminal son el mayor obstáculo para su consecución.

Finalmente cabe resaltar la experiencia cubana la cual demuestra como teniendo una economía racional socialista permite, frente a medidas genocidas como el bloqueo, que desde la caída de la URSS hasta ahora se haya convertido en la vanguardia mundial de la agroecología y en un ejemplo de economía ecológica. Esto se ve con su apuesta por las energías renovables, su restauración de suelos y su apuesta por los fertilizantes biológicos como las lombrices, entre otras medidas. Demostrando de esta forma que el socialismo, incluso contra todo el poder burgués y con recursos escasos, tiene como una de sus primeras prioridades el cuidado medioambiental. Además, demuestra también que, de la mano con los avances científicos y técnicos, se pueden llevar a cabo medidas que para el movimiento ecológico actual guiado por chamanes les parecen de fantasía.

No es objetivo de este trabajo hacer un balance histórico de dichas experiencias históricas, pero no está de más exponer ejemplos de las posibilidades de protección del medio ambiente que ofrece una economía planificada cuyo objetivo es el beneficio social. También sirven para desmontar años de propaganda burguesa que trata de poner un muro insalvable entre el desarrollo social y económico que trae el socialismo y la lucha por el cuidado del planeta. La idea del decrecimiento económico como única alternativa viable a la producción actual es expuesta como la falsedad propagandística que es, cuyo único objetivo es el aturullamiento del proletariado.

La lección a extraer de las experiencias arriba expuestas es que para la consecución de una economía que cubra las necesidades humanas sin descuidar el medio ambiente es necesario que la producción esté en constante colaboración con los avances científicos que permitan conseguir el avance productivo sin la destrucción ecológica. También es indispensable una revolución técnica constante que facilite la convivencia de la producción humana con la protección del medio ambiente. Queda claro que un requisito sine qua non de estos objetivos es que toda la superestructura social esté en disposición a ello, dejando patente que con la actual es imposible y que ha de ser el proletariado que mientras cumpla con su aspiración clave, la construcción del socialismo, uno de sus pilares ha de ser la necesidad de que la producción sea acorde a las posibilidades que nos da el planeta.

Para llevar a cabo la construcción del socialismo se ha de destruir del sistema capitalista previamente y para ello la clase obrera se ha de unir en torno a su vanguardia revolucionaria, que la ha de guiar para unir todas las luchas. La única forma de conseguirlo es la exposición del pensamiento que impregna el movimiento ecologista actual como la herramienta ideológica reaccionaria, anticientífica y falsa que es. Mientras no se aleje a los trabajadores de ese movimiento pútrido no se desarrollará la ansiada y necesaria unidad de todas las luchas.

 

Comisión de Movimiento Obrero y de Masas del Comité Central del Partido Comunista Obrero Español

Fuente: pcoe.net

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