Luis Alberto Portuondo (Granma).— Siete niños esperan por la «seño» Dagmara para que los conduzca al interior del Departamento de Hemodiálisis del Servicio de Nefrología, del Hospital Infantil Norte Dr. Juan de la Cruz Martínez, ubicado en la ciudad de Santiago de Cuba. Allí se atiende a los pacientes pediátricos que padecen enfermedades renales, en la región oriental del país.
«Es que nuestros padres se quedan afuera de la sala y ella nos acompaña y nos asiste. La queremos mucho y confiamos en ella», expresó la adolescente holguinera Melissa Pérez Socarrás, quien, desde hace tres años, pasa casi todos sus días entre la sala y el Hogar de Nefróticos, adyacente a la institución, lejos de su terruño mayaricero.
«Soy enfermera e hija de enfermera; desde pequeña supe que esta profesión sería lo que más sentido daría a mi vida, y lo digo con certeza, porque lo hago desde hace 20 años en el Hospital y con los niños que tanto amor me brindan y merecen», refirió, en diálogo con Granma, la licenciada Dagmara Laogart Cuello, quien lidera a la docena de enfermeras que laboran en ese Departamento.
«Esta actividad es muy compleja, operamos cada riñón artificial, puncionamos las fístulas que dan el acceso vascular, manipulamos los catéteres de doble luz; y nos enfrentamos a situaciones complejas como los estallidos de los aneurismas que provocan las fístulas. Sin amor no se puede trabajar con estos pacientes. La propia enfermedad les provoca cambios frecuentes de carácter», expuso la también madre de tres hijos que, según sus propias palabras, «me apoyan y saben que tienen aquí a sus otros hermanitos».
Sin perder el enfoque asistencial, la enfermera escribe a la doctora Maglis Padilla Igarza, especialista en Nefrología sobre el caso «de Anabel Rodríguez Martínez, de 15 años, cuyo padre será el donante, pero que aún restan exámenes de compatibilidad y otros que, de momento, solo se realizan en la capital». Al mismo tiempo coordina con el sicólogo de la Sala la próxima actividad «del proyecto sicopayasos, y de otros que desarrollamos de conjunto con varios factores, para atender, de manera integral, a cada infante y a sus familiares, con los que siempre debemos sostener una comunicación lo más asertiva posible», precisó.
De acuerdo con Laogart Cuello, «una enfermera que se respete no conoce límites de horario y no se desentiende de nada; por ejemplo, sabemos que los taxis deben trasladar a los pacientes y a sus acompañantes desde y hacia sus residencias y, en ese sentido, las coordinaciones resultan imprescindibles».
Ella asegura que cada niño tiene un sitio especial en su corazón, «recuerdo con nostalgia a los que ya no están, como Leonis, que era muy alegre y optimista; con satisfacción, a los que ya fueron trasplantados o padecían una insuficiencia renal aguda y, con el tratamiento y la asistencia adecuados ya no se someten a la hemodiálisis; y atiendo, con mucho empeño y esperanza, a los que reciben cada día el tratamiento en nuestro Servicio, sean de la Punta de Maisí, de la Llanura del Cauto, de las zonas cañeras de Las Tunas, de las montañas de Holguín, o de mi querida Santiago de Cuba».
