El mundo de hoy: Solo la Revolución Socialista salvará millones de vidas obreras hoy en peligro

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El capitalismo universal ha llegado hoy, es decir, desde comienzos del siglo XX aproximadamente, a la fase del imperialismo (…) época del capital financiero, es una economía capitalista tan altamente desarrollada, en la que las agrupaciones monopolistas de los capitalistas – consorcios, cárteles, trusts – adquieren una importancia decisiva; en la que el capital bancario, enormemente concentrado, se fusiona con el capital industrial; en la que se desarrolla en colosales proporciones la exportación de capital a países extranjeros; en la que el mundo se halla ya territorialmente repartido entre los países más ricos y ha comenzado el reparto económico del mundo entre los trusts internacionales (…) Ante tal estado de cosas son inevitables las guerras imperialistas, es decir, las guerras libradas por la dominación mundial, por ganar mercados para el capital bancario y por el sojuzgamiento de los pueblos pequeños y débiles (…) El extraordinario grado de desarrollo que ha alcanzado el capital mundial en general; la sustitución de la libre competencia con el capitalismo monopolista; la preparación por los bancos y las agrupaciones de capitalistas del aparato necesario para la regulación social del proceso de producción y distribución de los productos; el aumento del costo de la vida, el crecimiento de la opresión de la clase obrera por los sindicatos monopolistas, debido al desarrollo de los monopolios capitalistas; los tremendos obstáculos que se levantan ante la lucha económica y política de la clase obrera; los horrores, las calamidades, la ruina y el embrutecimiento engendrados por la guerra imperialista, todos estos factores convierten la etapa presente del desarrollo capitalista en una era de la revolución proletaria, socialista” (Lenin, OC. t.XXXVIII, págs. 95-96. Ed. Progreso, Moscú, 1986).

 

Como puede comprobarse, lo expresado por Lenin, allá por 1919, describe perfectamente el momento actual en el mundo y, sobre todo, los días corrientes donde la situación de la clase obrera es paupérrima, tanto en el aspecto material como en el espiritual, como consecuencia de la concentración de la riqueza en unas pocas manos y la socialización de la miseria y del carácter reaccionario del imperialismo – que tiene que recurrir a la ideología fascista para reprimir y confrontar al proletariado – como única forma para mantenerse en el poder, así como la situación de guerra entre las diferentes potencias imperialistas por la hegemonía mundial, por la dominación y sometimiento de los pueblos, la conquista de los mercados para el capital financiero, en definitiva, por un reparto del mundo – ya repartido – que está en permanente movimiento en virtud del desarrollo de las fuerzas imperialistas que los imperialistas siempre hacen mediante la guerra.

Sin embargo, el momento actual posee dos aspectos cardinales que el mundo que nos describía Lenin no poseía: un grado de integración mundial infinitamente mayor – donde la economía mundial está totalmente entrelazada, es una única economía – y el ingente desarrollo de las fuerzas productivas como consecuencia de la robotización, la inteligencia artificial y la automatización de los procesos en todos los sectores económicos.

En este sentido Marx, en enero de 1859, en el Prólogo de la contribución a la crítica de la economía política, señalaba las dos condiciones necesarias para la desaparición de una formación social y su sustitución por otra más elevada, y concretando dicha desaparición en lo que respecta de la formación socioeconómica burguesa, o capitalista, expresándolo de la siguiente manera: “Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan, o por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. (…) Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de producción: antagónica (…) en el sentido (…) de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con esta formación se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad humana” (Carlos Marx – Federico Engels. Obras Escogidas, t. I, pág. 270. Editorial Progreso, Moscú, 1980).

Como no puede ser de otro modo, Marx y Lenin coinciden en que la formación socioeconómica capitalista es “la última forma antagónica del proceso social de producción”, esto es, la última en la que la relación de propiedad con respecto de los medios de producción eleva una sociedad dividida en clases sociales antagónicas consecuencia de la propiedad privada sobre los medios de producción, esto es, una sociedad de explotadores y explotados, de poseedores y desposeídos, y ambos coinciden en que es la socialización de los medios de producción lo que resuelve este antagonismo.

Sin embargo, en la época de Lenin el imperialismo, como lo ha atestiguado este siglo transcurrido, en lo que respecta a las fuerzas productivas, todavía tenía un gran margen de desarrollo y, consecuentemente, éstas todavía no brindaban las condiciones materiales para la superación de la formación socioeconómica capitalista. Por ello, la Revolución proletaria mundial que tenía en mente Lenin, a tenor de lo que reflejaban y expresaban sus escritos desde 1918, no pudo abrirse camino, y también nos muestra la titánica obra de los bolcheviques haciendo triunfar la revolución soviética y construyendo el socialismo en la URSS, a pesar de no darse las condiciones enunciadas por Marx, consiguiendo ubicar un estado plurinacional, como el soviético – conformado por naciones atrasadas en términos económicos -, en dos décadas a la cabeza del mundo, por encima de las potencias imperialistas, demostrándonos la URSS en el terreno práctico, no sólo la superioridad del socialismo con respecto del imperialismo sino, también, cómo el proletariado debe derrocar al capitalismo y tomar el poder político y económico, constituyendo la experiencia soviética un poso de conocimiento teórico y práctico fundamental para que el proletariado se organice para cumplir con su misión histórica: derrocar revolucionariamente el imperialismo (prehistoria de la sociedad humana) y hacer que la humanidad construya y escriba conscientemente la historia de la sociedad humana (el comunismo, comenzando por su fase inmadura y transitoria, el socialismo).

Hoy se cumplen las dos condiciones objetivas planteadas por Marx para la desaparición de la formación socioeconómica, del imperialismo, como consecuencia del desarrollo tecnológico, de la automatización, en tanto ésta no sólo desarrolla al máximo las fuerzas productivas, poniéndolas en contradicción con las relaciones de producción existentes por las que la ingente riqueza creada se privatiza en favor de una absoluta minoría mientras que la pobreza y la miseria se socializa de manera maximalista, unas fuerzas productivas que establecen las condiciones materiales ya existentes que posibilitan la superación de la formación socioeconómica vieja, la imperialista, y exige el paso a una superior donde las relaciones de producción se armonicen con el ingente desarrollo de las fuerzas producidas. Y es que el desarrollo de las fuerzas productivas en la actualidad, con la robotización, ya no corresponde al imperialismo, sino que niega a éste en tanto desarbola la composición orgánica del capital, minimizando la parte de capital variable y, por ende, minimizando la obtención de plusvalía negándose, de facto, la esencia del capitalismo. Esto es, dentro de la formación socioeconómica capitalista, la automatización provoca que en la base económica se dé una confrontación entre lo nuevo – el socialismo – (desarrollo de las fuerzas productivas que no corresponden ya al capitalismo consecuencia de la automatización) y lo viejo – el imperialismo – unas relaciones de producción estrechas que niegan que la gran cantidad de riqueza alcance a la mayoría de la humanidad, y que de hecho desacompasan la producción con la capacidad de consumo, despojando a la mayoría de la humanidad de la capacidad para satisfacer las más elementales necesidades básicas a pesar de la abundancia existente, convirtiéndose el imperialismo, de manera objetiva, en un obstáculo para el desarrollo del progreso humano. Por tanto, hoy por primera vez, sí estamos en el momento histórico en el que le corresponde a la humanidad armonizar el desarrollo de las fuerzas productivas llevándose por delante las estrechas relaciones de producción existentes, acabando con el antagonismo del que hablaba Marx, acabando con la propiedad privada sobre los medios de producción, socializándolos, y ello únicamente puede materializarse de manera revolucionaria, tal y como nos enseña la historia en los sucesivos cambios cualitativos o cambios de formaciones socioeconómicas.

Y mientras las condiciones objetivas, por primera vez en la historia, se dan para la Revolución socialista, el proletariado debe crear las condiciones subjetivas mediante su parte más avanzada, en términos de conciencia de clase, esto es, el Movimiento Comunista, en combate contra el oportunismo y el fascismo y con la ciencia del marxismo-leninismo como arma más poderosa de combate, mostrando al proletariado esta realidad y haciéndole tomar conciencia de la misma, dirigiéndolo hacia el cumplimiento de su misión histórica, la construcción del socialismo y del comunismo como única fórmula posible de conciliación del enorme desarrollo de las fuerzas productivas con la relación de producción acorde a éste, siendo condición sine qua non la eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción.

Y mientras esto que hemos expresado no se produzca, el imperialismo moribundo prosigue en la senda de la barbarie, de la confrontación y de la guerra imperialista, resolviendo sus cuitas, irresolubles, mediante la fuerza, imponiendo el pillaje y cometiendo atrocidades cada vez mayores, véase el exterminio producido contra el  pueblo palestino, véase la enorme cantidad de recursos económicos destinados a hacer armas sofisticadas para asesinar a centenares de miles, o millones, de seres humanos – los cuales con la automatización, bajo la propiedad privada de los medios de producción, se convierten en excedente humano para los capitalistas – en lugar de destinar esos recursos a garantizar la vida digna de la humanidad, de incrementar la esperanza de vida, en definitiva, de garantizar la pervivencia de la humanidad poniendo al ser humano en el centro del mundo, en el centro de la política y la economía.

Hablábamos del genocidio en Palestina, no menos genocidio es lo que está aconteciendo en Argentina – donde el gobierno del fascista Milei está condenando a la pobreza al pueblo en general, y a los jubilados en particular, matándolos de facto al robarles una parte importante de la pensión de jubilación y negándole el acceso a los medicamentos, aparte de erosionar al máximo, y liquidar,  la sanidad pública -, o los bloqueos infames a países como Cuba o la República Popular y Democrática de Corea (Corea del Norte), una depauperación de la vida de los pueblos y una opresión que ya nos dibujó Lenin con exactitud.

El mundo hoy se mueve en la barbarie de genocidios, asesinatos, crímenes de lesa humanidad, saqueo y sojuzgamiento de los pueblos, y las élites, los monopolios, gozan de una absoluta impunidad no dudando en conducir a la humanidad a la guerra imperialista, donde mueren los obreros para que estas élites sigan manteniendo la riqueza a costa de las vidas del proletariado y, de paso, es la forma que tienen de poner palos a la rueda de la historia, que es la rueda de la lucha de clases que tritura dichos palos en su dinámica.

En la anterior legislatura de Trump, allá por 2018, se acentuó la guerra comercial contra China al objeto de impedir, y frenar, su desarrollo tecnológico y comercial, imponiendo aranceles, fundamentalmente, a los productos de tecnología alta y muy alta, al objeto de asfixiar en este terreno a China para favorecer a los monopolios norteamericanos y tratar de reducir el papel del gigante asiático en las cadenas de valor global. Un desarrollo, el chino, que se dio como consecuencia de la forma de actuar del bloque imperialista norteamericano y sus aliados – u occidente como les gusta autodenominarse a los chovinistas fascistas, con independencia del ropaje burgués con el que se vistan – en la crisis de las subprime, donde redujeron drásticamente la demanda de mercancías a China, poniendo ésta el excedente productivo de su maquinaria productiva al servicio de su política exterior al objeto de dar salida a su producción y, mediante la formulación de la Nueva Ruta de la Seda, o Iniciativa de la Franja y la Ruta, en 2013, China se lanzó a crear una red comercial y económica a nivel mundial conectando China con el resto del mundo a través de lo que denomina rutas terrestres, marítimas y digitales. De tal manera que esa producción que antaño vendía a las potencias imperialistas norteamericana y europeas, China le da salida ensanchando su relaciones bilaterales y comerciales con países de todos los continentes, construyendo infraestructuras para facilitar el flujo comercial con dichos países y, sobre todo, garantizar la obtención de los recursos energéticos y minerales necesarios para el desarrollo chino empleando la herramienta del comercio y de la deuda para garantizar dichos objetivos. Sin embargo, a diferencia del imperialismo norteamericano que roba mediante la injerencia política, el golpismo, los bloqueos económicos y la guerra, los chinos establecen relaciones bilaterales con dichos países estableciendo intercambio económico, comercial y también financiero mediante los que establece lazos con dichos estados que, cuando no pueden saldar sus compromisos con el gigante chino éste, en compensación, recibe el control de recursos o infraestructuras que pasan a ser explotados por monopolios chinos. Esto es, mientras unos emplean la fuerza bruta para saquear los otros establecen una relación bilateral que, finalmente, desemboca en una relación de dependencia económica.

Las medidas adoptadas por Trump, y los aranceles impuestos a China, allá por 2018, como el tiempo se ha encargado de demostrar, sirvieron de bien poco y fueron un auténtico fracaso. Hoy China, en desarrollo tecnológico e inteligencia artificial está por encima de EEUU, al igual que en la generación de energía, por no hablar de la actividad comercial de China. Mientras China en 2024 tuvo un superávit comercial de 992.000 millones de dólares, EEUU tuvo un déficit comercial de 918.400 millones de dólares.

Sin embargo, lo que en 2018 fue una guerra comercial y los aranceles con los que Trump pretendía dañar el desarrollo tecnológico y la capacidad exportadora de China, la guerra arancelaria impuesta por Trump hoy no atiende a esos parámetros, sino a tratar de impedir que el sistema financiero alternativo lanzado por China, como punta de lanza de los países BRICS, se abra camino en detrimento del sistema financiero, hasta ahora predominante, donde las instituciones – FMI, BM – están manejadas por los EEUU y la moneda de cambio mundial es el dólar, formulación con la que la potencia más criminal de la historia ha ejercido hasta ahora un dominio económico y político sobre el mundo. El Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (AIIB) con depósitos por 97.403,3 millones de dólares, que cuenta como socios con 51 países denominados miembros regionales (Asía, Oceanía y Rusia), 51 países no regionales (de Latinoamérica, Europa y África) y 10 miembros potenciales, esto es, conformado por 102 países socios y 10 miembros potenciales, constituye una pieza fundamental del sistema financiero alternativo de China que confronta con el FMI y el BM. En este sentido, en el mes de marzo de 2025, China dio un paso más en su estrategia de liquidar el sistema financiero manejado por EEUU y que mantiene como moneda de intercambio el dólar, contraponiendo al sistema financiero SWIFT el Yuan digital, que hace que el 38% del comercio mundial realice sus transacciones financieras al margen del sistema SWIFT, al margen del dólar y del control norteamericano, con menores costes financieros y mayor rapidez y seguridad, implicando un paso esencial para liquidar al dólar como moneda internacional de intercambio conllevando que el dólar dejaría de ser  moneda de reserva, o se reduciría como tal, provocando una bajada en la demanda de dólares y, consecuentemente, se produciría una devaluación del valor del dólar en los mercados de divisas, implicando que EEUU dejaría de exportar inflación al mundo, repercutiendo íntegramente en el país norteamericano como consecuencia de la devaluación de EEUU llevándolo a un estallido de la economía de dicho país y, seguramente, a una revolución social y una desintegración de dicho estado. Algo que, sin duda, afectaría de manera decisiva no sólo a la existencia de EEUU como lo conocemos, sino a la sostenibilidad y pervivencia del orden imperialista mundial, de la formación socioeconómica mundial.

Y ante esta confrontación por la hegemonía mundial entre China – potencia ascendente – y EEUU, en franca decadencia imperial, es donde hay que incardinar lo acontecido en el mundo y, más concretamente, en Latinoamérica en esta última semana. Una Latinoamérica que es esencial para EEUU, que sea su auténtico patio trasero y pueda explotarla de manera intensiva y total para tratar de mantener una posición hegemónica que los hechos demuestran que ya no es tal.

Ante las apetencias imperialistas norteamericanas por el Golfo de México, y los pozos y yacimientos petroleros en aguas mexicanas, EEUU comprueba cómo cada vez son más los estados latinoamericanos que aspiran ingresar en los BRICS, que estados americanos forman parte del Banco Asiático de Inversiones en infraestructuras (Argentina, Brasil, Chile, Canadá, Ecuador, El Salvador, Perú y Uruguay) y que su dominio sobre el continente americano está cuestionado por muchos estados.

El fraude electoral en Ecuador, advertido previamente por la propia Asamblea Nacional del Ecuador denunciando el estado de excepción aplicado por Noboa (decreto ejecutivo número 599) en 9 provincias durante el proceso electoral, perpetrado por Noboa que es un esbirro de los EEUU nacido y educado en dicho país, marioneta de Washington cuya función es servir a los intereses norteamericanos, ha conducido a Noboa a la reelección, sirviendo a los EEUU para seguir militarizando la zona y controlar el área pacífico de Centroamérica. En este sentido Ecuador no solo es necesario para que EEUU desarrolle su “guerra cultural” o batalla ideológica contra la izquierda en dicha región, sino también para acosarla militarmente, tanto a Venezuela como a Nicaragua y, también, a Colombia mientras esté en el gobierno Petro, y dar cobijo a los mercenarios norteamericanos – Blackwater – bajo la excusa de combatir el narcotráfico, aunque el fundador de dicha empresa de mercenarios norteamericanos haya dicho públicamente en múltiples ocasiones que pretende asesinar al presidente venezolano Nicolás Maduro. En Ecuador se persigue a los indígenas y la izquierda revolucionaria, un estado fascista tutelado desde Washington que reprime y encarcela a dirigentes comunistas, indígenas y de defensa de los derechos humanos como, por ejemplo, Omar Campoverde o Gabriela Gallardo, los hijos y las hijas de mayo, y que criminaliza y judicializa la disidencia política de izquierda, la lucha social y política del pueblo al objeto de frenarlo con la represión y la violencia.

En la coyuntura actual para EEUU es muy importante dominar Ecuador, no sólo porque es un país que posea petróleo, sino por la ubicación geoestratégica del país. Trump ya ha hecho público su pensamiento de arrebatarle a los panameños el canal de Panamá y sus pretensiones pasan por la ocupación fáctica de las Islas Galápagos, esencial no sólo para controlar el área del Pacífico estableciendo una base militar, que además le serviría para ejercer control de aguas marítimas inmersas en rutas comerciales hacia China, aparte de la existencia de torio en dichas islas, un elemento químico radioactivo esencial para generar energía nuclear con un coste ecológico menor, de manera más segura y menos desechos radioactivos. China pretende construir un ferrocarril que enlace la costa atlántica brasileña, socio chino, con el puerto de Chancay en Perú para facilitar y agilizar el comercio entre China y América del Sur, reduciendo los tiempos y los costes de transporte. Y uno de los objetivos más importantes de la política exterior de Trump, sino el más importante, es dañar económicamente a China, por lo que para dar satisfacción a dicho objetivo es esencial su dominio del continente americano.

Y esto también hay que enlazarlo con la concesión, el pasado lunes, de un crédito del Fondo Monetario Internacional a la Argentina por valor de 20.000 millones de dólares. EEUU debe confrontar la enorme influencia comercial de China en América Latina, en la que Brasil, que forma parte de los BRICS y es aliado y socio de China, es la locomotora económica y comercial de América del Sur. Y es ahí donde Argentina, que posee yacimientos de tierras raras, unido al yacimiento de Vaca Muerta, juega un papel importante, como el otro gran país de América Latina, convertido en uno de los ejes norteamericanos en la guerra que mantiene contra China para construir un eje reaccionario que sirva para que EEUU trate de recuperar plenamente el dominio de América Latina. El gobierno argentino, corrupto, fascista y criminal, no ha dudado en vender por completo la Argentina a EEUU, entregar plenamente su soberanía a EEUU que, ahora, a través del crédito del FMI, pagado ya varias veces por el pueblo argentino, consigue la obtención de todos los recursos energéticos y naturales para los monopolios norteamericanos, y para facilitar esto plantea una reforma legal y de distribución de ingresos entre el gobierno federal y provincial, facilitando la entrega de estos recursos naturales y facilitando, en el caso de así interesarle a los EEUU, la división territorial argentina. Un crédito que obliga a la Argentina a privatizar el sector eléctrico y todas las empresas estatales, que sin duda regalarán a EEUU, máxime tras la devaluación económica de la Argentina; que reforme las pensiones llevando la edad de jubilación a los 70 años, endureciendo las condiciones para tener derecho a acceder a una pensión y rebajando las cuantías de las mismas; eliminar todos los subsidios que reciben las familias obreras argentinas para la rebaja, por ejemplo, de la luz; reducir al mínimo el gasto social y facilitar la exportación de capitales y, cómo no, la transferencia de dólares desde Argentina hacia EEUU. En política exterior, EEUU le exige a Argentina romper todo tipo de relación económica con China, así como dar pasos para que Argentina rompa con Mercosur, mercado suramericano que molesta a los intereses imperialistas de los EEUU en el continente americano. Algo que hasta el propio diario derechista argentino Clarín, del reaccionario Magnetto, reconocía el pasado 18 de abril cuando, con la visita a la Argentina del secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, titulaba dicho encuentro de la siguiente manera: “Donald Trump busca que Milei se integre a su plan para aislar a China en América Latina”, prosiguiendo “Bessent vino especialmente a informar que su país deseaba que los argentinos pusieran fin a su dependencia del financiamiento chino a través del millonario intercambio de monedas, conocido como swap”.

Por otro lado, el pasado lunes visitó a Trump el presidente fascista de El Salvador, Nayib Bukele, cuya labor es la de convertir El Salvador en un inmenso campo de concentración donde EEUU deporte a todo aquel obrero que considere retratando la esencia fascista del gobierno estadounidense. El Salvador que, al igual que Ecuador, es un país en el que impera la corrupción y la represión contra la clase obrera, donde los presos políticos avanzan con la misma fuerza que la pobreza del pueblo, donde el 72% de los hogares salvadoreños no tienen acceso a la vivienda, el 9,2% de la población vive en la pobreza extrema, el 30,3% de la población no tiene acceso a la canasta básica (aunque algo más del 50% de la población salvadoreña se encuentra en situación de inseguridad alimentaria) y el 21,1% se encuentra en situación de pobreza relativa,  según datos del Banco Mundial.

Así es cómo EEUU pretende obtener dólares y fortalecer su economía, robando abiertamente a los pueblos del mundo y masacrando a la clase obrera, creando campos de exterminio en América, creando bases militares y boicoteando a China y a todo aquél que no lleve a cabo lo que desea el fascista estado norteamericano, que en este caso pasa por dinamitar los organismos supranacionales de América Latina y el Caribe así como el Mercosur. Ecuador, El Salvador y Argentina son los ejes de la reedición del Plan Cóndor en el siglo XXI que pretende desarrollar Trump en el continente americano.

Todo esto unido a la política económica de saqueo que pretende imponer EEUU en el mundo, y por supuesto en el continente Americano, que considera su patio trasero y, como tal está actuando, con personajes nazifascistas como los gusanos Marco Rubio – secretario de Estado – y Mauricio Claver-Carone – enviado especial del Departamento de Estado para América -, el cual debe ser dependiente y estar subordinado a los intereses de los monopolios estadounidenses, defensores acérrimos del genocidio contra el pueblo palestino, del bloqueo contra Cuba y de los golpes de estado.

Y ante una situación de bancarrota económica del imperialismo norteamericano, con una deuda impagable, donde 9,2 billones de dólares vencen este año, y con una situación de declive imperial con su sistema financiero, y el dólar, completamente amenazado, la política norteamericana pasa por llevar a cabo una guerra sin cuartel contra China, por la militarización, por el sojuzgamiento de los pueblos, el asesinato y el genocidio y, por supuesto, por la persecución y la represión política y la explotación inmisericorde del proletariado, no dudando en establecer una política de aniquilación de los obreros que les sobran, empezando por los jubilados a los que les están negando, de hecho, la jubilación, los medicamentos y un sistema de sanidad pública, véase Argentina, y continuando por la conflagración militar para que sus élites sigan sosteniendo sus privilegios a costa de la muerte de millones de obreros. En esta dirección, es fundamental dividir y confrontar al proletariado, por eso tanto Trump y sus palmeros, como ahora Milei, agitarán la bandera de la lucha contra la inmigración, el racismo y la xenofobia, piedra angular de la ideología fascista que profesan.

EEUU, como gendarme de la reacción mundial, es el mayor enemigo que tiene hoy la humanidad y ha decidido morir matando, no dudando en llevarse por delante millones de vidas inocentes. La única salida que tiene el proletariado es romper la cadena imperialista y acabar con el fascismo que produce. El desarrollo tecnológico, la automatización, optimiza la producción generando ingente cantidad de riqueza incrementando la productividad y ahorrando tiempos y costes de producción; esta enorme riqueza o se socializa y se pone al servicio de la humanidad convirtiéndose en progreso social – reducción drástica de la jornada de trabajo, rebaja notable de la edad de jubilación, desarrollo y perfeccionamiento de los sistemas de salud pública para el incremento de la esperanza de vida, etc – o las contradicciones que genera en la base económica del capitalismo putrefacto las resolverán los capitalistas a su forma, destruyendo fuerza productiva, o lo que es lo mismo, negando la vejez al proletariado y expulsando al paro forzoso y a la miseria a decenas de millones de obreros que tirarán más por tierra los salarios así como la demanda y, consecuentemente, la producción, extremándose la represión contra el proletariado. Por ello, la humanidad únicamente tiene la salida de la Revolución proletaria, de romper el yugo y la cadena imperialista, de fortalecer las filas del comunismo, de la revolución, de la abolición revolucionaria del capitalismo y su régimen explotador y putrefacto.

¡Fortalece el Partido Comunista Obrero Español, fortalece las filas de la Revolución!

¡Abajo el imperialismo y el fascismo que engendra!

¡Socialismo o Barbarie!

Madrid, 20 de abril de 2025

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

Fuente: pcoe.net
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