La reconciliación nacional no significa olvidar la historia ni borrar las diferencias, sino aceptar las diversas perspectivas con espíritu de tolerancia y respeto, para juntos avanzar hacia un objetivo mayor: construir un Vietnam pacífico, unificado, fuerte, civilizado y próspero, subrayó.
El máximo líder partidista formuló las valoraciones en un extenso artículo titulado “¡Vietnam es uno, el pueblo vietnamita es uno!” y publicado este domingo, próximo a conmemorarse el 50 aniversario de la liberación del Sur y del Día de la reunificación nacional.
En el texto, To Lam alude a múltiples reuniones con vietnamitas residentes en el exterior en los que pudo constatar que, pese a diferir en sus puntos de vista políticos, experiencias históricas o condiciones de vida, todos llevan en su corazón un profundo orgullo nacional y comparten una nostalgia entrañable por una misma palabra: Patria.
También, añadió, “he sido testigo de muchos encuentros conmovedores entre veteranos vietnamitas y estadounidenses —personas que estuvieron en lados opuestos en la guerra, empuñaron armas en enfrentamientos— que hoy son capaces de estrecharse las manos, conversar y compartir con una comprensión sincera y sin remordimientos”.
En el pasado, acotó, ningún vietnamita genuino deseaba ver su país dividido. Hoy, con certeza, ninguno dejaría de anhelar que su nación sea cada vez más poderosa, próspera y esté a la par de las grandes potencias del mundo.
El espíritu de reunificación nacional, que fue fe y voluntad inquebrantables para superar dificultades, lluvia de bombas y balas, debe convertirse en determinación política, voluntad de renovación y acciones para proteger la independencia, soberanía, integridad territorial, desarrollar la economía y mejorar el nivel de vida de la población señaló.
“Debemos hacer que cada vietnamita, sin importar dónde esté o qué haga, se sienta orgulloso de su país, confíe en el futuro y tenga la oportunidad de contribuir al desarrollo común”, apuntó.
Refiriéndose al trascendental triunfo del 30 de abril de 1975, subraya que no fue solo una gloriosa victoria del pueblo vietnamita en la difícil y ardua guerra de resistencia contra el imperialismo estadounidense, sino también un símbolo brillante del heroísmo revolucionario, la voluntad de independencia, la autodeterminación y la fuerza de la gran unidad nacional.
La aspiración a un Vietnam pacífico, unificado, independiente y libre es la llama sagrada que ha alimentado el nacionalismo durante miles de años, escribió To Lam y recordó las inmortales palabras del presidente Ho Chi Minh cuando afirmó: “¡Vietnam es uno, el pueblo vietnamita es uno! ¡Los ríos pueden secarse, las montañas pueden erosionarse, pero esa verdad nunca cambia!”.
Esta declaración del eminente líder no es sólo una verdad y una orientación estratégica, sino también una orden del corazón de toda la nación, remarcó.
Después de 50 años de reunificación nacional, insistió el dirigente partidista, “hemos adquirido la firmeza, confianza, orgullo y generosidad suficientes para superar juntos el dolor y mirar hacia adelante, para que la guerra pasada ya no sea un abismo que divida a los hijos de la misma sangre de Lac Hong”.