
Eduardo Vasco.— El “presidente” de Ucrania, Vladimír Zelenski, volvió a amenazar a los líderes del llamado “Sur Global” que visiten Moscú para presenciar el desfile militar del Día de la Victoria en la Plaza Roja, el 9 de mayo. Xi Jinping de China, Lula de Brasil, Nicolás Maduro de Venezuela, Díaz-Canel de Cuba, Lukashenko de Bielorrusia, Aleksandar Vučić de Serbia, To Lam de Vietnam, Traoré de Burkina Faso y Fico de Eslovaquia son algunos de los jefes de Estado que estarán presentes en las celebraciones.
En declaraciones a la prensa ucraniana el sábado (03), al ser preguntado sobre el viaje de Xi Jinping, presidente de la República Popular China, y de otros jefes de Estado a Rusia esta semana, Zelenski respondió que “no puede ser responsable” de lo que les ocurra en territorio ruso durante las celebraciones de la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial. “Ellos (los rusos) les ofrecen seguridad, por lo tanto nosotros no les daremos ninguna garantía”, añadió.
Zelenski —cuyo mandato expiró a mediados de 2024 y se ha beneficiado del aplazamiento indefinido de las elecciones— también dijo que líderes extranjeros (a los que no nombró) le habían preguntado sobre cuestiones de seguridad con respecto a sus viajes a Moscú esta semana. Dijo haberles respondido que Kiev no puede responsabilizarse por lo que pueda ocurrir. También anunció que su país no se hará responsable si hay incendios provocados o explosiones en Moscú el día del desfile militar.
Esta fue la segunda vez que el actor convertido en político hace insinuaciones amenazantes sobre la seguridad de Moscú durante las celebraciones del 80º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi. El martes pasado, comentó que Rusia está “preocupada porque su desfile está en peligro, y con razón”.
Si Zelenski lanza amenazas veladas, otros de su entorno lo hacen abiertamente. El miércoles, el diputado de la Rada Suprema Yuri Pavlenko dijo en una entrevista a un medio ucraniano: “Creo que llegará el momento en que atacaremos la Plaza Roja – ya sea este 9 de mayo o en algún otro momento, ese día llegará.” Justificó los posibles ataques alegando que la capital rusa está llena de “objetivos militares legítimos (…) que han traído mucho sufrimiento a suelo ucraniano”.
A finales de abril, el presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, había anunciado un alto el fuego unilateral completo para los días 8, 9, 10 y 11 de mayo – festivos en Rusia para conmemorar la victoria del Ejército Rojo y del pueblo soviético sobre los nazis hitlerianos, simbolizada por la colocación de la bandera de la Unión Soviética en el Reichstag el 9 de mayo de 1945. Esta será la tercera tregua – la segunda a escala completa – en menos de dos meses. Primero, los rusos decretaron una moratoria en los ataques a instalaciones energéticas bajo control ucraniano, entre el 18 de marzo y el 18 de abril (suspensión que no fue respetada por Kiev). Luego, Moscú tomó la iniciativa de declarar un alto el fuego por la Pascua ortodoxa (que esta vez fue cumplido oficialmente por los ucranianos, a pesar de haber violado el acuerdo en numerosas ocasiones, según denuncias rusas).
Ahora el régimen ucraniano ha rechazado sumarse al alto el fuego anunciado por Rusia para las celebraciones del Día de la Victoria. “Nadie va a ayudar a Putin a interpretar esto para darle una atmósfera suave de escape del aislamiento el 9 de mayo, y hacer que todos se sientan cómodos y seguros – esos líderes, amigos o socios de Putin que vendrán a la Plaza del Kremlin (…) O estamos en guerra, o Putin demuestra que está listo para un alto el fuego”, afirmó Zelenski este sábado.
Al no adherirse al alto el fuego en la fecha más importante del calendario del espacio postsoviético, Zelenski demuestra que no da ningún valor al 9 de mayo. De hecho, desde el golpe del Euromaidán a finales de 2013, la dictadura instaurada en Kiev ha intentado borrar todo vestigio de la memoria del pueblo ucraniano sobre lo que él y los rusos siempre llamaron la “Gran Guerra Patria”.
Para el régimen, no fue el pueblo ucraniano, junto con el ruso, quien derrotó al nazismo. Fueron los Estados Unidos, con el apoyo del Reino Unido. El nazismo, de hecho, ni siquiera era el gran mal, según la nueva propaganda gubernamental. El verdadero mal era la Unión Soviética, que oprimía a los ucranianos. El nazismo alemán, por el contrario, ocupó Ucrania para liberarla del yugo comunista.
No es de extrañar que esta sea la versión sostenida por el régimen ucraniano actual. Después de todo, es heredero del gobierno títere que colaboró con los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Al frente del golpe del Euromaidán estuvieron los partidos, milicias y grupos neonazis (Batallón Azov, Pravy Sektor, Svoboda) inspirados en la Organización de Nacionalistas Ucranianos de Stepán Bandera y Andrey Melnyk. Los nuevos nazis ucranianos ocuparon puestos importantes en el nuevo régimen, convirtiéndose en ministros, diputados, gobernadores y alcaldes. También pasaron a controlar las fuerzas policiales y militares, que absorbieron a los grupos paramilitares – aunque las milicias siguen actuando en la represión política y exhibiendo libremente sus símbolos en las calles, mientras los partidos y organizaciones de izquierda han sido prohibidos.
El cumpleaños de Melnyk, Bandera y otros colaboradores de la ocupación nazi de Ucrania en los años 40 se celebra cada año por las autoridades ucranianas. Se han erigido estatuas, monumentos, plazas, calles y avenidas en su honor. Por supuesto, ellos hicieron exactamente lo que las actuales autoridades de Kiev intentan hacer desde hace casi 12 años: perseguir, encarcelar, asesinar en masa y aterrorizar a los rusos étnicos, a los judíos y a los polacos, a los comunistas y antifascistas que eran sus opositores políticos.
Adherirse al alto el fuego anunciado por Putin durante las celebraciones del 80º aniversario de la Victoria sería prácticamente reconocer que fueron los soviéticos, liderados por los rusos y por las guerrillas antifascistas, quienes liberaron a Ucrania de la ocupación nazi. Y que esa ocupación era apoyada por los ídolos que inspiran al régimen actual en Kiev. Sería legitimar unas celebraciones que muchos ucranianos actualmente tienen prohibido realizar, recordando el papel del Ejército Rojo. Celebrar el 9 de mayo junto al pueblo ruso podría poner en jaque al gobierno de Zelenski, ya extremadamente impopular y desmoralizado.