
Karen Fabián (Sputnik).— Esta semana salieron a la luz nuevos detalles sobre las atrocidades que habrían sido perpetradas por miembros del Servicio Aéreo Especial (SAS, por sus siglas en inglés) del Reino Unido en Afganistán, durante la intervención militar que lideró Estados Unidos en el país asiático.
De acuerdo con testigos presenciales, militares de la unidad de élite asesinaron a personas desarmadas mientras dormían y ejecutaron a prisioneros esposados, entre ellos niños. Además, los militares falsificaron informes y colocaron armas en cadáveres para evitar ser investigados.
«Esposaron a un niño y le dispararon. Era claramente un niño. No estaba ni siquiera cerca de la edad en que podía combatir», dijo un veterano del SAS en declaraciones para el programa Panorama, de la BBC emitido el 12 de mayo.
El asesinato de detenidos «se volvió rutinario, registraban a alguien, lo esposaban y luego le disparaban», añadió.
Los nuevos testimonios incluyen acusaciones de crímenes de guerra que se remontan a más de una década, mucho antes que el periodo de tres años que actualmente se examina en la investigación dirigida por un juez en el Reino Unido.
En entrevista con Sputnik, el doctor en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo que las recientes revelaciones de la BBC suponen el rompimiento del orden legal internacional instaurado tras la Segunda Guerra Mundial.
«Esto supone el rompimiento de ciertos acuerdos que existían en los enfrentamientos militares de posguerra, este sistema internacional de la ONU, todo esto se ha tirado a la basura», aseveró el académico.
Cuestionado sobre la posibilidad de que los crímenes no queden impunes, Gámez Chávez consideró muy complicado que un tribunal como la Corte Penal Internacional (CPI) pueda resolver el asunto, primero porque las Fuerzas Armadas de cualquier Estado moderno cuentan con mecanismos para impedir que sus integrantes sean llevados a juicio.
En ese sentido, dijo el académico, lo más probable es que los militares implicados puedan ser juzgados mediante los mecanismos de la milicia británica.
Además, dijo el profesor, «hemos visto que a quienes acusan [desde la CPI] son a miembros del poder político o de las Fuerzas Armadas de los países del sur, no de los países del centro, porque eso deja en evidencia que no son tan democráticos como se piensa».
«Es muy difícil que los lleguen a juzgar, sería como poner en tela de juicio que el Gobierno de Inglaterra es democrático si los enjuician en la Haya», pondera el historiador.
Por primera vez desde que salieron a la luz los informes, el Servicio Especial de Embarcaciones (SBS, por sus siglas en inglés) está implicado en las acusaciones más graves, que incluyen ejecuciones de personas desarmadas y heridas.
Así, un veterano que sirvió en al SBS declaró que, tras lograr el control de una zona, los equipos de asalto avanzaban disparando a cualquiera que se encontrara en tierra y dándole el tiro de gracia a cualquiera que permaneciera vivo.
«Era algo esperado, no algo oculto. Todo el mundo lo sabía», afirmó.
Al respecto, el doctor en Historia detalló que, a partir del proceso de globalización, las llamadas guerras de cuarta generación ya no se llevan a cabo únicamente a partir de la imposición de ideas o el aprovechamiento de los medios de comunicación para manufacturar el consenso internacional.
Así, explica Gámez Chávez, la comisión de crímenes atroces mediante el uso de métodos como los utilizados por los militares británicos son una consecuencia natural para el dominio de estos países en los que las grandes potencias tienen muchos intereses estratégicos.
«La mayoría de las guerras contemporáneas, incluidas las que están en Medio Oriente, son parte de este ciclo», refiere el académico.
Añade que, particularmente en el norte global, la prensa y los propios gobiernos «se han encargado de exponer a la opinión pública que Europa siempre se ha mantenido en la defensa de los derechos humanos, pero, más bien, lo que han hecho es generar varias guerras de conquista muy parecidas a las anteriores».
«Son guerras que tienen que ver con la reconstitución de nuevos poderes globales y, entonces, los medios de comunicación defienden los derechos humanos como una categoría que, en realidad, nos dice mucho y no nos dice nada», razona el historiador.
«Ya no estamos hablando de los derechos sociales, económicos que cualquier Estado nacional, soberano puede defender, entonces, hay mucho ruido, muchas explicaciones de los defensores de los derechos humanos, pero esto es para encubrir este tipo de intervenciones que tienen que ver con la nueva forma del capitalismo», argumenta Gámez Chávez.