El país de la ignorancia

Más de una vez he calificado a EEUU como el país más ignorante del planeta. No es ninguna exageración. Lo es. Solo así se puede explicar el desconocimiento histórico que tienen, no solo del pasado sino del presente. Solo así se puede entender (?) lo que escribe Trump, con los lunes, miércoles y viernes diciendo unas tonterías y los martes, jueves y sábados, otras totalmente diferentes y contrapuestas. Es lo que escribe un narcisista, además de un ignorante. No es solo que esté siendo mantenido en la ignorancia por eso que llaman «estado profundo», que puede, sino que el tipo no hace lo más mínimo por salir de ahí. Su figura se puede resumir con tres palabras: narcisismo, arrogancia e ignorancia.

No es él solo, sino que es el símbolo de todo el país. Un país que se deshace, que pierde su condición hegemónica y es incapaz de adaptarse al nuevo tiempo que se vive.

Acaba de aparecer un estudio sobre la tasa de alfabetización de EEUU y resulta que está en porcentajes muy bajos: el 79% de la población está alfabetizada. O dicho de otra manera: el 21% de la población es analfabeta. Comparado con cualquier otro lugar del planeta, EEUU es un país de analfabetos.

Si vais a la wikipedia, esa enciclopedia de andar por casa en muchísimas ocasiones inexacta, los datos le colocan en el 99% de alfabetización en 2021. Pero si vais a los datos de la UNESCO, EEUU es uno de los pocos países de los que no hay datos. En cambio si recurrís a lo que ahora hay que recurrir, a la inteligencia artificial, lo que dice es que este estudio del que hablo tiene razón, que el índice de alfabetización de EEUU es del 79%, pero con otras consideraciones muy crudas como que el 54% de los adultos tienen un nivel de alfabetización al nivel de sexto grado, es decir, de un niño de 12 años. Haced vuestra propia investigación al respecto.

Supuestamente este es el gran país al que Trump quiere hacer grande en no se sabe qué. Pero esto tiene una ventaja: como son unos ignorantes de cartel son muy fáciles de engañar y manipular y no solo por Trump, sino por los rivales tipo Biden. Aquí todos son iguales y las etiquetas no importan. Por eso Trump actúa como actúa, sobre todo escribe lo que escribe, porque es un estadounidense medio y su público no tiene más nivel intelectual que el de un niño de 12 años. Y por eso es tan influenciable, y eso lo saben muy bien los psicópatas drogadictos europeos que siguen empecinados en la derrota de Rusia en el país 404, antes conocido como Ucrania.

Por eso Rusia actúa con moderación casi insultante cuando Trump dice sus estupideces habituales (que Putin está loco o que van a pasar cosas muy malas) y le tacha de «emotivo» cuando debería decir que es un narcisista, un arrogante y un ignorante. No hay nadie en EEUU que crea sinceramente que el mundo ya no es como hace 20 años (cuando con la primera gran crisis capitalista de 2008 China y Rusia se plantaron y dieron inicio al nuevo mundo que ahora está en marcha), cuando solo con un par de amenazas todo el mundo se doblegaba. Esa etapa ya pasó. Y no solo es el caso de EEUU, sino de todo el Occidente colectivo.

Mientras todo el resto del mundo se hace eco de lo que dice y escribe un narcisista, un arrogante y un ignorante, demostrando que son lo mismo, los rusos y los chinos están en otro nivel. Intentan darle tiempo, no hacen caso de sus estupideces y siguen con la diplomacia. Aunque ese tiempo tiene fecha de caducidad.

Hay un grupo argentino, Shaila, que tiene una canción que se titula «La ignorancia es bendición». Viene que ni pintada, y vale para los propios argentinos y su Milei. O para los europeos y el auge del fascismo, o para…

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Ya lo dijo la II República española hace casi 90 años.

A más ignorancia, más fascismo. Y eso que se supone que estamos en la etapa histórica donde más información hay. Aunque en este cartel hay un par de cosas, tres, que son prácticamente desconocidas para los occidentales de hoy: la historia (por eso el revisionismo histórico que vivimos), las bibliotecas (lugares donde solo se ve a estudiantes -mirando el móvil más que los apuntes- y los préstamos de libros cada vez son menos) y la instrucción pública, prácticamente inexistente con las privatizaciones de todo.

El Lince