C. Suárez (Unidad y Lucha).— El viernes 17 de mayo agentes de la Policía Nacional meten cinco balas en el cuerpo del joven gambiano Abdoulie Bah, en el aeropuerto de Gando, en Gran Canaria. La muerte fue inmediata. Ninguno de los cinco agentes se agachó hacia el cuerpo tendido en el suelo, para intentar hacer algo por salvar la vida de Abdoulie.
La Delegación del Gobierno en Canarias guarda silencio durante más de cuarenta y ocho horas. Cuando Anselmo Pestana por fin se atreve a hablar, lo hace con el aliento del sector más ultra de los cuerpos policiales soplándole en la nuca. No hace el más mínimo cuestionamiento de la actuación de los policías responsables de esta muerte. “El juzgado de Telde sigue las actuaciones”. Esto viene de viejo, el sector policial más ultra, alineado con VOX, chantajea a la Delegación del Gobierno, le marca la línea, y le impone su disciplina. Anselmo Pestana no tiene agallas para desmontar a este lobby, que da continuidad a la herencia franquista dentro de los cuerpos de policía, y del ejército. El régimen del 78 y su modélica transición.
En 2010 la víctima se llamaba Antonio Fonseca, era guineano y murió en la Comisaría de Arrecife. Ningún culpable hasta el día de hoy.
La indignación crece en las calles, de forma especial entre los migrantes de origen africano. También en las filas de las organizaciones revolucionarias. El PCPC toma la iniciativa con un firme comunicado público.
Los aparatos de Estado activan el franquismo sociológico, el racismo y el fascismo. Especialmente en las redes sociales y de mensajería. Esa campaña cuenta con la intervención de los servicios de rr ss de la misma policía. No es fácil distinguir los mensajes más espontáneos del fascismo insular de los que cuelgan los bots policiales.
La protesta llega con una concentración promovida por las organizaciones de migrantes, ante la Delegación del Gobierno, el jueves 23. Una convocatoria secundada por la comunidad migrante y por el pueblo canario. Las intervenciones no se autocensuran y se gritan las acusaciones de asesinato.
Abdoulie era un menor no acompañado, llegado tres años a la isla. Integrado, realizó estudios y jugaba futbol en el barrio. Una semana antes se manifestó lo que parece era un brote psicótico. Tuvo un encontronazo con la policía, fue llevado al juzgado y puesto en libertad. No se le dio ninguna atención psicológica.
Nadie ha visto el cuchillo que dicen que portaba. El taxista que se sitúa en el origen de la persecución en el aeropuerto reconoce “que le dio un cabeza y un puñetazo” porque estaba desorientado y no se bajaba del taxi, ni le pagaba la carrera por adelantado. La Policía Nacional son unos inútiles, incapaces de reducir a una persona perturbada.
Anselmo Pestana no informa de nada. ¿Cuántos policías dispararon? ¿Quién dio la orden? ¿Cómo es que no se disparó a partes no vitales del cuerpo? ¿Qué pasó antes en el aeropuerto? ¿Dónde están las grabaciones de las otras cámaras, y quién filtró el único vídeo que se conoce? Demasiadas preguntas y demasiados silencios del Delegado del Gobierno.
La concentración del jueves terminó con una manifestación espontánea por la calle León y Castillo, protagonizada especialmente por la comunidad africana más joven. Fue necesario un apoyo del activismo canario para impedir que aquello pudiera terminar mal.
Los sindicatos policiales están reaccionando de forma amenazante contra quienes cuestionamos la intervención policial, y exigimos justicia para Abdoulie y denunciamos el racismo policial e institucional. Desde los servicios sociales que trabajan la atención a este sector se ha dicho que si cada vez que alguien exhibe un chuchillo termina con cinco balas en el cuerpo hoy tendríamos una montaña de cadáveres en la isla.
¡La lucha sigue! ¡Pestana dimisión! ¡Justicia para Abdoulie!