Por un camino soberano y unitario en Nuestramérica

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Entrevista a Mónica Robelo, embajadora de Nicaragua en Italia

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Nicaragua es un país que desde hace décadas ha elegido su camino independiente y soberano. ¿En qué consiste y cómo es la situación en este tercer milenio?

Desde el triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979, el pueblo de Nicaragua ha forjado con sacrificio y dignidad un camino propio, independiente, basado en la autodeterminación de los pueblos, la justicia social y la lucha contra toda forma de dominación extranjera.

Este rumbo no ha sido fácil, ya que ha implicado resistir agresiones externas, campañas de desestabilización, bloqueos económicos y guerra mediática. Sin embargo, ha demostrado que es posible construir un modelo alternativo al neoliberalismo, centrado en el ser humano y en el bien común.

El principio de soberanía nacional no es para Nicaragua una consigna vacía, sino una práctica concreta y cotidiana, que significa soberanía alimentaria, soberanía energética, territorial, soberanía sanitaria y, sobre todo, soberanía política. Nicaragua decide por sí misma su destino, sin aceptar imposiciones de potencias extranjeras ni de organismos financieros internacionales. La autodeterminación, consagrada en el derecho internacional, es una convicción profunda y un principio innegociable.

Este modelo soberano cuenta además con un respaldo popular sólido y activo. En cada elección, el pueblo nicaragüense ha reafirmado mayoritariamente su apoyo al proyecto revolucionario y al liderazgo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Prueba de que no se trata de un gobierno aislado, sino de un pueblo movilizado, consciente y protagonista de su historia. Las organizaciones comunitarias, los movimientos sociales, las mujeres, la juventud y los sectores populares son la base de un proyecto político que se construye desde abajo y con el protagonismo de las mayorías.

En el siglo XXI, bajo el liderazgo del FSLN, del Copresidente Comandante Daniel Ortega y de la Copresidente Compañera Rosario Murillo, el País ha alcanzado resultados notables en salud, educación, equidad de género, infraestructura y seguridad ciudadana, erradicando el analfabetismo en amplias zonas rurales, reducido la pobreza y establecido un modelo económico mixto que protagoniza al campesinado, a las cooperativas y a los pequeños productores. La planificación territorial, las energías renovables y la lucha contra el cambio climático son también ejes centrales del proyecto nacional.

A pesar de las sanciones y presiones del Norte Global, Nicaragua sigue en pie, avanzando con dignidad. El tercer milenio nos encuentra con una economía resistente, un Estado fuerte, un pueblo organizado y una visión clara: consolidar un modelo propio, soberano y solidario, lejos del tutelaje imperial. Es un país pequeño en tamaño, pero inmenso en dignidad, que ha hecho de la soberanía no sólo una bandera, sino una forma de vida.

Desde la Revolución Sandinista, Nicaragua es uno de los ejes portantes de la resistencia en la región al imperialismo norteamericano. ¿Cuál es el papel de Managua en la geopolítica latinoamericana y caribeña, en particular en los foros regionales como CELAC y ALBA-TCP?

Nicaragua ocupa un lugar central en la resistencia latino-americana y caribeña frente al imperialismo, manteniéndose fiel a los principios de la Revolución y a la memoria viva de Sandino, de Carlos Fonseca, de Darío y de tantos mártires del pueblo. En un contexto regional marcado por intentos de recolonización política, económica y cultural, sigue con su voz firme y clara en defensa de la soberanía de los pueblos, del multilateralismo, y de un orden internacional justo.

En foros regionales como la CELAC, y muy especialmente dentro de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), no solo participa, sino que lidera propuestas transformadoras, promoviendo la integración solidaria, la cooperación Sur-Sur, la complementariedad económica y la defensa de la paz con justicia social.

Es importante subrayar, que fue uno de los países fundadores del ALBA-TCP, junto a Cuba y Venezuela, reconociendo desde el inicio la urgencia de construir una alternativa soberana y anti neoliberal en América Latina y el Caribe. El Comandante Daniel Ortega, jugó un papel activo en la consolidación de este espacio, como una plataforma de los pueblos y no de las élites. La participación de Nicaragua en el ALBA no ha sido meramente simbólica, sino estratégica, contribuyendo a definir su orientación política y social con un firme compromiso con la autodeterminación, la solidaridad y el internacionalismo.

ALBA-TCP representa una alternativa real al neoliberalismo y al intervencionismo: en su seno se impulsan proyectos conjuntos en salud, educación, energía, cultura y soberanía alimentaria. Frente a las viejas doctrinas monroístas, Managua sostiene una visión bolivariana, sandinista y martiana de unidad continental, que coloca en el centro a los pueblos y no a los mercados.

En este sentido, el país se ha convertido en un ejemplo vivo de resistencia y en una esperanza concreta para los pueblos que luchan por alcanzar su independencia definitiva. Su coherencia política y su protagonismo en los procesos de integración regional demuestran que otra América no solo es posible, sino urgente: una América libre, soberana y profundamente humana.

¿Cómo es la relación de Nicaragua con Rusia y China y cómo valora Managua la presencia de Moscú y Beijing en la región?

Nicaragua mantiene relaciones estratégicas, respetuosas y mutuamente beneficiosas con la Federación Rusa y la República Popular China. Son vínculos cimentados en el respeto mutuo, la no injerencia en los asuntos internos y la cooperación soberana para el desarrollo. Managua valora altamente la presencia activa de estos dos actores globales en América Latina, como una oportunidad histórica para romper con el monopolio geopolítico y económico que Estados Unidos ha intentado imponer durante más de un siglo en la región.

Con Rusia, Nicaragua sostiene una relación de hermandad que abarca múltiples ámbitos: cooperación en materia de seguridad, tecnología, formación de recursos humanos, cultura, agricultura, prevención de desastres y lucha contra el narcotráfico. También existe una alianza sólida en el campo de la salud, con centros de diagnóstico médico y laboratorios establecidos en colaboración con instituciones rusas. Además, se han intensificado los intercambios científicos y educativos, incluyendo el acceso de estudiantes nicaragüenses a universidades rusas en áreas estratégicas para el desarrollo nacional.

Con China, tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular en diciembre de 2021, se ha abierto un horizonte de cooperación sin precedentes. China apoya a Nicaragua en grandes proyectos de infraestructura, energía, transporte, tecnología, salud pública, vivienda, y soberanía digital. Además, la visión compartida en torno al multila-teralismo y a un mundo multipolar, ha fortalecido el vínculo entre ambos países, alejándose de las lógicas coloniales de dominación y dependencia. El proyecto del Canal Interoceánico, por ejemplo, simboliza esa apuesta por un nuevo orden económico internacional más justo, equitativo y multipolar.

Nicaragua no solo recibe cooperación de Rusia y China, sino que también se suma activamente a sus iniciativas globales, participando con plena convicción en los esfuerzos liderados por Moscú y Beijing para garantizar la paz, la seguridad y el desarrollo global con justicia. En este sentido, apoya el concepto de seguridad compartida promovido por ambos países, respaldando espacios como los BRICS, que constituyen alternativas reales al unilateralismo impuesto por las potencias occidentales.

En fin, valoramos la presencia de Rusia y China en América Latina como una oportunidad para que los pueblos del Sur global fortalezcan su soberanía, diversifiquen alianzas y construyan un orden multipolar más justo. Se supera así la lógica del “patio trasero” de EE. UU., avanzando hacia decisiones soberanas.

La región vive un momento clave de afirmación y esperanza, recuperando su voz en el escenario internacional. Nicaragua, con su historia de dignidad y lucha, lidera este proceso de emancipación geopolítica, promoviendo un mundo sin hegemonías, donde la soberanía se ejerce con firmeza, amor al pueblo y conciencia histórica.

Alessandro Fanetti, responsable del departamento de América Latina del Centro de Estudios Eurasia y Mediterráneo

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