En momentos cruciales como este en que la República Islámica de Irán encabeza la lucha contra la barbarie israelí, cabe vacunarse contra cualquier intento de equidistancia, «ninismo», o ambigüedad basada en la actitud de aquel gobierno para con el movimiento comunista internacional. No se trata de «marxistizar» a este, sino de reconocer el rol que desempeñan – por la vía de los hechos – determinados movimientos de liberación nacional. Todo ello independientemente de las ideas en que dicho movimiento diga inspirarse para luchar. Este es un asunto ya resuelto por la literatura clásica de nuestro movimiento. Basta recuperar este – nunca difundido de más – fragmento sobre el «emir de Afganistán» perteneciente a la obra «Fundamentos del Leninismo»:
«El carácter indudablemente revolucionario de la inmensa mayoría de los movimientos nacionales es algo tan relativo y peculiar, como lo es el carácter posiblemente reaccionario de algunos movimientos nacionales concretos. El carácter revolucionario del movimiento nacional, en las condiciones de la opresión imperialista, no presupone forzosamente, ni mucho menos, la existencia de elementos proletarios en el movimiento, la existencia de un programa revolucionario o republicano del movimiento, la existencia en éste de una base democrática. La lucha del emir de Afganistán por la independencia de su país es una lucha objetivamente revolucionaria, a pesar de las ideas monárquicas del emir y de sus partidarios, porque esa lucha debilita al imperialismo, lo descompone, lo socava. En cambio, la lucha de demócratas y «socialistas», de «revolucionarios» y republicanos tan «radicales» como Kerenski y Tsereteli, Renaudel y Scheidemann, Chernov y Dan, Henderson y Clynes durante la guerra imperialista era una lucha reaccionaria, porque el resultado que se obtuvo con ello fue pintar de color de rosa, fortalecer y dar la victoria al imperialismo.
La lucha de los comerciantes y de los intelectuales burgueses egipcios por la independencia de Egipto es, por las mismas causas, una lucha objetivamente revolucionaria, a pesar del origen burgués y de la condición burguesa de los líderes del movimiento nacional egipcio, a pesar de que estén en contra del socialismo. En cambio, la lucha del gobierno «obrero» inglés por mantener a Egipto en una situación de dependencia es, por las mismas causas, una lucha reaccionaria, a pesar del origen proletario y del título origen proletario y del título proletario de los miembros de ese gobierno, a pesar de que son «partidarios» del socialismo.»
— I. Stalin, Los fundamentos del Socialismo.