
Francisco Arias Fernández (Granma).— Los militares que trata de satanizar el Memorando de guerra de Marco Rubio contra Cuba no estudiaron en la Escuela de las Américas ni en las más de 800 bases militares de Estados Unidos en 70 países, en las que se enseñan los golpes de Estado, los magnicidios, las invasiones, la tortura, la represión, los secuestros de presidentes legítimos para imponer a títeres, las conspiraciones, los golpes quirúrgicos o las operaciones encubiertas.
Los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y del Ministerio del Interior (Minint) son hijos del Ejército Rebelde, que se nutrió de hombres y mujeres humildes del pueblo que lo dieron todo por derrotar a una tiranía sangrienta, engendrada y protegida por gobiernos de Estados Unidos por más de medio siglo, que convirtieron al país en una neocolonia, cuando la economía era propiedad de un puñado de empresas norteamericanas y mafiosos locales o foráneos, que rápidamente encontraron refugio en la Florida con el dinero robado a los cubanos.
Las FAR y el Minint son parte inseparable de la historia de Cuba en su lucha permanente contra la vil obsesión de los gobiernos estadounidenses por apoderarse de nuestras riquezas, de nuestro destino y de truncar nuestro derecho a la independencia y a la soberanía.
Son protagonistas de la victoria del pueblo cubano contra la invasión mercenaria por Playa Girón, de la eliminación de cientos de bandas contrarrevolucionarias organizadas y pagadas por Washington; de la neutralización de más de 600 conspiraciones terroristas para asesinar al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y a otros líderes; o de desarticular planes macabros contra círculos infantiles, hoteles, escuelas, tiendas, aviones, buques mercantes, aeropuertos, discotecas, restaurantes o espectáculos culturales.
El descrédito y la mentira ensombrecen los falsos pretextos de Rubio y comparsa para la escalada de la guerra económica y política de la actual administración, rodeada de odiadores, politiqueros corruptos y mafiosos de Miami, que se aprovechan del anticomunismo, del neofascismo y las ínfulas imperiales de moda, que no ocultan sus ansias anexionistas e injerecistas en cualquier parte del mundo.
Pero precisamente escogen como blancos a las FAR y al Minint porque han sido y serán escudos de la unidad invencible de la Revolución que les ha derrotado todos sus planes, como este nuevo engendro o intento, desesperado y condenado al fracaso, de poner al pueblo cubano de rodillas.
La ceguera política de los halcones olvida que esas mismas fuerzas no solo han garantizado su independencia, sino que contribuyeron a liberar países hermanos de África.
Además de un burdo y oportunista pretexto, es una muestra de impotencia, rencor y venganza de los históricamente derrotados, huérfanos de razones justas y de sinceridad, pero con suficiente poder como para presionar y matar. Condenados al fracaso una vez más, no escarmientan.