Juan J. Sánchez (Unidad y Lucha).— Se han manifestado multitud de opiniones y publicado numerosas denuncias con el fin de evidenciar los efectos nocivos que esta política armamentista y beligerante tendrá sobre las masas.
No podemos negar que, en la mayoría de ellas, se afirman verdades irrefutables: el aumento del gasto en (defensa) en la guerra está directamente asociado al recorte de prestaciones sociales como pensiones, sanidad, educación y otras tantas. Se sostiene que este incremento en los presupuestos militares, junto con las implicaciones de la guerra económica, repercute negativamente en el nivel de vida de los sectores populares, que ya sufren las consecuencias de la crisis general e irreversible del capitalismo: subida de precios, inflación desbocada y los efectos duraderos de medidas de austeridad impuestas desde hace tiempo. Son la clase obrera y los sectores populares los que pagan con su vida las guerras emprendidas para aumentar la rentabilidad de las multinacionales.
En todas estas denuncias se señalan culpables que, sin lugar a duda, lo son: gobiernos al servicio del capital, esbirros contratados para reprimir al pueblo cuando este decide poner fin a la dictadura del capital. Pero estos culpables no actúan por decisión soberana, estos esbirros son gestores empleados por el Capital para que gestionen en arreglo a sus mandatos.
Equidistancia y neutralidad
En este punto proponemos una reflexión sobre el concepto de equidistancia. Y el que nos hagamos la pregunta: ¿Existe la neutralidad pura? En la política real, mantener igual distancia entre dos polos ideológicos es complejo, casi imposible. Las posturas siempre implican valores, y los contextos importan. No deben analizarse superficialmente, ni como elementos ajenos de la matriz; estos tienen apariencias y/o envoltura democráticas o dictatoriales dentro del marco del capitalismo, que en esencia es una dictadura del capital. También hay que tener cuidado con la falsa equivalencia que pretende equiparar posiciones ideológica y éticamente no comparables.
¿Por qué traemos aquí esta reflexión? Porque hay quienes practican esa equidistancia, y nuestra crítica no es menor. Aunque las denuncias anteriores puedan ser compartidas por todas/os, ¿qué les falta? Lo que falta es la profundización en el análisis central, debemos rasgar en la envoltura para ver y comprender qué fuerzas mueven al sistema.
Ejemplo desde la teoría marxista: El salario y el conflicto capital-trabajo
- Tesis capitalista: El salario es un costo de producción a minimizar para maximizar ganancias.
- Ejemplos: Los supermercados automatizan cajas para reducir personal. Uber contrata conductores «autónomos» para evitar salarios fijos.
- Mecanismo: El salario representa el valor necesario para reproducir la fuerza de trabajo y mantener al trabajador produciendo.
- La plusvalía: Es el valor producido por el proletariado del que se apropia el capitalista
La pregunta clave: ¿Es posible abolir dentro del capitalismo la dictadura del salario y sus formas de explotación? La respuesta: No. El salario es un mecanismo de opresión inherente al capitalismo, sin el cual el sistema no puede sostenerse. Por tanto, no podemos superar los elementos esenciales del capitalismo sin derrotar al propio sistema. El capital cambia de gestores, partidos y líderes, pero la explotación se perpetúa
En términos Leninistas; Sobre los equidistantes ante el rearme
Estamos seguros de que, Lenin afirmaría que todo quien no ha denunciado al capitalismo-imperialista como único causante de esta política que quienes critican las políticas de rearme, sin denunciar al verdadero causante, el capitalismo. Todos ellos permanecen atrapados en un círculo pernicioso que les aleja de las posiciones de clase. Son y han sido multitud las organizaciones sindicales y partidos de izquierdas los que han manifestado su ¨preocupación¨ por las políticas de rearme, ya que esta inexorablemente trae acompañados recortes sociales. En estas denuncias se expresan las consecuencias, pero no se señala al causante. Caen en la malvada equidistancia, y quedan alineados ideológicamente. Hace no tanto tiempo, en el estado español hubo un ejemplo de la mencionada posición ideológica que definimos como de equidistancia, en la batalla contra la presencia de las bases yanquis en suelo español, los hubo que usaron como posición central él, ni yanquis ni rusos, (soviéticos), esta no estuvo ni está exenta de una posición ideológica dirigida por la burguesía.
A los Marxistas Leninistas, nos preocupa muy seriamente el que, casi todos los sindicatos denominados de clase, en la denuncia del rearme hayan tenido una posición que poco o nada se diferencia en lo ideológico del llamado sindicalismo del pacto social, como si de una plantilla de Word se tratase la mayoría mantienen el mismo discurso. Ante una oportunidad de este calibre, las y los dirigentes, jefes, de estos sindicatos han demostrado un profundo desconocimiento de las categorías científicas por las que se rigen los procesos históricos sociales. No les exigimos que sean unos eruditos del marxismo, pero sí que sean capaces de comprender, más allá de la puntual lucha económica, cuestiones relacionadas con los intereses de clase. Un claro ejemplo de esta comprensión de los intereses de clases fue mostrado el 19 de julio del 1936, por la mayoría del pueblo trabajador que, sin necesidad de ser convocados, acudieron en defensa de sus libertades, ante el ataque de los sectores más fascistas del capital. Podría parecer exagerado el ejemplo, pero consideramos que, hoy la situación es más peligrosa, el capitalismo está en una profunda crisis general y como salida, al igual que, ya hizo en 1914 y 1939, solo encuentra el rearme para la GUERRA.
Crítica al modelo de sindicalismo actual.
Nuestra crítica no busca debilitar el sindicalismo, como si pretenden fuerzas reaccionarias o izquierdosas, estos últimos enmascarados como de amigos. Buscamos lo contrario: que supere la actual alienación ideológica y devolverle su papel en la confrontación de clases. Un sindicalismo sociopolítico que, se activa y moviliza ante cualquier situación que afecta al conjunto del pueblo trabajador, abuso o violación de derechos, violencia sufrida por sectores vulnerables y etc. Proponemos un sindicalismo que comprenda las leyes del desarrollo histórico y que sitúe como objetivo central la lucha por derrotar al capitalismo, origen de todas las calamidades que sufre la humanidad. Aprovechando la ocasión, hacemos un llamamiento a inicial un proceso que tenga como resultado la creación de una gran Confederación Sindical que, aglutine a todos los sindicatos de clase presentes en el estado español.
El rearme y la guerra capitalista-imperialista se combaten desde posiciones ideológicas pertenecientes a la cultura proletaria. Se combate organizando a millones de trabajadoras/es en torno a un programa-proyecto que, sitúa en su ideario la derrota y destrucción de la sociedad capitalista. No será posible, parar la maquinaria bélica del imperialismo, sin liberar y dotar de ideología propia a las masas trabajadoras.
El capitalismo es barbarie que, destruye las dos fuentes que lo sustentan y enriquecen, el ser humano y la naturaleza. Pongamos fin a esta barbarie.