
Ricardo Arenales (Voz).— En una conferencia dictada en Jerusalén, el domingo de la semana pasada, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, negó que se haya desatado una hambruna en Gaza, y calificó de ‘mentira descarada’ las afirmaciones de quienes acusan al régimen sionista de matar de hambre al pueblo palestino.
“Israel es presentado como si estuviéramos aplicando una campaña de hambruna en Gaza. ¡Qué mentira descarada! No existe una política de hambruna en Gaza, y no hay hambruna en Gaza”, afirmó el primer ministro durante su conferencia.
Netanyahu aseguró que su país ha permitido el ingreso de ayuda humanitaria al enclave palestino “durante toda la guerra”, pues “de lo contrario, no habría gazatíes”. Además, acusó al movimiento Hamás de ‘robar’ la ayuda humanitaria para luego culpar a Israel de no suministrarla”.
¡Semejante mentira infame, del tamaño de una catedral! Netanyahu es un criminal de guerra, un convicto solicitado por la justicia internacional por crímenes de lesa humanidad. Al gobernante sionista tal vez le parezca que los niños famélicos, en los puros huesos, que todos los días publican los medios de prensa de todo el mundo, tal vez sean angelitos en plan de ascenso al cielo, que en realidad huyen de un infierno en la tierra, que desató Netanyahu sobre un pueblo inerme.
Ninguna guerra
Con la misma frescura ─y cinismo─ con que niega la hambruna de niños, mujeres y ancianos en los territorios palestinos ocupados, habla también de la ‘guerra en Gaza’. Allí no hay ninguna guerra. Allí hay una masacre en tiempo continuado, un genocidio, una operación de exterminio, cuyo fin es permitir al régimen sionista apoderarse de esas tierras, de los recursos que yacen en su subsuelo.
Netanyahu acusa a la Organización de las Naciones Unidas, ONU, de no efectuar la entrega de ayuda humanitaria. La realidad es todo lo contrario. Israel impide el trabajo de la Agencia de las Naciones Unidas para Palestina, Unrwa; expulsa a sus funcionarios y los sindica de ser cómplices del movimiento de la resistencia Hamás. Centenares de camiones con comida, enviados por la ONU, no pueden cumplir su cometido, porque las tropas de ocupación sionista lo impiden.
Precisamente, la ONU ha sido la que ha denunciado ante el mundo el crecimiento exponencial de la hambruna en la Franja de Gaza. El organismo multilateral alertó que los 2.1 millones de personas que viven en el enclave padecen inseguridad alimentaria.
Secuestro en altamar
De acuerdo con el Ministerio de Salud de Gaza, unos 900.000 niños sufren de hambre y 100.000 más presentan síntomas consistentes con la desnutrición y enfrentan la muerte, a lo que se suman cerca de 1.000 asesinados por el Ejército israelí mientras hacían fila tratando de conseguir alimentos.
El sábado pasado, el buque Handala, de la Flotilla de la Libertad, fue interceptado por fuerzas israelíes en aguas internacionales cerca de la costa del enclave, y secuestrado cuando intentaba llevar alimentos y ayuda humanitaria a Gaza. Otro episodio más de oprobio de las fuerzas de ocupación. No falta ahora sino que Netanyahu declare que la retención no fue un secuestro y que seguramente incautó los alimentos porque estaban contaminados. ¡Contaminados de esperanza, de vida, para millones de niños palestinos!
Los tripulantes del Handala, por su solidaridad heroica, también enfrentaron la muerte en altamar. Ellos querían simplemente llevar algunos alimentos a territorio palestino. Sabían, por ejemplo, que la organización Médicos Sin Fronteras, MSF, había dicho que solamente en un centro asistencial, la Clínica de Ciudad de Gaza, el número de pacientes inscritos se incrementó exponencialmente en menos de dos meses, pasando de 293 casos en mayo, a 983 a principios de julio.
El hambre es intencionada
Gran parte de los inscritos en las clínicas de MSF son, además, menores de edad y uno de cada tres tiene entre seis meses y dos años. Actualmente, más de 700 mujeres embarazadas y lactantes, y casi 500 niños y niñas con desnutrición grave y moderada, están inscritos en estos centros de alimentación terapéutica ambulatoria.
“Es la primera vez que presenciamos una magnitud tan grave de casos de desnutrición en Gaza”, afirmó Mohammed Abu Mughaisib, coordinador médico adjunto de MSF en Gaza. “La inanición en Gaza es intencionada; podría terminar mañana si las autoridades israelíes permiten la entrada de alimentos a gran escala”.
La desnutrición en Gaza es el resultado de decisiones deliberadas y calculadas por parte de las autoridades israelíes: restringir la entrada de alimentos al mínimo indispensable para la sobrevivencia y militarizar los medios de distribución, mientras se destruye la mayor parte de la capacidad local de producción alimentaria.
Alto el fuego ya
Las personas arriesgan sus vidas para obtener raciones de comida insuficientes. Entre tanto, se produce un colapso generalizado del sistema. La destrucción de las infraestructuras provoca la contaminación de aguas residuales, la restricción de combustibles limita la producción de agua potable y las pésimas condiciones de vida en los campos sobrepoblados afectan la salud de las personas y comprometen su sistema inmune.
Entre tanto, el miércoles de la semana pasada se conoció un pronunciamiento en el que más de cien organizaciones humanitarias, entre ellas Save The Children, el Consejo Noruego para los Refugiados, MSF y Mercy Corps, alertan sobre una hambruna masiva en la Franja de Gaza.
La declaración insta a los gobiernos a tomar medidas urgentes ante la ‘hambruna masiva’ impuesta por Israel en Gaza, incluyendo la demanda de un alto el fuego inmediato y permanente, así como la eliminación de todas las restricciones a la ayuda humanitaria.
De acuerdo con las organizaciones, “mientras el asedio del gabinete israelí mata de hambre al pueblo de Gaza, los trabajadores humanitarios ahora se ven obligados a unirse a las mismas filas para conseguir comida, arriesgándose a recibir disparos solo por alimentar a sus familias. Con los suministros completamente agotados, las organizaciones humanitarias observan cómo sus propios colegas y socios se consumen ante sus ojos”.