El pasado 26 de agosto, el periódico norteamericano The New York Times, publicaba la siguiente noticia con este titular:
La autora de dicha noticia, Kashmir Hill, reflexionaba sobre el suicidio del adolescente de 16 años norteamericano lo siguiente:
Un día después, el 27 de agosto, en la prensa del capital, se publicaba otro artículo periodístico, cuyo titular era el siguiente:
Haciéndose eco la noticia de una encuesta realizada en Reino Unido, EEUU y 42 países capitalistas más, entre ellos España, realizado por Global Minds entre los años 1993 y 2025. En dicho artículo se dice que “Según el estudio, este cambio se debe a que la salud mental de los jóvenes ha empeorado en comparación con la de las personas mayores. Aunque las causas exactas no están claras, los autores señalan varios factores posibles, como los efectos a largo plazo de la crisis de 2008 en el mercado laboral, la falta de financiación para servicios de salud mental, los desafíos de la pandemia de COVID-19 y el aumento del uso de teléfonos móviles y redes sociales”.
La oficina en España de la agencia de prensa científica Science Media Centre señalaba, con respecto de este estudio al que hemos hecho referencia, lo siguiente: “Hasta ahora, el bienestar percibido seguía una curva en forma de U en función de la edad, disminuyendo –por la preocupación, el estrés o la depresión– hasta que las personas alcanzaban la mediana edad, los 50 años, para luego repuntar hasta la vejez. Con el malestar, la U se invierte y hablamos de la “curva de la infelicidad”, con forma de joroba”.
Según los propios capitalistas, esta es la situación mental de unas sociedades, las que conforman la superestructura de esos estados imperialistas, que evidencian sufrir en sus mentes la inhumanidad de la base económica capitalista, un sistema económico tan criminal y violento que se refleja en la salud mental de esas sociedades, azotando y deshumanizando al ser humano. ¡A eso es lo que los fascistas, como Borrell, llaman el jardín del mundo! A un sistema que hace infelices a la inmensa mayoría de la sociedad, que la aliena, que conduce a muchos adolescentes menores de 18 años al aislamiento y al suicidio.
El capitalismo es un sistema que se fundamenta en el robo y la violencia. La esencia del capitalismo es la apropiación de la riqueza generada por la clase obrera, a la que condena a la pobreza no solo material, sino también espiritual; la esencia del capitalismo es el robo a los pueblos de sus riquezas, es desarraigar al ser humano de su medio ambiente y segarle su historia, esto es, la deshumanización. Por tanto, el capitalismo en su base económica es robo y en su superestructura es la violencia máxima, la deshumanización del ser humano.
Para que los capitalistas puedan dominar el mundo requieren de la confrontación entre los explotados, de nuestra división y atomización. Los capitalistas siempre han tratado de romper la unidad de los trabajadores pues, son conscientes, que sólo con la clase obrera muy fraccionada, atomizada, ellos pueden apropiarse del fruto del trabajo realizado por la humanidad, alejando al productor real de la riqueza de su obra, de su producto, del fruto de su trabajo.
Los capitalistas son plenamente conscientes de que solo hay una realidad objetiva, que es el reflejo en sí del mundo, de las relaciones de producción. Y también son plenamente conscientes de que los sujetos perciben esa realidad objetiva, ese reflejo, y que en ese proceso de percepción subjetiva de la realidad objetiva, del reflejo que es la verdad absoluta, es donde la burguesía debe incidir para distorsionar en los sujetos que conforman el proletariado la percepción de esa realidad objetiva y, en ello, gastan una ingente cantidad de recursos económicos en propaganda, entre los que descuellan periodistas, científicos prostituidos al capital, curánganos y vendidos al capital de todo credo ideológico burgués, siendo los oportunistas – “izquierda” del capital – los que más daño hacen al proletariado y, más concretamente, los oportunistas que son mostrados ante la clase como supuestos comunistas. Es fundamental que el obrero no perciba realmente su realidad objetiva en el proceso de producción, que es la de estar despojado de la propiedad y del control de los medios de producción y, por tanto, a estar obligado a vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario que consagra su explotación, que consagra la separación de su trabajo y el fruto que éste da, del reparto social de dicha riqueza, que lo condena a ser un paria de por vida mientras este sistema criminal siga vigente.
Así, pues, la acción sustantiva de los capitalistas para poseer el poder político que les garantiza sostener su criminal base económica capitalista fundamentada en la propiedad privada sobre los medios de producción y, consecuentemente, el robo a la mayoría productora por parte de la minoría parásita burguesa, pivota sobre la manipulación, engaño, desideologización y, en definitiva, deshumanización total del proletariado al objeto de desclasarlo, de atomizarlo, en definitiva de que la alienación sea absoluta para impedir que, como clase, el proletariado adquiera conciencia, esto es, sea capaz de percibir sin distorsión alguna su realidad objetiva.
Hoy los capitalistas se sostienen por lo que denominan la batalla ideológica, por la alienación absoluta de la clase obrera que conduce al proletariado a su fraccionamiento, a su división.
En la labor de dividir al proletariado los capitalistas utilizan la filosofía, inoculándole el idealismo. Por ello, no escatiman recursos en financiar y promocionar la religión y todo tipo de superstición. También utilizan el nacionalismo que sirve a la burguesía, no sólo para dividir al proletariado que es una única clase universal, internacional e internacionalista, sino también para buscar la subordinación del proletariado a la burguesía nacional, siempre en aras de la pervivencia del capitalismo, de la explotación capitalista, que es la verdadera y única patria de la burguesía.
Los medios de comunicación de masas clásicos (desde la radio al cine, pasando por la prensa en papel y la televisión), así como toda la pléyade de pseudointelectuales burgueses – supuestos economistas, profesores, periodistas y todo tipo de lo que denominan “profesional liberal” -, unido a los políticos financiados y al servicio del capital – fundamentalmente los que dicen ser de “izquierda” – y sindicalistas corrompidos y vendidos a los estados burgueses que los alimentan, no solo confunden al proletariado, lo engañan con todo tipo de mentiras que reiteran siguiendo el método del fascista Goebbels, empleando además el revisionismo histórico para reescribir la historia, falsearla, al objeto de engañar al proletariado. Con un proletariado que ignora su pasado, de dónde viene, porque le han borrado su engarce con su historia, que se la han manipulado y deformado completamente llevándola a odiarse a sí misma y negarse, y bajo el dominio ideológico del gran capital, también como consecuencia de la falta de un Movimiento Comunista Internacional que plantee una lucha ideológica sin cuartel y dote al proletariado de una solución organizativa de vanguardia y revolucionaria única para combatir a muerte a la burguesía, el proletariado está a merced de la burguesía, en tanto desconoce su esencia, de dónde viene y, consecuentemente, no puede conocer cuál es su misión histórica, hacia donde tiene que ir y qué mundo y periodo histórico le corresponde construir.
En esta labor de deshumanización del proletariado participan los sistemas educativos de los estados capitalistas – escuelas, institutos y universidades que son auténticos burdeles burgueses donde se prostituye a la ciencia, a la historia y al conocimiento humano-, al objeto de imprimir en el proletariado, desde la infancia, la revisión de la historia de la humanidad hecha por los capitalistas, por sus revisionistas, no solo tratando de borrar todo tipo de engarce de los hijos del proletariado con su papel en la historia que es la de la clase a la que pertenecen, sino también de que adopten una visión metafísica y acientífica de la historia donde asuman la lógica capitalista y, además, la admitan como lo natural, como algo eterno, invencible, todopoderoso, que refleja la naturaleza humana y la relaciona con ese sistema criminal, el capitalismo – formación socioeconómica última de la prehistoria del ser humano que hunde sus raíces en la propiedad privada sobre los medios de producción que divide la sociedad en clases antagónicas – negando a la mayoría social, el proletariado – que hoy es realmente quien representa a la humanidad, al ser la clase más numerosa, y la única auténticamente revolucionaria en la necesidad de transformación del mundo a su imagen y semejanza, de acuerdo con sus intereses de vida – escribir conscientemente la historia rompiendo el régimen de propiedad privada de los medios de producción por la propiedad social de los mismos, al objeto de construir un mundo sin clases y, consecuentemente, sin estados y sin violencia, donde la igualdad y el desarrollo humano sean la ley. Una burguesía que en esta labor revisionista de la historia, cardinal para su supervivencia, conduce al proletariado, también, a odiar a la ciencia y el estudio científico y objetivo de la historia de la humanidad, el materialismo histórico, o lo que es lo mismo, conduce a odiar a la ciencia integral de conocimiento del mundo, la ciencia del marxismo-leninismo que es la ciencia que dota al proletariado de las armas científicas y del conocimiento para comprender el mundo, su materialidad, y le muestra su papel histórico como constructor de un mundo hecho a su imagen y semejanza, la ciencia que le emancipa de la prehistoria humana de explotación del hombre por el hombre y le desbroza el camino de la construcción consciente de la historia humana liberada la humanidad de la explotación capitalista, armonizando relaciones de producción y fuerzas productivas así como la relación del hombre con la naturaleza de la que forma parte.
En el último siglo la burguesía ha manipulado a las masas como jamás se hizo en ningún otro periodo de la historia por parte de la clase opresora contra la clase oprimida. La labor ideológica del capital durante el último siglo ha sido constante, sembrando el anticomunismo para cosechar el fascismo, algo, por otro lado, lógico y que hace cierta la tautología leninista de que el desarrollo del monopolio en lo económico conduce a la reacción, al fascismo, en lo político. En esta labor de manipulación ideológica han predominado las mentiras y el revisionismo, sembrando todo tipo de prejuicio en las masas proletarias, contribuyendo a ello de manera decisiva el oportunismo, responsable en una gran parte de inocular la ideología burguesa, y todo su arsenal de mentiras e infamias, en el seno del proletariado. Ello es reconocido por los propios fascistas, como por ejemplo, el periodista franquista Emilio Romero, que afirmaba, con toda la razón, que “la derecha gobierna para doscientas familias y eso no da para votos suficientes, por eso, para ganar unas elecciones, la derecha tiene que mentir”. Y ciertamente, el trabajo de la “izquierda” del régimen, del oportunismo, ha sido, sin lugar a duda, la más criminal y canallesca.
La suma de décadas de manipulación masiva y engaños a través de los medios de comunicación del capital, de los sistemas educativos y sus instituciones, de Hollywood, acentuado todo ello por el avance del oportunismo y la desaparición del campo del socialismo, convirtió el mundo en un inmenso laboratorio, emulando a Pavlov, sin embargo, en lugar de perros con quien se experimenta es con los cerebros de los proletarios.
La alimentación de todo tipo de propaganda anticomunista, de todas las mentiras vertidas contra la URSS y otros países socialistas, de todo el revisionismo histórico practicado, de todo el oportunismo vilipendiando todo aquello que cuestionara el orden imperialista y la “democracia” burguesa atizando desde, supuestamente, las filas del proletariado, de la “izquierda”, todo aquello que oliera a socialismo real, a marxismo-leninismo, en definitiva, todos esos reflejos o estímulos condicionados – la propaganda reaccionaria, el anticomunismo que sería la campana que empleaba Pavlov con los perros con los que experimentaba antes de dar la comida a los animales– en lo que los propios fascistas hablan hoy como “guerra cultural”, o lo que es lo mismo, la batalla ideológica, lleva a una gran parte del proletariado a la aceptación plena del capitalismo y al repudio y odio hacia el marxismo-leninismo. O lo que es lo mismo, el sistema de propaganda anticomunista – a través de todo el arsenal burgués en la batalla ideológica contra el proletariado – (reflejo condicionado, la campana que sonaba antes de que en el laboratorio Pavlov pusiera la comida a los perros con los que experimentaba), hace que una gran parte del proletariado, huérfano de organización comunista que le haga llegar su verdad objetiva con respecto a su posición de clase, rechace y odie todo aquello que huela comunista (reflejo incondicionado, la reacción que tenían los perros de Pavlov tras escuchar la campana que antecedía a la comida y empezaban a salivar como consecuencia del sonido previo de la campana). De este modo, la burguesía no sólo engaña al proletariado, sino que determina la forma de actuar de parte del proletariado empleando lo que en psicología se denomina neoconductismo, la depuración del conductismo realizada por el norteamericano Burrhus Frederic Skinner desde la década de los 40s del siglo XX, antesala del cognitivismo que es la evolución del neoconductismo a la época de la computación, del desarrollo de las TIC y los avances neurológicos que, desde el individualismo, y confrontando por completo al materialismo al negar la causalidad, persigue determinar la conducta y la conciencia de los sujetos pertenecientes a la clase proletaria. De tal forma que la burguesía mediante el cognitivismo, interrelacionando conciencia-conducta-medio ambiente, determina la forma no solo de actuar, sino de interrelacionarse y de cavilar en virtud de todo el arsenal de mentiras vertidas por el capital a través de sus medios propagandísticos que hemos enumerado anteriormente, de todo su revisionismo histórico. Y la forma de razonar, de pensar, que inocula el burgués al proletario le muestra que el producto de ese proceso atiende a la finalidad teleológica de la satisfacción de los intereses y los valores burgueses, retroalimentados por la sociedad burguesa en el sujeto, para que su conducta (su actuar) vaya en consonancia con los intereses de clase de la burguesía, de la que el proletario en su alienación, se considera parte.
El cognitivismo empleado por los capitalistas para apropiarse de la conducta y de la conciencia del proletario se apoya, por un lado, en el individualismo y, por otro, en la teleología, que es la parte de la metafísica que estudia las causas finales y, consecuentemente, idealismo. La teleología considera el Universo como un orden de fines que las cosas tienden a realizar, negando la causalidad o sucesión de causas y efectos y, por lo tanto, negando la materialidad del universo y las leyes del movimiento o la dialéctica de la materia. Por tanto, el cognitivismo no solo es antagónico al marxismo-leninismo, es su negación, sino que además es reaccionario y anticientífico.
El desarrollo de la tecnología de la información y de las comunicaciones (TIC), concretamente de las redes sociales, los sistemas de Big Data, unido a la desaparición de la URSS y, con ella, de la referencia comunista a nivel internacional, ha llevado a los capitalistas no solo a profundizar en el engaño, en el revisionismo histórico, sino que dan un paso más, en el proceso de manipulación de las mentes del proletariado, siendo más profunda y sofisticada la forma de interferir y determinar la manera de pensar y reflexionar del proletario para que actúe conforme a los intereses del capital y, en consecuencia, en contra de los intereses de su propia clase, escorándolo y dirigiéndolo hacia la reacción, el fascismo que, como consecuencia de lo que hemos descrito, en partes del proletariado alienado es la desembocadura normal del proceso de alienación al que ha sido sometido. Un fascismo “rejuvenecido” o adaptado a los tiempos de la inteligencia artificial, bajo las etiquetas del transhumanismo y del posthumanismo, dictado por los dueños del mundo como Musk, Gates, Zuckerberg y sus peones destacados como Kurzweil, que buscan acumular la mayor riqueza posible despojando absolutamente de todo al ser humano, inclusive su pensamiento y sus vidas, condenado a la indigencia material y espiritual, en la más absoluta deshumanización. A estos fascistas del siglo XXI sus medios de manipulación de masas los denominan “filántropos” cuando no son más que reaccionarios que buscan la concentración máxima del capital en sus manos y la socialización máxima de la pobreza.
Un fascismo el predicado por los monopolios, a cuyos amos llaman “filántropos”, ve en el desarrollo tecnológico un instrumento poderoso no solo de control del ser humano, sino de adueñamiento completo de éste y su voluntad, cuando no de la sustitución de una parte del proletariado por máquinas o la intención de robotizar humanos (Cyborgs) de tal modo que el ser humano y su vida sea una maquina más propiedad de los monopolios, que no disponga de libre albedrío.
Mientras los medios de producción se hallen en manos de la burguesía, mientras no se derroque el capitalismo y se pongan los medios de producción y el desarrollo tecnológico en manos del proletariado, que es la humanidad, el mundo va flechado hacia su desaparición. Únicamente el proletariado puede salvar a la humanidad de la barbarie, puede hacer que el humanismo se imponga, puede hacer que el ser humano pueda emanciparse y conquistar mayores grados de libertad, que retrocede en cada momento que todavía pervive el imperialismo.
Sin embargo, el proletariado no puede romper los grilletes que el imperialismo le imponen, de la deshumanización y embrutecimiento al que es sometido por los capitalistas, sin que se desarrolle su instrumento de emancipación, el Partido Comunista Obrero Español, capaz de mostrarle la ciencia para que el proletario pueda romper las cadenas que le oprimen y ver el mundo material del que forma parte y del que es sujeto activo y creador, de una forma realmente objetiva, y poder así actuar en libertad. Esa ciencia, ese arma, es el marxismo-leninismo que es la negación de la barbarie imperialista que condena al ser humano a perder su esencia, su humanismo. Sin duda, el mundo hoy se encuentra en la disyuntiva histórica en que o se derroca el capitalismo que hoy es un sistema criminal que conduce a la barbarie y se impone el socialismo como paso previo hacia el comunismo, hacia un mundo donde el ser humano sea el centro del mundo y escriba conscientemente su historia, o la humanidad desaparecerá.
¡ROMPAMOS LOS GRILLETES QUE NOS OPRIMEN A LOS PROLETARIOS Y NOS NIEGAN LA DIGNIDAD HUMANA, DERROQUEMOS EL IMPERIALISMO!
¡SOCIALISMO O BARBARIE!
¡FORTALECE EL INSTRUMENTO DE LA REVOLUCIÓN, ORGANÍZATE EN EL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL!
Madrid, 8 de septiembre de 2025
COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)