
Miles de personas se congregaron este miércoles en el centro de Londres para manifestarse contra la visita oficial del presidente estadounidense Donald Trump, quien aterrizó la noche del martes en el aeropuerto de Stansted para iniciar una agenda de tres días en el Reino Unido.
La movilización, convocada por el grupo “Stop Trump”, fue acompañada por un fuerte despliegue policial que incluyó más de 1.600 agentes, según confirmó la Policía Metropolitana.
La protesta se desarrolló en un ambiente tenso pero pacífico, con pancartas que expresaban el rechazo a las políticas del mandatario. Entre los mensajes más visibles se leían consignas como “Los migrantes son bienvenidos, Trump no es bienvenido”, “No al racismo, no a Trump” y “Bombardear niños en Gaza y festejar en Reino Unido”, en alusión a recientes decisiones de política exterior.
Mientras tanto, Trump y su esposa Melania fueron recibidos con ceremonia por los reyes Carlos III y Camila en el castillo de Windsor, una de las residencias oficiales de la monarquía británica, ubicada a unos 40 kilómetros de la capital. Esta es la segunda visita de Estado del presidente estadounidense al país, marcada por el contraste entre los actos oficiales y el rechazo ciudadano.
Zoe Gardner, vocera de la coalición “Stop Trump”, declaró que la manifestación buscaba “dar a los británicos la oportunidad de expresar su odio hacia Donald Trump, su política y su racismo”.
Por su parte, Jo Williamson, una manifestante de 58 años, expresó su preocupación por el rumbo global: “Tengo miedo de la forma en que el mundo está siendo invadido por hombres realmente malvados”.
La movilización también respondió a una concentración de la extrema derecha celebrada el pasado sábado, en la que participaron más de 100.000 personas. “Fue una manifestación muy racista, y queríamos expresarnos”, añadió Williamson, subrayando el clima de polarización que atraviesa el país.
La visita de Trump, pese a su carácter diplomático, ha reavivado el debate sobre el papel del Reino Unido en la política internacional y el tipo de liderazgo que sectores de la sociedad británica están dispuestos a respaldar o rechazar públicamente.