José Barril (Unidad y Lucha).— 7 de octubre de 2025, pocos minutos antes de la una de la tarde. Un estruendo seco, atronador, seguido de una densa nube de polvo, presagiaba la catástrofe. Un edificio en obras de rehabilitación había colapsado parcialmente. Dambéle, Alfa, Jorge y Laura, originarios de Mali, Guinea, Ecuador y España, dieron su vida a mayor gloria del promotor de un hotel de 4 estrellas en pleno centro de Madrid, el fondo saudí ‘RSR Singular Assets Europe Socimi’.
¿Causas? Más allá de las que determine la instrucción técnico-judicial, deberíamos responder a la que en Salud Pública constituye la pregunta fundamental, las causas de las causas: una inspección técnica de edificios “desfavorable” en los últimos informes, de 2012 y 2022, a la que se hizo caso omiso; una Asociación Empresarial Hotelera de Madrid cuyo Plan Estratégico 2025-2029 prevé la apertura de 18 hoteles de cuatro y cinco estrellas en edificios históricos del centro de la capital, ¡cueste lo que cueste!; un régimen de “colaboración público-privada” mediante las llamadas ‘entidades colaboradoras urbanísticas’ que permite sustituir licencias por meras ‘declaraciones responsables’ (en este caso se instaló una grúa-torre en el interior del edificio, sin inspección técnica alguna)…
Según afirma el informe “Análisis de las Estadísticas de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales en España (2024)”, realizado por la Secretaría Confederal de Salud Laboral y Sostenibilidad Medioambiental de la C.S. de CC. OO-, del cual se extraen los datos que sustentan el presente artículo, “los daños a la salud ocasionados por la actividad laboral son la expresión más dramática del conflicto capital/trabajo”. Tan cierto como retórico, viniendo de una organización definitivamente entregada al pacto social.
Efectivamente, los llamados accidentes de trabajo están íntimamente ligados a la lucha de clases: sólo los padecen quienes todo lo producen, mientras rinden plusvalía a quienes todo lo parasitan. Las diferentes manifestaciones de la precariedad laboral: temporalidad, rotación en el puesto, falta de formación, etc. incrementan significativamente la accidentabilidad laboral, incluidos los accidentes mortales. Y junto a ello, las subcontrataciones. En el momento del derrumbe se encontraban en la obra trabajadores de, al menos, tres empresas: la constructora principal ‘Grupo Rehbilita’, ‘ANKA Demoliciones’, y la de pavimentación ‘Pavipedro’. La “Coordinación de actividades empresariales” en materia preventiva, consagrada en el Artículo 24 de la LPRL, no funciona, sencillamente no interesa.
Los factores de peligrosidad laboral interaccionan con nuestra clase de diferente manera según su origen. Mientras que lo que el INE llama “Ocupaciones elementales” (las más intensamente sometidas a condiciones de precariedad y sobreexplotación) son desempeñadas por el 8,91% de la población trabajadora española, este valor asciende al 30,1% para la de América Latina, y al 32,1% como mínimo para la africana.
La siniestralidad laboral relativa, expresada como ‘Índice de Incidencia’ (número de accidentes por cada 100.000 trabajadores/as ocupados/as con cobertura social) con baja en jornada, para los/as trabajadores/as de nacionalidad española es de 2.568,2. Para Dambéle, de Mali, era de 4.044,7 (un 57% superior); para Alfa, de Guinea, era de 5.397,6 (un 110% superior); y para Jorge, de Ecuador, era de 5.750,9 (un 124% superior).
Son precisamente los ‘Peones de la agricultura, pesca, construcción, industrias manufactureras y transportes’ el grupo de ocupación con un índice de incidencia de accidentes de trabajo con baja en jornada más elevado (8.910,9) y el segundo en mortalidad (9,3). Trabajadores expulsados de su país por el neocolonialismo y el imperialismo, y por ello con mayores dificultades para ejercer sus derechos frente al explotador. En este caso dieron su vida para la construcción de un hotel de lujo en que nunca podrían alojarse con sus salarios de miseria. Definitivamente existe una conexión entre inmigración y delincuencia, la delincuencia patronal.


