En 1932, médicos financiados por el Gobierno de EE.UU. comenzaron en Tuskegee un experimento para estudiar la progresión natural de la sífilis sin tratamiento y analizaron los resultados durante 40 años: la mayoría de los 399 pacientes afectados eran negros analfabetos y pobres a los que engañaron con una presunta asistencia médica gratuita de una enfermedad que ni siquiera sabían que padecían.