La audaz apuesta de los BRICS por la autonomía financiera

El impulso de desdolarización que está transformando las finanzas globales

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Traducido para el CEPRID (www.nodo50.org/ceprid) por María Valdés

El bloque BRICS, ahora significativamente ampliado para incluir a diez miembros de pleno derecho, está implementando agresivamente una estrategia integral de desdolarización, con el objetivo de reducir el dominio histórico del dólar estadounidense en el comercio y las finanzas internacionales. Este esfuerzo conjunto, impulsado por el deseo de una mayor soberanía financiera, una menor exposición a posibles presiones y sanciones económicas estadounidenses y un reequilibrio del poder económico global, marca un momento crucial en el panorama económico internacional. Las implicaciones inmediatas sugieren una transición gradual pero significativa hacia un sistema financiero multipolar, que podría debilitar la posición global del dólar y transformar la dinámica comercial tanto para las naciones como para las empresas.

Este ambicioso impulso de los BRICS, que incluye la promoción del comercio en moneda local, el desarrollo de sistemas de pago alternativos como BRICS Pay y BRICS Bridge, y la negociación de una nueva moneda de reserva para los BRICS, no es un mero gesto simbólico. Representa un desafío fundamental al orden financiero establecido, con posibles repercusiones en todos los ámbitos, desde los precios globales de las materias primas hasta la eficacia de las sanciones internacionales. A medida que el bloque consolida sus alternativas económicas, el mundo observa atentamente cómo se desarrollará este reequilibrio de poder y qué nuevas oportunidades y riesgos surgirán para la economía global.

Qué sucedió y por qué es importante: un giro estratégico para alejarse de la hegemonía del dólar

El bloque BRICS, que ahora abarca a Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Indonesia, Irán y los Emiratos Árabes Unidos, está implementando una estrategia de desdolarización deliberada y multifacética. Esta ambiciosa iniciativa busca reducir la influencia generalizada del dólar estadounidense en las finanzas globales, impulsada por el deseo colectivo de una mayor autonomía financiera, el aislamiento de las sanciones estadounidenses y un reequilibrio del orden económico internacional.

Un elemento central de esta estrategia es la vigorosa promoción del comercio en moneda local. Los informes indican una reducción significativa de la participación del dólar estadounidense en las transacciones internas de los BRICS, y aproximadamente dos tercios se liquidan ahora en las monedas de los países miembros. Por ejemplo, India (NSE: NIFTY 50) liquida cada vez más sus importaciones de energía de Rusia (MOEX: RTSI) en rupias o rublos, evitando por completo las transacciones en dólares. De igual manera, una parte sustancial del comercio entre China (SSE: 000001) y Brasil (BVMF: IBOV) se realiza ahora mediante acuerdos de swap de moneda local. El yuan chino (RMB) ha experimentado un notable aumento en los pagos internacionales, y más de la mitad de las transacciones transfronterizas de China se liquidaban en RMB a marzo de 2024, eclipsando la participación del dólar. Este cambio no se debe simplemente a la conveniencia; busca mitigar la volatilidad cambiaria y proteger el comercio de las presiones geopolíticas externas.

Al mismo tiempo, los BRICS están construyendo agresivamente infraestructuras financieras alternativas para eludir los sistemas dominados por Occidente. Entre las iniciativas clave se encuentra el desarrollo de BRICS Pay, un sistema de mensajería de pagos basado en blockchain que se propone competir con SWIFT, con pruebas piloto que, según se informa, comenzarán en 2025. Otro proyecto significativo es BRICS Bridge, una plataforma de pagos multifacética basada en blockchain que alcanzó su etapa de Producto Mínimo Viable (MVP) en junio de 2024 y está diseñada para conectar los sistemas financieros nacionales mediante monedas digitales emitidas por bancos centrales (CBDC). Estos sistemas, junto con el uso cada vez mayor del Sistema de Pagos Interbancarios Transfronterizos (CIPS) de China y el Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS) de Rusia, buscan crear una red financiera sólida e independiente para el bloque. El Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), o Banco BRICS, establecido en 2015, también desempeña un papel crucial al financiar cada vez más proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible en monedas locales, con el objetivo de otorgar el 30 % de sus préstamos en monedas locales para 2026.

La cronología de estos esfuerzos se remonta a más de una década, con llamados a una nueva moneda de reserva global que surgieron ya en la primera cumbre BRIC en 2009. Los hitos significativos incluyen el establecimiento del NBD en 2015, la expansión de la membresía BRICS en enero de 2024 (incluyendo Indonesia), y las discusiones intensificadas sobre sistemas de pago alternativos y una posible moneda común respaldada por oro en la Cumbre BRICS 2024 en Kazán, Rusia. Si bien una moneda unificada BRICS enfrenta obstáculos considerables debido a diversos intereses nacionales, el progreso constante en el comercio de moneda local y el desarrollo de nuevos canales de pago subrayan el compromiso del bloque. Las reacciones iniciales del mercado han sido una mezcla de escepticismo con respecto al rápido desplazamiento del dólar, en contraste con la creciente preocupación de las potencias occidentales, destacando la importancia estratégica de estos desarrollos para el futuro de las finanzas globales.

Una marea cambiante: Identificando a los ganadores y perdedores en la estrategia de desdolarización

El impulso de desdolarización de los BRICS está listo para reconfigurar el panorama económico mundial, creando beneficiarios distintivos y aquellos que enfrentan vientos en contra. A la vanguardia de los ganadores están las naciones ricas en materias primas dentro de la alianza BRICS+ y sus empresas autóctonas. Los gigantes energéticos rusos como Rosneft y las potencias brasileñas como Petrobras se beneficiarán a medida que el creciente volumen del comercio energético se liquide en monedas locales, lo que reduce su exposición a la volatilidad del dólar y el alcance de las sanciones estadounidenses. De manera similar, las compañías mineras de oro, incluidas Barrick Gold Corporation y Newmont Corporation, están viendo un aumento en la demanda a medida que los bancos centrales de los BRICS acumulan agresivamente reservas de oro como cobertura contra la depreciación del dólar, lo que empuja al oro a constituir el 10% de sus reservas colectivas del banco central. Los gigantes agrícolas como Bunge, que operan en Brasil, también podrían beneficiarse del floreciente comercio en moneda local con grandes importadores como China.

Más allá de las materias primas, las instituciones financieras de los países BRICS y las empresas innovadoras de tecnología financiera están posicionadas para el crecimiento. Los bancos que facilitan el financiamiento en moneda local a través del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) encontrarán nuevas vías de expansión. Las empresas de tecnología financiera expertas en integrar las Monedas Digitales de los Bancos Centrales (CBDC) y permitir transacciones transfronterizas en moneda local, como PhonePe de la India (respaldada por Walmart) o Nubank de Brasil, podrían experimentar un aumento en los volúmenes de transacciones. Además, es probable que consultoras de TI y desarrolladores de blockchain como Tata Consultancy Services (NSE: TCS) e Infosys aseguren contratos importantes para ayudar a los países BRICS a construir y mantener estas nuevas infraestructuras financieras, respaldando sistemas como BRICS Pay y BRICS Bridge. Las empresas financieras chinas, incluida Ping An Insurance, también podrían ver impactos positivos de la internacionalización del yuan, una piedra angular de la estrategia de desdolarización.

Por el contrario, es probable que los principales perdedores de este reajuste financiero sean los activos e instituciones financieras estadounidenses. Una reducción sustancial de la demanda global del dólar estadounidense podría provocar su depreciación, lo que reduciría el atractivo de los activos financieros estadounidenses y podría provocar la desinversión en los mercados estadounidenses, lo que afectaría a la renta variable y la renta fija estadounidenses. Este escenario también podría generar un aumento de los costes de financiación en Estados Unidos a medida que disminuye la demanda de bonos del Tesoro estadounidense. Los principales bancos mundiales, en particular los que tienen su sede en Estados Unidos y dependen en gran medida de las reclamaciones transfronterizas denominadas en dólares y del sistema SWIFT, podrían experimentar una reducción en el volumen de transacciones y la rentabilidad a medida que los países BRICS adoptan sistemas alternativos. Además, las acciones tecnológicas estadounidenses, cuyas valoraciones suelen ser sensibles a las fluctuaciones de los tipos de interés, podrían enfrentarse a dificultades si el aumento de los costes de financiación se materializa.

En términos más generales, la economía estadounidense y otras naciones del G7 enfrentan importantes implicaciones macroeconómicas. Un dólar más débil podría impulsar las presiones inflacionarias, reducir el poder adquisitivo estadounidense y obstaculizar la capacidad del gobierno estadounidense para financiar sus considerables déficits presupuestarios si menos inversores internacionales están dispuestos a comprar bonos del Tesoro estadounidense. Además, la menor dependencia del dólar podría socavar la eficacia de las sanciones estadounidenses, una potente herramienta de política exterior, a medida que las naciones sancionadas encuentren nuevos canales financieros. Las empresas que dependen en gran medida de un dólar estadounidense fuerte y de una gestión de riesgos centralizada basada en el dólar deberán adaptarse a un entorno multidivisa, lo que podría generar mayores costos operativos y un mayor riesgo cambiario si no ajustan sus estrategias.

Impacto de la industria e implicaciones más amplias: una nueva era de multipolaridad financiera

El impulso de desdolarización de los BRICS va mucho más allá de un cambio transaccional; se trata de una reorganización fundamental de la arquitectura financiera global, que se integra en tendencias más amplias del sector que desafían las normas establecidas. Este movimiento implica una profunda intención de reducir la arraigada hegemonía del dólar estadounidense, alterando así la influencia geopolítica que este confiere a Estados Unidos. Los países BRICS buscan promover su soberanía y estabilidad económicas, protegiendo sus economías de los vaivenes de la política monetaria estadounidense, la volatilidad cambiaria y el alcance punitivo de las sanciones. El desarrollo estratégico de sistemas financieros alternativos, como «BRICS Pay» y «BRICS Bridge», representa un esfuerzo deliberado por crear un ecosistema financiero independiente, que refleje la tendencia global hacia la innovación en los pagos digitales y la exploración de las Monedas Digitales de los Bancos Centrales (CBDC).

Esta iniciativa se enmarca perfectamente en una creciente tendencia global de diversificación de divisas. Los bancos centrales de todo el mundo están reevaluando cada vez más sus reservas, con un notable cambio hacia el oro y otras divisas importantes, además del dólar. El yuan chino (RMB) es un actor central en esta tendencia, promovido activamente por Pekín y ganando terreno como moneda de reserva y de intercambio a través de amplios acuerdos de swap. El impacto es especialmente pronunciado en los mercados de materias primas, tradicionalmente denominados en dólares. Una proporción significativa y creciente del comercio mundial de energía y materias primas, especialmente de productores como Rusia e Irán, se liquida actualmente en divisas distintas del dólar, lo que indica un cambio estructural duradero en la forma en que se fijan los precios y se negocian las materias primas globales.

Las repercusiones en competidores y socios son sustanciales. Para Estados Unidos, la desdolarización podría conllevar una erosión tangible de su «privilegio exorbitante», la ventaja única derivada del estatus de reserva de su moneda. Una disminución sostenida de la demanda global del dólar podría derivar en un debilitamiento de la moneda, un aumento de los precios de las importaciones y un aumento de los costos de endeudamiento para el gobierno estadounidense, lo que podría exacerbar las presiones inflacionarias. Críticamente, podría reducir la eficacia de las sanciones estadounidenses, una potente herramienta de política exterior, a medida que los países afectados encuentren canales financieros alternativos viables. Esto requiere una profunda reevaluación de la política exterior estadounidense y su enfoque de la participación económica global. Para los miembros del BRICS y su creciente red de socios, las implicaciones son en gran medida positivas, fomentando una mayor autonomía financiera, una mayor resiliencia ante las crisis externas y un fortalecimiento del comercio y la inversión dentro del bloque.

Las implicaciones regulatorias y políticas son igualmente trascendentales. Los países BRICS están desarrollando activamente marcos legales y financieros para respaldar el uso de la moneda local e integrar nuevos sistemas de pago, aunque persisten importantes obstáculos técnicos para una moneda alternativa verdaderamente unificada. Por otro lado, los responsables políticos estadounidenses se enfrentan al reto de adaptarse a un sistema financiero global más fragmentado, explorando potencialmente medidas para mantener la confianza en el dólar sin recurrir a políticas proteccionistas que podrían intensificar las guerras comerciales. A nivel mundial, la transición hacia un entorno monetario multipolar probablemente requerirá nuevos parámetros de referencia para los precios en los mercados de materias primas y una reevaluación de las regulaciones financieras internacionales para adaptarse a esta nueva realidad. Históricamente, esta transición evoca el declive del dominio de la libra esterlina británica tras la Segunda Guerra Mundial y los períodos de debilidad del dólar en la década de 1970, lo que subraya que la hegemonía monetaria no es inmutable y puede cambiar con las dinámicas de poder geopolíticas y económicas.

Lo que viene a continuación: Navegando por una nueva frontera financiera La trayectoria de los esfuerzos de desdolarización de los BRICS apunta a un panorama financiero global dinámico y en constante evolución, con maniobras a corto plazo y cambios estructurales a largo plazo en el horizonte. En el futuro inmediato (1-5 años), se prevé un impulso acelerado para las liquidaciones en moneda local en el comercio intra-BRICS+. Este enfoque pragmático consolidará aún más acuerdos como el creciente comercio de energía rupia-rublo de la India con Rusia y la expansión de los acuerdos de swap yuan-real entre China y Brasil. Fundamentalmente, se intensificará el desarrollo y la adopción de sistemas de pago alternativos como BRICS Pay y BRICS Bridge, con el objetivo de proporcionar canales eficientes de transacción distintos del dólar y consolidar una infraestructura financiera independiente de la influencia occidental. Es probable que los bancos centrales del bloque continúen su agresiva acumulación de reservas de oro, lo que indica una transición sostenida hacia activos respaldados por materias primas y una mayor diversificación de las reservas, alejándose del dólar. El renminbi chino (RMB) está a punto de fortalecer aún más su papel en los pagos transfronterizos, aprovechando el peso económico de China y su infraestructura financiera existente.

A más largo plazo (más allá de 5 años), el resultado más probable es una transición gradual, en lugar de abrupta, hacia un sistema monetario multipolar. El predominio del dólar estadounidense probablemente disminuirá, pero probablemente coexistirá con un renminbi chino más prominente, el euro y, potencialmente, una unidad respaldada por los BRICS, aunque una moneda fiduciaria unificada sigue siendo una posibilidad remota. Las conversaciones sobre una moneda de reserva de los BRICS, posiblemente respaldada por oro, probablemente seguirán evolucionando, en particular a través de plataformas como el Proyecto mBridge, cuyo objetivo es facilitar los pagos con Monedas Digitales de Bancos Centrales (CBDC) multinacionales. Esta evolución a largo plazo exigirá cambios estratégicos por parte de todos los actores principales. Los países BRICS deben superar los desafíos internos de la volatilidad monetaria, la convertibilidad y los diferentes intereses económicos para presentar una alternativa unificada y estable. También deben seguir construyendo infraestructuras financieras sólidas, eficientes y seguras para gestionar los crecientes volúmenes de moneda local y las complejas transacciones transfronterizas.

Para Estados Unidos, la adaptación será crucial. Mantener la confianza en el dólar requerirá abordar la responsabilidad fiscal, gestionar la deuda nacional y recalibrar cuidadosamente las herramientas de política exterior, especialmente las sanciones, para seguir siendo eficaces en un mundo menos dependiente de los rieles del dólar. Estados Unidos deberá pasar de una posición de dominio financiero unipolar a una de participación estratégica dentro de un orden económico multipolar. Surgirán oportunidades de mercado para los productores de materias primas de los países BRICS+, en particular en energía y metales preciosos, a medida que las liquidaciones en moneda local se conviertan en la norma. Productores de oro como Barrick Gold Corporation y Newmont Corporation se beneficiarán de la demanda sostenida de los bancos centrales. Las empresas de comercio internacional con sede en los BRICS que puedan desenvolverse con destreza en un entorno multidivisa encontrarán menores costos de transacción y una mayor integración económica. Por el contrario, las instituciones financieras estadounidenses, que dependen en gran medida de las transacciones centradas en el dólar y de los sistemas de pago controlados por Occidente, enfrentan desafíos que requieren una diversificación estratégica y la adaptación a los nuevos flujos financieros globales.

Los escenarios potenciales abarcan desde un «sistema multipolar gradual» donde la participación del dólar disminuye lentamente, hasta un «sistema financiero bifurcado» más fragmentado donde los BRICS y los bloques occidentales operan ecosistemas financieros en gran medida independientes. El cambio en curso da credibilidad a un escenario de «Bretton Woods III», donde emerge un nuevo orden financiero global, posiblemente centrado en monedas respaldadas por materias primas y con un dominio significativamente reducido del dólar. Los inversores deben estar atentos a la continua acumulación de oro por parte de los bancos centrales, la exitosa implementación y adopción de los sistemas de pago alternativos de los BRICS y cualquier expansión adicional del bloque BRICS, todo lo cual indicará el ritmo y la dirección de esta profunda transformación financiera global.

Conclusión: Un nuevo amanecer para las finanzas globales

Los esfuerzos de desdolarización de los BRICS representan un desafío profundo y estratégico al prolongado dominio del dólar estadounidense en las finanzas globales. Las conclusiones clave subrayan un enfoque decidido y multifacético: la promoción incesante del comercio en moneda local, el ambicioso desarrollo de sistemas de pago alternativos como BRICS Pay y BRICS Bridge, y una diversificación significativa y continua de las reservas nacionales, con un énfasis especial en la acumulación de oro. Este movimiento no es meramente económico, sino profundamente geopolítico, y busca fomentar una mayor soberanía financiera para los países miembros y reconfigurar el equilibrio de poder global.

De cara al futuro, el mercado debería anticipar una erosión gradual, pero persistente, de la participación del dólar en las transacciones internacionales. Si bien es improbable una destronización completa e inmediata debido a las arraigadas ventajas estructurales del dólar, el impulso que impulsa las iniciativas de los BRICS sugiere una reorientación fundamental de los flujos financieros globales. Esto inevitablemente creará un panorama monetario más complejo y multipolar, donde otras monedas principales, especialmente el yuan chino, desempeñarán papeles cada vez más importantes. Este cambio beneficiará a los productores de materias primas de los países BRICS+, al protegerlos de la volatilidad y las sanciones del dólar, a la vez que podría plantear desafíos para los activos e instituciones financieras estadounidenses que han prosperado durante mucho tiempo bajo la hegemonía del dólar.

El impacto duradero de esta estrategia de desdolarización será un sistema monetario internacional más diversificado y distribuido, que alterará fundamentalmente la influencia geopolítica previamente concentrada en manos de EE. UU. Esto significa un paso tangible hacia un nuevo orden mundial donde el poder económico y político se distribuye de manera más equitativa. Para los inversores, los próximos meses serán cruciales. Se recomienda estar atentos al progreso y las tasas de adopción de los sistemas de pago alternativos de los BRICS, la continua internacionalización del yuan y las tendencias de acumulación de oro de los bancos centrales. El seguimiento de los acontecimientos geopolíticos y las posibles respuestas políticas tanto de los BRICS como de las naciones occidentales también será clave. La diversificación estratégica de la exposición a divisas y la identificación de oportunidades en las monedas de los BRICS, el oro y los activos respaldados por materias primas pueden resultar esenciales para navegar en este nuevo amanecer para las finanzas globales.

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