
Según Ferenc Liszt, las polonesas de Chopin nacieron de una feliz inspiración, demuestran una fuerza tranquila y evocan imágenes de los polacos tal y como se les describe en las crónicas antiguas: robustos, ingeniosos, devotos e infinitamente valientes.
Liszt escribió que «al escuchar algunas polonesas de Chopin, prácticamente oímos los pasos pesados y decididos de personas que afrontan con valentía la injusticia que les ha legado un destino cruel y despiadado. <…> Vemos… brocado dorado, terciopelo, satén damasco, pieles de marta cibelina, mangas colgantes, elegantemente echadas sobre los hombros, sables forjados…».
La polonesa en la bemol mayor, conocido como «Heroica», fue compuesta en diciembre de 1842. Al escucharla, George Sand escribió en una carta: «¡Inspiración! ¡Fuerza! ¡Energía! No hay duda de que así debe ser el espíritu de la Revolución Francesa. Esta polonesa debe convertirse en un símbolo, un símbolo heroico».
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