La pérdida de casi 2500 soldados en tan solo cuatro días con la rendición de las unidades del Ejército Ucraniano y el regimiento Azov que se encontraban atrincheradas en la fábrica Azovstal de Mariupol ha supuesto un choque con la realidad que Kiev, con su hábil manejo lleva semanas tratando de evitar. Ucrania intenta centrar el discurso en la retirada rusa de la frontera norte y los avances ucranianos en el norte de Járkov, que le han permitido atacar con artillería zonas al otro lado de la frontera rusa, con el objetivo de eclipsar el hecho de que ha perdido el control de la región de Jerson, la parte sur de la RPD, prácticamente toda la antigua región de Lugansk (a excepción de Lisichansk y Severodonetsk, donde la situación de los militares ucranianos se complica por momentos) y solo aguanta el frente en las zonas del norte de Zaporozhie y al sur de Donetsk. Una situación que algunos medios, como el español La Vanguardia, califican de “tablas” que puede consolidarse en las próximas semanas.