La vieja «economía mixta para el nuevo «socialismo del siglo XXI»; Equipo de Bitácora (M-L), 2015

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«Con la vuelta al poder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en 2006, el partido no prometía alterar su programa de economía mixta, receta económica de siempre, nadie esperaba un cambio, y en la práctica cumplió las expectativas de todos.

Ciertos ideólogos encuadrados dentro del «socialismo del siglo XXI», y en el caso del nicaragüense, utilizan tesis de varios revisionismos –como el chino, yugoslavo o el eurocomunista– para engañar a las masas populares en cuanto a la economía. Citemos las concepciones más comunes:

1) Los que defienden que el capitalismo de Estado es igual a socialismo: entendamos que la mera nacionalización de empresas, o de un tanto por ciento de de las mismas, no significa crear el sector socialista. En esas empresas estatales continúan rigiendo las relaciones de producción capitalistas, y en el caso de las mixtas –parte sector estatal y parte sector burgués o privado– es peor aún, en ellas sigue existiendo una apropiación por parte del empresario aunque un tanto por ciento de la empresa ahora sea estatal debido a que ha sido recuperada para el Estado; en estos casos el Estado siguen reportando grandes rentas extras al ex propietario o propietarios privados por tal operación; o lo que es lo mismo, hay continuidad en la apropiación parasitaria del plus valor.

2) También se recurre a tesis del revisionismo yugoslavo, quién a su vez copió en su día las tesis del anarco-sindicalismo para convencer a las masas que la propiedad estatal es una forma «indirecta de la propiedad colectiva», ergo dicen que la forma directa sería la autogestión empresarial, la cual reniega abiertamente de cualquier plan centralizado a escala nacional y no hace distinción entre las clases trabajadoras, negando una vez más el papel protagónico a la clase obrera.

3) Se recupera la teoría del anarquismo, luego copiada por el revisionismo estadounidense y el revisionismo chino –añádase su variante vietnamita–, y actualmente en auge entre el revisionismo cubano: de que existe un capitalismo bueno, o sea el capitalismo no monopolista, de pequeñas y medianas empresas, a partir de ahí los ideólogos y defensores del «socialismo del siglo XXI» se pierden en la búsqueda de un capitalismo «productivo».

4) De igual modo, los seguidores del «socialismo del siglo XXI» copian otro modelo del revisionismo yugoslavo, chino o cubano en lo concerniente al capital extranjero. Por ejemplo en la creación de empresas mixtas con capital de los países imperialistas, estos aluden que al tener el 51% de la empresa, no se incurre en una explotación de los obreros de la empresa, estupidez donde las haya, porque gran parte del esfuerzo del obrero no es puesto a disposición del presunto Estado socialista y este se reporta directamente al imperialismo como beneficio, sin contar con el hecho de que el imperialismo está obteniendo superganancias desde el mismo momento en que invierte su capital exportado en un país con unos costos de producción mucho más baratos en comparación a los existentes en el propio país.

5) La idea general del liberalismo y del neoliberalismo, que debido a la «globalización», países del tipo como Nicaragua, solo pueden aspirar a «luchar respetando el juego» del sistema capitalista y que solo pueden regular su economía en base a los contratos, pactos y concesiones a los organismos internacionales, que de otro modo estarían condenados a la ruina económica.

Estas teorías deben de ser explicadas de forma sencilla al pueblo nicaragüense, y a otros pueblos, que sufre la machacona propaganda desde los medios de comunicación dominados por el partido revisionista dominante.

Desmontemos ahora algunas de dichas teorizaciones de modo más detallado.

1) La idea de que «la unión entre explotados y explotadores nicaragüenses beneficia la economía nacional» y de un «capitalismo productivo» y «con función social»: en el marco de la economía la máxima del gobierno de Daniel Ortega ha sido la unión de explotados y explotadores so pretexto de crear una economía nacional unida, más fuerte y más competitiva. Veamos el discurso:

«Hoy en este segundo aniversario de Tomás, con Carlos, con el Coronel Santos López, con Sandino, estamos viviendo una etapa de lo que podríamos llamar un proceso que permita fortalecer, darle una mayor estabilidad, una mayor seguridad al país para que este proceso democrático, profundamente democrático, siga abriéndonos caminos para continuar librando la lucha por el empleo, la lucha por la salud, la lucha por la educación, la lucha en beneficio de las cooperativas, la lucha con todas las fuerzas económicas de nuestro país, fortalecer esa gran alianza que viene caminando y se viene consolidando entre los empresarios, los trabajadores de la ciudad y el campo y el pueblo nicaragüense, todos juntos en esta gran alianza, que es la alianza que nos permite sentar las bases con mayor firmeza». (Daniel Ortega; Acto del II aniversario del paso a la inmortalidad del comandante Tomás Borge y del Día Internacional de los Trabajadores, 30 de abril del 2014)


Además los actuales dirigentes del FSLN nos intentan vender que la propiedad privada cumple una función de propiedad colectiva y social!:

«No se debe confundir, pues, lo privado con lo individual, ni estigmatizar esto último como necesariamente contrario a lo colectivo y lo social. (…) La propiedad social no tiene por qué limitarse a su forma estatal, pudiendo ser comunitaria, asociativa, cooperativa y hasta individual». (Carlos Fonseca Terán; La perpendicular histórica, 2011)

Carlos Fonseca Terán, al igual que otros dirigentes e ideólogos del «socialismo del siglo XXI» como Nicolás Maduro, intenta convencernos de que la propiedad privada no implica contradicción con el colectivo de la sociedad, que la propiedad privada no implica contradicción con el socialismo; este demagogo se «olvida» pues, de las claras citas de Engels y Lenin sobre el carácter de la propiedad privada y la necesidad de su erradicación.

Ya con estas declaraciones sabemos, como Marx y Engels ya esgrimieron, que estos señores se saltan el axioma más básico para transitar al socialismo: la eliminación de la propiedad privada que es la máxima representación de la explotación de la clase obrera y la base medular del capitalismo, por lo que se hace necesario acabar con toda ella para la construcción económica socialista:

«La propiedad privada actual, la propiedad burguesa, es la última y más acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los otros. En este sentido los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada». (Karl Marx y Friedrich Engels; Manifiesto del partido comunista, 1848)

Puntualizar que todos los revisionismos han mantenido vigente la propiedad privada, ya fuera en su forma tradicional de la abierta propiedad privada de un individuo o varios, mediante el capitalismo de Estado, o en formas cooperativas de propiedad.

2) El concepto de que «la autogestión es el nuevo método socialista de gestión de la economía»:

«Por su parte, el nuevo modelo económico socialista consistiría en la socialización autogestionaria o cuentapropista de la propiedad sobre los medios de producción para el ejercicio directo de la propiedad y el control de la producción por los trabajadores. (…) Estamos refiriéndonos, pues, al paso del viejo socialismo –estatista en lo económico y burocrático en lo político– al nuevo socialismo –autogestionario o cuentapropista en lo económico y protagónico en lo político–, el cual como nuevo modelo histórico se encuentra en construcción práctica y teórica». (Carlos Fonseca Terán; Revolución, socialismo y vanguardia; Vigencia de Lenin, Che y Chávez, 2010)

Y resulta no menos interesante observar que toda esta «novedad en realidad se inspira, como no podía ser de otro modo, en su padrino doctrinario: el revisionismo cubano; este a su vez copió las medidas capitalistas del campo del revisionismo jruschovista-brézhnevista introducidas en Polonia, la RDA, etc., desviación que en realidad nace del paradigma de la autogestión económica que fue instalada por primera vez en la Yugoslavia en el año 1950 como ya se ha demostrado en líneas anteriores. No nos encontramos con ninguna novedad y en cambio nos topamos con toda una vieja teoría oportunista:

«No es por casualidad que en las experiencias socialistas aparecieron diversas formas de cooperativas, consejos de obreros y campesinos, comunas, empresas autogestionarias, etc. Es muy significativo el caso del país que más largo ha llevado la estatización del campo, como es Cuba, al crear las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), por medio de las cuales el capital agropecuario, antes en manos del Estado, pasó a ser gestionado por los trabajadores». (Voz del Sandinismo; Socialismo del siglo XXI, nuevo modelo para el agro, 25 de marzo del 2009)

Para mala fortuna de estos aventureros teóricos, rascaron el boleto y perdieron una vez más. La dichosa «autogestión» que tanto hablan, es una teoría pequeño burguesa que va en contra de lo teorizado por los creadores del marxismo. Lenin también expresó su rechazo a estas concepciones de la autogestión, que no eran sino la teoría pequeño burguesa de entregar los medios de producción a particulares y que estos rigieran como gustasen la producción. Tanto en los primeros días de la revolución de octubre de 1917, como después en los años 20 con las desviaciones anarco-sindicalistas de su partido; Lenin combatió estas teorías antimarxistas:

«Toda legislación, ya sea directa o indirecta, sea de la posesión de su propia producción por los obreros de una fábrica o de una profesión tomada en particular, con derecho a moderar o impedir las órdenes del poder del Estado en general, es una burda distorsión de los principios fundamentales del poder soviético y la renuncia completa del socialismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Sobre la democratización y el carácter socialista del poder soviético, 1918)

3) El pensamiento de la «imposibilidad de recuperar los medios de producción»: continuemos desbrozando el pensamiento económico de estos grandes «revolucionarios» y «marxistas» con una teoría que no merece extendernos mucho en la presentación pues pronto el lector comprobara su estupidez:

«¿Podemos expropiar –compensando a los propietarios– o confiscar a los propietarios de medios de producción? Obviamente que no, dada la existencia mayoritaria de pequeños y medianos productores mercantiles. Sería un verdadero suicidio tanto desde el punto de vista político como económico, pues estaríamos afectando a la mayoría de la población. ¿Podemos expropiar o confiscar a los grandes capitales locales o a las corporaciones internacionales? Igualmente, parece muy difícil, dado que gran parte de su patrimonio está internacionalmente dislocado». (Orlando Núñez; La vía asociativa hacia el socialismo, 2012)

Esto es lo que Stalin denominó charlatanería y oportunismo:

«Los obreros dirán a los comunistas –y con razón–: si tenemos soviets, y los soviets son órganos de poder, ¿no se podría estrechar a la burguesía y expropiarla «un poquito»? Los comunistas serán unos redomados charlatanes si no emprenden el camino de expropiación de la burguesía cuando existan soviets de diputados obreros y campesinos. (…) ¿Se puede y se debe renunciar a la expropiación de la burguesía en el futuro, cuando existan soviets de diputados obreros y campesinos? No, no se debe». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; La revolución en china y las tareas de la Komintern, 1927)

A los medianos y pequeños propietarios no se les puede privar de sus medios de producción de una. Marx y Engels, a diferencia de los anarquistas, no hablaron de la expropiación de las pequeñas empresas durante los primeros días de la revolución:

«Por supuesto, todas estas medidas no podrán ser llevadas a la práctica de golpe. Pero cada una entraña necesariamente la siguiente. Una vez emprendido el primer ataque radical contra la propiedad privada, el proletariado se verá obligado a seguir siempre adelante y a concentrar más y más en las manos del Estado todo el capital, toda la agricultura, toda la industria, todo el transporte y todo el cambio». (Friedrich Engels; Principios del comunismo, 1847)

Iósif Stalin comenta la carga que este error supondría:

«Después de la toma de poder por el proletariado, emprender la expropiación de la burguesía media y pequeña burguesía, tomando sobre sí la inmensa carga que supone dar trabajo y asegurar medios de vida a millones de nuevos sin trabajo, llevados artificialmente a esa situación. Basta con plantear ese problema para comprender lo incongruente y lo absurdo que sería tal política para la dictadura proletaria». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Pleno del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1928)

Entonces, a los medianos y pequeños propietarios se les lleva al socialismo mediante la colectivización, hasta convertir su unión en propiedad estatal de todo el pueblo. Pero respecto a los propietarios de las grandes empresas nacionales o extranjeras, que además detentan sectores estratégicos de la economía, se incurre en un error oportunista al decir que no es necesaria la inmediata confiscación de sus bienes. En el caso de la anterior cita de Orlando Núñez, se observan excusas tan patéticas que perfilan que no se debe expropiar al burgués porque su patrimonio en su mayoría está fuera del país: primero habría que analizar si eso en cada caso es cierto, y segundo; en caso de estar en lo que sospecha, no borra la contradicción principal de todo esto: el trabajo asalariado que brinda la propiedad privada. De todos modos, en esa cita se habla como si en la época de Lenin, Enver Hoxha, Georgi Dimitrov, y otros, esto no hubiera ocurrido con los bancos, industrias, y demás sectores económicos de sus respectivos países.

4) La idea de que «la inversión extranjera genera trabajo y desarrollo para el país»: si bien no hemos hablado de las inversiones extranjeras en el gobierno del FSLN de los 80, las cuales también existían, hemos preferido centrarnos en los datos actuales. Y es que ellos hablan orgullosísimos de sus datos:

«Nicaragua está en primer lugar en la mayor relación IED/PIB en Centroamérica, que refleja los esfuerzos de estos países en la capitalización de sus economías y sentar las bases para un mayor desarrollo. El mayor nivel de inversiones captadas con respecto al PIB refleja el atractivo para los inversionistas extranjeros basados en la estabilidad del país y las oportunidades de inversiones rentables. El Gobierno del Presidente Comandante Daniel Ortega Saavedra dio pasos importantes en el estímulo de las IED en el quinquenio pasado de gobierno (2007-2011), con la suscripción de acuerdo con el FMI por cinco años, garantizando de esta manera los flujos de recursos externos para financiar la inversión en infraestructura; renovó acuerdos de cooperación con los principales donantes y logró avanzar en otros acuerdos comerciales. En el quinquenio (2012-2016) da continuidad a esos procesos». (Laluchasigue.org; Las Inversiones Extranjeras Directas crecen en 431.3% en 2013 comparado con 2006 y en 16.8% comparado con 2012, Boletín Nicaragua Triunfa Nº 114, 17 de enero de 2014)

Según el registro de los medios nicaragüenses en 2012 se vio un incremento del 33% de las inversiones extranjeras desde 2010; por cierto: el país de origen de esas inversiones es Estados Unidos en primer lugar seguido de países como México, España o la propia Venezuela:

«Nicaragua alcanzó la cifra histórica de US$1,284 millones en ingresos de inversión extranjera directa (IED) en 2012, lo que representó un incremento del 33 por ciento en comparación a los US$968 millones alcanzados durante 2011. Los principales sectores que captaron estos flujos fueron Industria, Comercio y Servicios, Energía, Minas y Zonas Francas, los cuales abarcaron el 77 por ciento del total de los ingresos de IED». (ProNicaragua; Nuevo record histórico de ingresos IED para Nicaragua, 2012)

Para el año 2014, las inversiones extranjeras siguieron creciendo:

«La inversión extranjera directa (IED) en Nicaragua alcanzó los $1.500 millones en el 2013, superando en un 16,8% el registro del año anterior. La Presidencia de la República divulgó el informe según el cual el monto de la inversión extranjera directa del 2013 es el más alto de los últimos siete años. Con respecto al producto interno bruto (PIB), la IED representa un 13,5%, la relación IED PIB más alta de Centroamérica de acuerdo con el dato oficial.». (Nación.com; Inversión Extranjera creció 16,8% en Nicaragua durante el 2013, 2014)

¿Por qué la razón de la inversión de las burguesías internacionales en un país como Nicaragua, incluso superando el nivel de inversión de otros países de Centroamérica? Porque igual que los revisionistas cubanos, sus leyes de inversión extranjera se van reformando para otorgar más facilidades a los capitalistas extranjeros, convirtiendo a Nicaragua en un país absolutamente garantista, en un «país taller», para este tipo de inversiones que va de la manos con el vaciamiento de contenido del código laboral:

«El país ha experimentado un sostenido crecimiento económico en los años recientes. En 2012, la inversión extranjera directa representó la entrada de 1,284 millones de dólares, lo que representó un crecimiento del 33% comparado al año anterior. La inversión extranjera directa como porcentaje del PIB total de Nicaragua fue de 12.2%, cifra que está muy por encima del promedio de 5% para Centro América. La Ley de Promociones de Inversiones Extranjeras (Ley 344) es la principal herramienta legislativa para la inversión foránea en el país. Esta ley garantiza la igualdad de trato para los inversores nacionales o extranjeros. No hay ninguna restricción gubernamental impuesta en la conversión de moneda extranjera o en la transferencia de fondos. Tampoco la hay para la repatriación de todo capital o ganancia hacia el país de origen de una compañía. En términos de propiedad, la ley protege los derechos de inversores extranjeros al poseer una propiedad en el país, y también protege cualquier marca, patente y derechos de propiedad intelectual. Una de las razones más atractivas que tienen las compañías para invertir en Nicaragua son los incentivos fiscales ofrecidos por el Estado. Estos incluyen diversas reducciones de impuestos que varían según sector económico, pero que en la mayoría de casos abarca como incentivo para los primeros 10 años de inversión una exención total de impuestos al valor agregado (IVA), el impuesto sobre la renta y más. Si la inversión en el país continúa después de esos primeros diez años, el incentivo de exención de impuestos puede con frecuencia extenderse a una década más». (Vianica.com; Oportunidades de inversión en Nicaragua, 2013)

La realidad nos vuelve a dar la evidencia de que los dirigentes nicaragüenses no solo es que están lejos de ser marxistas, y con ellos el FSLN como partido, sino que jamás comprendieron los peligros que entrañan la entrada del capital extranjero, sobre todo para economías que se han mostrado con tan poca fiabilidad como es hoy la de Venezuela, Uruguay, Nicaragua, Bolivia, y demás:

«El capitalismo nunca puede invertir en otros países, conceder préstamos y exportar capitales, sin calcular de antemano los beneficios que se embolsará. Si a los grandes monopolios y bancos, que se han extendido como una telaraña por el mundo capitalista y revisionista, no se les presentan datos concretos sobre los posibles ingresos a obtener de la explotación de una mina, de las tierras, de la extracción del petróleo o del agua en un desierto, no dan créditos. También hay otras formas de conceder créditos, que se practican de cara a los Estados pseudosocialistas que buscan camuflar el camino capitalista que siguen. Estos créditos, que alcanzan grandes sumas, se conceden en forma de créditos comerciales y se liquidan, naturalmente, a corto plazo. Tales créditos son dados conjuntamente por muchos países capitalistas, los cuales han calculado de antemano los beneficios económicos, y también los políticos, que van a sacar del Estado que los recibe, teniendo en cuenta tanto el potencial económico, como la solvencia de los mismos. Los capitalistas en ningún caso dan créditos para construir el socialismo, sino para destruirlo. (…) Es sabido que el capitalista no concede ayudas a nadie sin antes considerar, en primer lugar, su propio interés económico, político e ideológico. No se trata únicamente del porcentaje que obtiene como ganancia. El país capitalista que concede el crédito, junto con él, introduce en el país que recibe la «ayuda», también su modo de vida, su modo de pensar capitalista, crea sus bases y se extiende insensiblemente como una mancha de aceite, amplía su telaraña y la araña está siempre en el centro y chupa la sangre a todas las moscas que caen en sus redes. (…) El endeudamiento de cualquier país, grande o pequeño, con un imperialismo u otro, con sus entidades públicas o privadas, siempre conlleva peligros inevitables para la libertad, la independencia y la soberanía del país que toma este camino, tanto más para países económicamente pobres». (Enver Hoxha, El imperialismo y la revolución, 1978)

5) El pensamiento de que «el país se puede y debe apoyarse en organismos capitalistas internacionales como el FMI para regular su economía»: desde la vuelta del FSLN al gobierno de Nicaragua el Fondo Monetario Internacional (FMI) no ha reducido su influencia en la economía nicaragüense alentada durante los gobiernos neoliberales, de hecho esta sigue girando en torno a las exigencias de esa institución:

«El Gobierno del Presidente Comandante Daniel Ortega Saavedra dio pasos importantes en el estímulo de las IED en el quinquenio pasado de gobierno (2007-2011), con la suscripción de acuerdo con el FMI por cinco años, garantizando de esta manera los flujos de recursos externos para financiar la inversión en infraestructura; renovó acuerdos de cooperación con los principales donantes y logró avanzar en otros acuerdos comerciales». (Laluchasigue.org; Las Inversiones Extranjeras Directas crecen en 431.3% en 2013 comparado con 2006 y en 16.8% comparado con 2012, Boletín Nicaragua Triunfa Nº 114, 17 de enero de 2014)

Los préstamos, créditos y todo tipo de contactos con el capital privado extranjero de los países imperialistas, propicia no sólo en un enredo de deudas económicas, sino que como ya se ha expresado, lleva aparejada la pérdida de soberanía; por lo tanto la subyugación económica a los imperialismos y sus organizaciones siempre se ha traducido en que los regímenes pseudosocialistas terminan bajo una subyugación económico-política efectiva; ¿y cómo se traducía en hechos?, pues en hacer reformas a gusto del acreedor de la «ayuda» económica. Recordemos en este punto que cuando los países revisionistas-capitalistas se integraron en el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etc., el seguidismo en las reformas fue bestial, como lo es para cualquier país que se adentra en estos «charcos»:

«La participación en el Fondo Monetario Internacional en algunos países de Europa del Este, como Yugoslavia, que ha sido miembro desde su fundación, Rumanía, que lo es desde principios de los años 70, Hungría desde 1982 y Polonia desde 1985, y la necesidad de nuevos préstamos para cubrir los antiguos, fue aprovechada por esta organización para lograr sus intereses. En primer lugar, le pidió a estos países a que tomaran nota de la situación actual de la economía y definieran el camino a seguir para transformarlo, hacerle modificaciones estructurales, limitaciones de las importaciones e inversiones, etc. Es en este contexto que encaja las medidas adoptadas en estos países para elevar los precios de los bienes de consumo y devaluar su moneda frente al dólar. En los años 1981, 1983 y 1984, Rumanía ha devaluado tres veces el leu y el dólar subió 4,5 a 21,5 frente al leu. Polonia, con su entrada en el FMI, operaba con una devaluación del zloty en un 30 por ciento, mientras que Hungría ha pasado el dólar 41,3 a 51 forint. De modo general, la política del FMI con respecto a los países que piden préstamos, independientemente de los matices y los rasgos específicos que revistan según los diferentes Estados y los grupos de Estados, parece estar destinado a aumentar la explotación y la expoliación de las amplias masas trabajadoras y acentuar todavía la dependencia de su economía hacia sus exportaciones en las metrópolis. Además, el FMI pregunta y pide informes detallados sobre la situación de la economía de los países prestatarios, sobre sus perspectivas de desarrollo, sobre la política económica que aplicarían según las medidas propuestas por él, y se le ha sido reconocido también el derecho a proceder periódicamente a la comprobación de la aplicación de esta política. Su no aplicación puede conducir hasta el cese de los créditos». (Lulzim Hana; La deuda externa y los créditos imperialistas, poderosos eslabones de la cadena neocolonialista que esclaviza a los pueblos, 1988)

Hay que buscar en este tipo de análisis científicos, las causas de la caída de los regímenes revisionistas-capitalistas. En los países de la «izquierda latinoamericana» o los autodenominados países del «socialismo del siglo XXI», siguen la misma estela, estos también confían en los organismos del neoliberalismo global como el FMI para «evaluar la viabilidad de su economía» y de sus «ayudas» para «desarrollar su economía», y se basan en su aprobación para sacar pecho ante su militancia, es el caso de Argentina, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, etc.; e incluso han llegado a modificar sus marcos constitucionales y soberanos para facilitar la llegada del capital extranjero. Sólo un ejemplo, para que se demuestre, que los revisionistas nicaragüense en el poder no han aprendido de las experiencias y bochornoso final de sus predecesores:

«El gobierno nicaragüense, pese a las buenas calificaciones obtenidas, considera necesario continuar con el acompañamiento del FMI, como asesor de confianza, porque en ese sentido, la entidad mundial podrá ofrecer al país sus opiniones y recomendaciones sobre la implementación del programa económico y financiero nacional». (Voz del Sandinismo; Otorgó Fondo Monetario Internacional buenas notas a macroeconomía nicaragüense, 26 de septiembre de 2013)

Como vemos pues, es el todo vale para defender y proclamar la idea antimarxista de que la propiedad privada sigue teniendo un papel destacado; y por extensión la burguesía. Estos intelectuales burgueses nada han estudiado respecto a las experiencias históricas del campo socialista –o la ignoran a propósito de sus tesis–, a las que suelen despreciar mientras alaban a conocidos revisionistas como hemos visto en citas anteriores en donde estos antimarxista alaban la praxis de los renegados: Bernstein, Proudhon, Keynes, Tito, Bujarin, Mao Zedong, Jruschov, etc.

Pero veamos los efectos de la economía mixta a través de algunos datos macroeconómicos:

Según Wealth-X, en 2013 el patrimonio del conjunto de la clase burguesa nicaragüense ha crecido en un 20%, al tiempo que el número de supermillonarios ha pasado de 180 a 190 –un 4% más desde el 2012– tomando en consideración que los que reciben este apelativo tienen de patrimonio activo 26 millones de dólares o más; no incluye el patrimonio pasivo como obras de arte, vivienda, etc. Pero agreguemos otros datos, según FIDEG el 42,7% de la población se encuentra inmerso en la pobreza y el 7,6 % bajo el flagelo de la extrema pobreza –que viven con menos de un dólar al día–. Esto arroja una verdad incontrovertible, y es que el conjunto de la fuerza productiva del país y el resultado de ese trabajo, el plus valor, sigue siendo usurpado por la clase dominante en detrimento de las mayorías, o lo que es lo mismo, hay un marco político-económico que permite esa parasitaria usurpación. Es decir, el patrimonio en millones de dólares de los 190 supermillonarios nicaragüenses, siempre que tengan 26 millones por sujeto; haciende a nada más y nada menos que a: $ 4.940.000.000. Si repartiéramos esa cantidad a partes iguales entre todos los nicaragüenses según el último censo saldríamos a $ 960.70, son 32.933.333, 34 salarios mínimos interprofesionales que estaría en unos 150 dólares mensuales –es un promedio, no hay un salario mínimo interprofesional sino que hay salarios mínimos por ramas–; se podrían comprar 14,5 satélites de comunicación valorados en $ 346 millones; se podrían construir 310 hospitales como el proyectado por el Ministerio de Defensa de alta especialización y tecnología punta, 474 camas y 41 mil metros cuadrados; y así sucesivamente.

A la luz de esos números consideremos el nivel de desarrollo del sistema sanitario, en consecuencia de atención a ese pilar social. Aclarar que en estos números se incluyen tanto la medicina privada como pública, en esta última no se incluyen los programas de cooperación en el campo sanitario desarrollados en el marco del ALBA y ejecutados en terceros países; pero si las misiones desarrolladas por las brigadas en territorio nacional. Y es que según datos de la OMS-OPS en el 2006 Nicaragua tenía 0,3333 médicos por cada 1.000 habitantes, en el 2013 hay 0,4 médicos por cada 1.000 habitantes. Pero atendamos otro dato que no puede ser despreciado, el número de camas por habitantes en el 2008 era de 1 por cada 1.000 habitantes; en el 2012 es de tan solo 0,9 camas por cada 1.000 habitantes. Es decir, hay un crecimiento escueto respecto a la proporción de médicos por habitantes, y que esa proporción es marginal, diría incluso que despreciable; al tiempo que el número de camas disponibles por habitantes se han reducido. Indicar que esta lógica es una transversalización de la realidad, pues evidentemente hay una mayor concentración de médicos en determinadas zonas geográfica respecto a otras. Esto tiene tres lecturas inmediatas: primero que dado el infradesarrollo del sistema sanitario nicaragüense casi cualquier incidencia de una enfermedad adquiere dimensiones epidémicas; segundo que el crecimiento económico no se está reflejando en el sector sanitario y tercero y más importante: ¿Dónde estás socialismo que no te vemos?

Veamos algunos datos más: En el 2015 los «presuntos revolucionarios» que detentan el poder en Nicaragua valiéndose de los parámetros establecidos por los órganos del capitalismo global, el FMI y del BM, para reducir los índices de pobreza en base al acceso a las calorías diarias necesarias, una estrategia encaminada a maquillar resultados de cara a las masas para así poder mantener el «clientelismo electoral», por tanto el poder:

Y es que según el gobierno de Nicaragua si un nicaragüense tiene entre C$ 28,83 –al cambio: $ 1,03 estadounidenses– y C$ 46,60 –al cambio: $ 1,67 estadounidenses– diarios este es solo pobre, por debajo de esos 28,83 estaría en «extrema pobreza» y por encima de los 46,60 ya «no sería pobre» pues tendría $ 1,03 para sus alimentos y un sobrante de $0,64 céntimos de dólar para consumir bienes y/o servicios. Dicho de otro manera: si ese nicaragüense ingresa menos de 864,9 córdobas/persona/mes este estaría en situación de «extrema pobreza»; si ingresa entre 864,9 y 1,398 córdobas/persona/mes estaría en rango de pobre pues además de tener el dinero necesario para adquirir el alimento necesario, según los requerimientos nutricionales marcados por el FMI y el BM, puede comprar ropa y hasta permitirse la adquisición de servicios. Y si ese nicaragüense tiene un ingreso superior a 1,398 córdobas/personas/mes entonces ya no sería pobre, sino que formaría parte de la difusa «clase media».

Pero sucede que: el costo de la «canasta básica en Nicaragua» según el Ministerio del Trabajo está en C$ 12,333.02 –al cambio: $ 441,25 estadounidenses–. Según el mismo Ministerio, el «salario mínimo sector» –en Nicaragua no hay «salario mínimo interprofesional»– está en: agropecuario C$ 1,573.13 [en este caso es salario más alimentos]; pesca C$ 2,437.54; minas y canteras C$ 2,879.06; industria manufacturera C$ 2,155.53; industrias sujetas a régimen fiscal C$ 2,556.70; electricidad, gas y agua, comercio, restaurantes y hoteles, transporte, almacenamiento y comunicaciones C$ 2,940.37; construcción, establecimientos financieros y seguros C$ 3,587.54; servicios comunitarios, sociales, domésticos y personales C$ 2,247.35; gobierno central y municipal C$ 1,999.14.

Resulta evidente pues que los datos de pobreza de la población nicaragüense están siendo subestimados, maquillados, y hasta ocultados por el gobierno de Daniel Ortega.

Ante estos datos ¿Quién que se autodenomine marxista-leninista puede defender que en Nicaragua, u otro país revisionista, tienen una política si quiera relacionada con el socialismo, cuando las políticas de estos gobiernos indican en la teoría –están sus declaraciones y obras–, y en la práctica; que estamos antes sociedades capitalistas en donde además se trabaja activamente para sostenerlas?» (Equipo de Bitácora (M-L); ¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)

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