Joao Pedro Stedile. – Se juntaron los poderes económicos, mediáticos, jurídicos y el congreso, y dieron un golpe institucional derrocando a la Presidenta Dilma, sin que se hubiese cometido ningún crimen, como exige la constitución.

El pueblo incrédulo, apenas asistió a todo eso por televisión.

Creían que iba a hacer un gobierno de frente nacional, donde cabrían todos, ¡menos el pueblo!

Escondieron del pueblo que el verdadero objetivo del golpe era una alianza entre la burguesía brasileña con el capital extranjero para retomar un programa neoliberal, que aumentase la explotación del trabajo, liberase los recursos públicos para sus empresas y entregase nuestras riquezas naturales (agua, petróleo, tierras…) para beneficiarse con lucros extraordinarios, con el capitalismo en crisis en todo el mundo.

Todo eso salvaría a la burguesía de la crisis económica, el PIB volvería a crecer y calmaría a los trabajadores.

La crisis económica sólo se agravó. Hasta porque los capitalistas en vez de invertir en la producción, prefieren el “rentismo” de los intereses. Y el estado brasileño paró de hacer inversiones públicas, porque el gobierno golpista prefirió dilapidar a las empresas estatales en las que antes se invertía. Y la tasa de inversiones sobre el PIB, en el 2016 fue de apenas el 16,9%, cuando el padrón necesario debería estar en torno al 25%, lo que revela que la crisis va a continuar por mucho tiempo.

La crisis social ya huele a tragedia con las protestas hasta de presidiarios y de la policía militar. Doce millones de trabajadores desempleados se suman a otros ocho que nunca trabajaron. Falta trabajo para 20 millones de adultos. Y la violencia social contra los pobres, que mata 50 mil jóvenes por año en las periferias, continúa silenciada.

La crisis ambiental, que afecta a todo el mundo, está allí, con el cambio climático, la sequía y la falta de agua, incluso en la capital federal en plena época de lluvias. Esto es una consecuencia de la furia del capital sobre los bienes de la naturaleza, con sus venenos, el monocultivo y la explotación depredadora de los minerales. Mariana está allí, con una herida abierta, y el Rio Doce, muerto, esperando la compensación de dos mil millones que la empresa Vale dice no tener, a pesar de los 13,3 mil millones de beneficio neto obtenido en el año 2016, que distribuirá entre sus accionistas, 52% residentes en el extranjero. ¡Y el poder judicial servil y promiscuo finge no darse cuenta!

La crisis política, dispensa comentarios. Todos los días tenemos noticias en la prensa que huelen a podrido. En nueve meses, nueve ministros tuvieron que escapar. Y la lata de la basura de la historia está a la espera de la visita de muchos otros.

El comandante del Ejército se dirige a la sociedad y dice que la nación está a la deriva, ¡y todo el mundo se queda en silencio, como si hablara de otro planeta! Ahora, cuando el comandante de las fuerzas armadas, la institución más disciplinada de la sociedad, advierte que el barco perdió el control, nadie sabe a dónde va y se hundirá… Es por eso que la situación es muy grave.

Frente a esta situación, los movimientos populares agrupados en el Frente Brasil Popular hemos defendido que es necesario cambiar el gobierno. Temer y su grupo no tienen más chances de seguir. Hay que poner freno a todas las propuestas criminales como la reforma de la previsión social y las leyes laborales, detener la entrega de Petrobras y la Base de Alcántara.

Para eso precisamos de elecciones generales, cuanto antes, combinada con una reforma política de emergencia, que garantice elecciones limpias sin influencia del poder económico y de la corrupción. Y el compromiso del nuevo congreso, convocar a una asamblea nacional constituyente exclusiva.

O sea, sólo recuperar la democracia podrá salvar a la sociedad, para que tengamos en el comando un gobierno legítimo y popular, que pueda debatir con la sociedad un nuevo proyecto de país.

Y el pueblo precisa salir del sofá y movilizarse, luchar por esos cambios. Nosotros buscaremos hacer nuestra parte. Y contamos con la participación activa de Lula, que aún es el principal lidera popular de país, para que él nos ayude a recorrer el país, hablando con el pueblo, explicando la gravedad de la crisis y las verdaderas salidas necesarias.

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