Como es costumbre, la Audiencia Nacional hace magia circense: convierte a las víctimas en verdugos y a la inversa. En auto publicado esta mañana el juez Velasco acusa al gobierno de Siria de terrorismo y desaparición forzada basándose en el archivo fotográfico de un tal “César”, que es uno de tantos montajes fradulentos orquestados por los imperialistas para justificar la agresión contra Siria (*).

El Archivo César apareció como por arte de magia el 20 de enero de 2014, casi por casualidad, dos días antes de que comenzaran las negociaciones de paz de Ginebra y con el evidente propósito de prolongar la guerra lo máximo posible.

Bajo el nombre de “César” se oculta un antiguo fotógrafo del ejército sirio que no quiere exponer su identidad porque asegura poseer 50.000 imágenes que documentan la torturas y crímenes cometidos contra 11.000 detenidos por la policía siria.

Como también es costumbre, las fotos han dado la vuelta al mundo. Un equipo forense contratado por la empresa de abogados Carter-Ruck y pagado por Qatar se encargó de autentificar las fotos en poder de “César”. Sin ningún género de dudas, por supuesto.

El informe de los leguleyos de Carter-Ruck aseguran que de las 55.000 que forman la colección, la mitad fueron obtenidas por “César” y el resto por otros fotógrafos, aunque son similares entre sí. Quedaba demostrado que el gobierno de Siria comete “asesinatos a escala industrial” y con alguien así no se puede negociar. Hay que acabar con él mediante la guerra.

Luego las fotos se han paseado y exhibido en distintas exposiciones para demostrar al mundo el horror. Un auténtico gulag. Las ONG humanitarias han puesto el grito en el cielo. Las fotografías -según dicen- estuvieron en poder de una organización opositora llamada “Asociación Siria de Desaparecidos y Presos de Conciencia”, que se las entregó en diciembre de 2015 a Human Rights Watch para que las examinara.

Tras estudiarlas, la referida ONG publicó un informe titulado “Si la muerte hablara” en el que reconoce que del total, un 46 por ciento no muestran nada parecido a torturas sino a soldados muertos y víctimas de las explosiones de coches bomba o, dicho en otras palabras: la mitad de los muertos que aparecen en las fotos no fueron asesinados por el gobierno sino por los opositores.

Pues bien, tomen nota: esas fotos nunca se han exhibido en público porque muestran la existencia de una guerra y el verdadero carácter terrorista de la oposición siria. Sólo se ha mostrado la otra parte, la que -supuestamente- corresponde al gobierno.

¿Qué se puede decir de esa parte? Aparte de que las personas que aparecen están muertas, poco más. Hay indicios de que algunos corresponden a muertos en combate, pero ni siquiera es posible determinar el bando del que formaban parte. Algunos aparecen muertos en los hospitales y no en cárceles o centros de detención. Hay cadáveres en avanzado estado de descomposición. Ciertamente, los hay que muestran signos evidentes de haber sido torturados, pero es un exceso de imaginación que de las fotos se pueda deducir al responsable de ellas.

Al montaje de los leguleyos de Carter-Ruck y al de Human Rights Watch se suma ahora la Audiencia Nacional. La farsa está servida. Tratándose de Siria todo es posible. Incluso que un gobierno atacado por los teroristas sea acusado de aquello a lo que está combatiendo.

(*) http://www.syriasolidaritymovement.org/2016/03/03/the-caesar-photo-fraud-that-undermined-syrian-negotiations/

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