Darío Herchhoren
Seguramente Giuseppe Tomasi de Lampedusa, autor de la novela «Il Gattopardo» nunca sospechó que su personaje el príncipe de Salina iba a ser tan mentado en materia política en todo el mundo.
Esto viene a colación de las últimas elecciones francesas donde todo apunta a un triunfo de un «paracaidista» (porque cayó del cielo) llamado Macron, que se postuló a partir de un partido de reciente creación que se llama En Marcha.
En esta elección había en liza cuatro candidatos que tenían posibilidades de pasar al ballotage o segunda vuelta, ya que ninguno de ellos iba a imponerse con la suficiente mayoría en la primera.
La fascista Marine Le Pen partía como favorita, y había un candidato de izquierda Jean Luc Melenchon que pintaba bien en las encuestas, pero que fue derrotado. La primera minoría la conquistó Macron que deberá lidiar con Marine Le Pen por la presidencia de Francia.
Los pronósticos auguran el triunfo de Macron, ya que todos los adversarios de la primera vuelta con la excepción de Melenchon, han llamado a los electores a votar por el primero.
Lo que más llama la atención de todo esto es el hecho de que alguien sin un partido político consolidado, sin un discurso coherente, lleno de vaguedades y lugares comunes, haya logrado el favor de tantos franceses. Es interesante leer lo que dice Macron y compararlo con los discursos de Susana Diez, y se parecen como dos gotas de agua. Se trata de algo vacío y sin sustancia, que se queda en palabras huecas, y donde se adivina el intento indisimulado del trilero que solo quiere engañar al público.
Pero Macron fue ministro de economía de Hollande, y bastaría solo con eso para saber quién es, pero hay que rascar un poco más. Macron es egresado de la Escuela de la Administración Pública de Francia, que es el lugar donde se forman aquellos que conforman la élite gobernante francesa, y donde se prepara a la clase gobernante.
Hay que destacar de Macron lo que se llama el discurso transversal; es decir un discurso que atraviesa a muchas clases sociales, que promete gobernar para todos los franceses. ¿Es ello posible? ¿Se puede gobernar para la clase obrera y para la burguesía al mismo tiempo? Seguramente no. Macron como el Gattopardo quiere cambiarlo todo, para que todo quede como está. Sabiamente, Melenchon es el único candidato que no ha llamado a sus seguidores a votar a Macron.
Ello significa más de lo mismo, y una nueva frustración para la clase trabajadora francesa. Macron significa que un banquero gobierne Francia; y ¿que se puede esperar de un banquero? Que beneficiará al capital.
Ni una palabra de la OTAN, ni de la intervención en Siria y en Libia. En cambio habla mucho de la continuidad de la UE y del Euro y, sobre todo, ni una palabra de las agresiones terroristas que viene sufriendo Francia por cuenta de los yihadistas, armados por sus amigos y socios de la OTAN. Sin duda el pueblo francés ha perdido el norte y lo pagará muy caro. Hollande y la vieja derecha francesa de la mano de Fillon están frotándose las manos. Todo cambiará pero todo seguirá igual.