En entrevista con Sputnik, el historiador brasileño Lincoln Secco consideró que la política del bienestar social fue una respuesta del capitalismo a la Revolución rusa y que la austeridad se hace cada vez más viable sin un sistema político que lo amenace.

El Día de los Trabajadores en 2017 cobra un significado especial. A 100 años de la Revolución rusa, que cambió la geopolítica mundial, es inevitable hacer un recorrido sobre los derechos laborales que se han conquistado a lo largo del siglo. Para el historiador brasileño Lincoln Secco, tales conquistas vienen siendo actualmente atacadas a nivel mundial, en un camino cada vez más abierto hacia la austeridad.

“En pocas palabras, el año de 1917 cambió los rasgos del mundo. La Revolución rusa en aquel año impulsó el movimiento comunista internacional. A partir del final de la II Guerra Mundial, los comunistas llegaron al poder en varios países y eso obligó al capitalismo a hacer muchas reformas sociales. Tuvieron que dar una respuesta a los comunistas, que eran una amenaza. En ese contexto surgió el modelo del ‘welfare State’ [‘Estado de bienestar’, en español]. Era un intento de humanizar el capitalismo y decir ‘miren cómo el capitalismo puede ser todavía mejor para los trabajadores que el propio socialismo'”, dijo Secco a Sputnik.

Doctor en Historia Económica por la Universidad de San Pablo (USP), Secco analizó el contexto y el impacto de la Revolución rusa en el mundo. De acuerdo con el académico, una evidencia de que la política del ‘Estado de bienestar’ fue una reacción al sistema implantado por los soviéticos es que su aplicación actualmente está en jaque en los países europeos que la adoptaron.

A su juicio, los cortes en los beneficios del ‘welfare State’ son cada vez más comunes en nombre de una austeridad como solución para las crisis financieras. Además, Secco recordó que las políticas de austeridad surgieron en los años 1980, precisamente cuando la Unión Soviética empezaba a decaer, algo que abrió espacio para que los Gobiernos liberales de la época las reivindicaran.

“El Estado de bienestar está siendo atacado en Europa, así como los derechos laborales en todo el mundo. Algunos historiadores y analistas internacionales argumentan que sucede así porque ya no hay ninguna amenaza al capitalismo, ningún sistema político capaz de competir con los valores occidentales. Como no hay una competencia de otro sistema político, no hay más necesidad de hacer concesiones a los trabajadores”, aseveró.

Respecto al papel de las marchas populares, Secco observó que siempre que la población sale a la calle a protestar habrá “políticos profesionales y partidos de guardia para canalizar sus voces”. “Los sectores populares que se manifiestan carecen de la organización para gobernar”, señaló. El historiador ejemplificó con la Revolución francesa (1789-1799), cuando la burguesía ascendió al poder luego de intensas protestas que lograron derribar la monarquía.

En la Revolución rusa de febrero de 1917, que, según Secco, marcó un hito hacia la Revolución de octubre de aquel año, sucedió algo parecido: la gente que tomó la calle y provocó la renuncia del zar no fue la que asumió el poder. En la opinión del académico, que también es docente de la USP, otro ejemplo está en las protestas de 2013 en Brasil, que terminaron canalizadas por la oposición al Gobierno de la entonces presidenta, Dilma Rousseff.

“La población logra autoorganizarse para protestar con sus demandas y llega a derribar un gobierno, pero no logra instituir otro. Los partidos o los políticos profesionales que están organizados terminan secuestrando la voz popular, tomando su lugar, disputando su representación”, evaluó el historiador.

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