El viernes, la agencia oficial de noticias norcoreana KCNA se declaró la mayor víctima del polémico deceso de Otto Warmbier, un estudiante norteamericano que estuvo encarcelado en Corea del Norte durante más de un año y que murió una semana después de regresar a EE.UU.
Warmbier, estudiante de la Universidad de Virginia de 22 años, fue condenado a 15 años de cárcel y a trabajos forzosos en marzo de 2016 por delitos contra el Estado.
El joven, que fue puesto en libertad por razones humanitarias, según Pyongyang, llegó a EE.UU. en estado de coma. La familia de Warmbier y otros acusaron a Pyongyang de su muerte a causa de torturas, hecho que desmintió tajantemente el país asiático.
La KCNA, citando a un portavoz de la Cancillería norcoreana, aseguró que su país prestó al joven encarcelado toda atención médica que necesitaba tras sufrir un brote de botulismo. Pyongyang había explicado antes que Warmbier tomó una pastilla para dormir, pero no volvió a despertarse.
“Aunque no teníamos razón alguna para mostrar misericordia a un delincuente del estado enemigo, le proporcionamos atención médica y le cuidados por razones humanitarias hasta su regreso a Estados Unidos (…) considerando que su salud empeoró”, dijo el portavoz.
Las autoridades estadounidenses reforzaron la presión contra Corea del Norte tras este episodio. El presidente norteamericano, Donald Trump, tildó a Pyongyang de “un régimen brutal” y dijo que “hará frente” al líder norcoreano, Kim Jong-un.
El diplomático norcoreano, que hablaba el viernes en condición de anonimato con KCNA, aseguró: “Somos la mayor víctima de este incidente y no habría juicio más absurdo que pensar que no sabemos calcular las ganancias y las pérdidas”, acusando a Washington y Seúl de difamar a Pyongyang.
Corea del Norte ha abogado por “destruir despiadadamente” a EE.UU. con ataques de represalia si Trump “provoca” una guerra por la muerte de Warmbier.