Actualmente, los alimentos europeos tratan de penetrar en el mercado ruso ‘disfrazados’ como de africanos.
Tradicionalmente, Rusia importa muchos cítricos del continente africano. Pero tras el embargo contra alimentos europeos y turcos, crecen los intentos de que Rusia importe productos poco convencionales para los socios de esta zona, como los tomates marroquíes o las papas egipcias.
«Muchas frutas y verduras ‘de Marruecos’ [o de África, en general] provienen en realidad de Europa y usan documentos falsos de los países no sancionados, como Kazajistán, Bielorrusia, Serbia o Georgia, para venderse en el mercado ruso», comentó al medio ruso Izvestia la analista del sector agroalimentario, María Lakéyeva.
De hecho, los suministros directos de fruta desde África todavía son mínimos. Por su parte, para penetrar el embargo, los grandes productores tradicionales, como Polonia, usan documentos falsos. Algo parecido sucedió en 2016, cuando Rusia se vio obligada a prohibir las reexportaciones de varios productos de múltiples países africanos.
Para contrarrestar los intentos de engañar a la ley, el Servicio de Aduanas ruso (FTS, por sus siglas en ruso), cuenta con 35 equipos móviles que realizan todo un trabajo de inteligencia en cuanto a detectar los posibles centros logísticos para los productos sancionados antes de que lleguen a la frontera rusa.
Los equipos están integrados por especialistas de varias agencias estatales, entre ellos la Policía y el servicio de guardafronteras del FSB.
«Además del efecto directo —unos 60 casos penales abiertos en lo que va de año—, es importante el efecto psicológico. Los delincuentes que buscan burlar la ley deben saber que serán castigados tarde o temprano», opinó el experto en derecho comercial ruso, Mijaíl Kudriávtsev, que calificó también el trabajo del servicio arancelario ruso como «una parte del programa de sustitución de importaciones» que impulsa el desarrollo del mercado alimentario propio del país.