Acaba de volver de Venezuela, donde ha formado parte del grupo de una treintena de “acompañantes internacionales” que han ejercido de observadores por invitación del Consejo Nacional Electoral durante la polémica elección de una Asamblea Nacional Constituyente.
Vicent Garcés (Llíria, 1946) es un político del PSOE, dirigente de la corriente Izquierda Socialista, que ha sido concejal en Valencia, diputado en las Corts Valencianes y europarlamentario. En su juventud, vivió en Chile el golpe de Estado de Pinochet que en 1973 acabó con el gobierno de Salvador Allende. Actualmente preside la Fundación Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas del Mediterráneo.
La primera batalla que ha perdido la oposición es que la votación se ha hecho. La Asamblea Nacional Constituyente ya es electa. Queda en sus manos la elaboración de la Constitución. En condiciones normales, deberían convivir el poder ejecutivo del presidente, la Asamblea Legislativa y la Constituyente. El Tribunal Supremo ha venido retirando atribuciones que indebidamente se intentaba arrogar la Asamblea Legislativa. A partir de ahora habrá un conflicto porque el Parlamento no reconoce a la Asamblea Nacional Constituyente. Habrá que ver cómo se resuelve.
El conflicto existe porque hay una insurrección de la oligarquía. Lleva 18 años fuera del poder y ha perdido muchos privilegios. Quiere recuperar poder por la vía que sea.
Entre los muertos que se han producido hay de todo, desde el que ha ha sufrido un ataque al corazón al que ha sido quemado o ha sido alcanzado por un cartucho de gases lacrimógenos. Atribuir la responsabilidad al gobierno es una opinión que hay que filtrar. La realidad es que en todos los barrios populares había tranquilidad, mientras en los barrios ricos no se podía votar.
Sería posible si la oposición se sentara a hablar en serio y quisiera llegar a acuerdos. Pero no quiere. Cuando ganó las elecciones dio un plazo de seis meses a Maduro para que se fuera. Como no se fue, dio otros seis meses para convocar un referéndum revocatorio para el que no reunió suficientes firmas. El presidente propuso la vía de la Asamblea Constituyente para salir del conflicto, pero la oposición tampoco la ha aceptado. Está intentado un golpe de estado. No lo ha dado porque no ha encontrado el apoyo de fuerzas militares para darlo. Promueve que se aísle internacionalmente a Venezuela, como ocurrió con Cuba.
Discrepo absolutamente de Felipe González. Ha ido escorándose hasta barajar hace pocos días incluso una intervención militar. José Luis Rodríguez Zapatero, en cambio, ha pedido diálogo para buscar fórmulas políticas(Zapatero siempre fue “a sus zapatos burgueses”, nota de blog). Esa posición sí que la comparto. La que no quiere diálogo es la oposición, que está muy radicalizada, y Estados Unidos, que pretende recuperar su hegemonía en todo el continente. El golpe institucional contra Dilma Roussef en Brasil fue el último eslabón de una cadena, que antes afectó a Honduras y Paraguay, contra aquellos gobiernos que buscan una integración de América Latina.
Las fuerzas militares venezolanas están muy compactas en defensa de la legalidad. No se ha detectado movimiento alguno que apunte a un golpe cívico-militar. Recuerdo muy bien cuando estaba en Chile que eran muy evidentes antes del golpe de Pinochet los movimientos que preconizaban una intervención militar. En Venezuela no se ven. Las alarmas por una guerra civil forman parte de la desinformaicón que se vive en Europa. Estoy en contra de las posiciones que ha adoptado el Parlamento Europeo, haciendo seguidismo de Estados Unidos. Los Estados Unidos actuales tendrán muchas tensiones con China y Rusia. Por eso intentan más que nunca tener América Latina controlada.
Tomado del blog vorticeinmediaista