Como era de esperar, la gran burguesía catalana se ha posicionado con claridad ante las elecciones del próximo 21 de diciembre en Cataluña. No se trata de una sorpresa, sino de algo que, a pesar de los españolistas de derecha o de izquierda, que han intentado hacer colar lo contrario por intereses de clase o chovinistas y, sobre todo, para desmovilizar a la clase obrera, siempre fue así.

Ya contaba Marx en sus artículos sobre España que los adinerados españoles (pero en este caso si que no importa su nacionalidad), aunque se autodenominaban muy patriotas ellos, no dudaron en hacer genuflexiones a Napoleón cuando este se hizo con el control de las Españas, alabándole y aceptándo con total convencimiento a su hermano José como rey. De no llega ser por el pueblo, hoy probablemente estaríamos hablando francés, y la gran burguesía sería, sin duda, gran defensora de la gran madre patria francesa.

Lo mismo sucede en todo pueblo: como ya decía José Díaz, el 9 de febrero de 1936, los parásitos y opresores, los que explotan, solo defienden su propio interés, no tienen patria:

¿Patriotas ellos? ¡No! Las masas populares, vosotros, obreros y antifascistas en general, sois los patriotas, los que queréis a vuestro país libre de parásitos y opresores; pero los que os explotan no, ni son españoles, ni son defensores de los intereses del país, ni tienen derecho a vivir en la España de la cultura y del trabajo.”

El parásito, el capitalista, siempre está al lado del más poderoso, aunque este sea la potencia imperialista dominante, en este caso del status quo impuesto por Madrid desde 1939, tras el lavado de cara superficial del 79. En todo caso, la que saca los pies del tiesto, precisamente en conflicto con la primera, es la pequeña burguesía, en lucha contra el servilismo hacia la metrópolis o del imperio de los primeros con el fin, lógicamente egoísta, de llevarse ellos la tajada a su cesto. Sin embargo, al contrario del posicionamiento con el centralismo y la gran burguesía españolista, es de esta lucha de la que los comunistas han de aprovecharse para tratar de dirigir, o de ganar presencia en él, el movimiento popular, incluso recurriendo al apoyo de la burguesía nacional circunstancialmente, como ya pasó en, por ejemplo, en otros muchos casos como China o toda lucha de un pueblo contra la potencia colonizadora y opresora, pero también en la formación de frentes antifascistas en la Segunda Guerra Mundial.

En este sentido, el tocado y desorganizado movimiento comunista español ha perdido una gran oportunidad con la lucha del pueblo catalán por su autodeterminación para reconstituirse, para intentar rehacer lo perdido, para volver a ser lo que fue cuando sus líderes y cuadros, fieles al marxismo-leninismo, a Lenin y a Stalin, no dudaban en apoyar e incluso dar su vida para que los pueblos del estado español decidieran por sí mismos si querían o no seguir su propio camino. La traición del PCE en el 78 sigue pesando mucho, y tantos años de complicidad y conciliación con el enemigo ha hecho que muchos ya no sepan por qué y contra qué luchan, ni hacia donde deben dirigirse.

En el caso del estado español y de las circunstancias actuales de represión de Madrid a los intentos de los catalanes de decidir, o no, su autodeterminación, que el grueso de la gran empresa catalana no ve con buenos ojos la independencia está más que claro. Desde la celebración del referéndum del 1 de octubre, y la salvaje represión policial de los intentos de votar, alrededor de 3.000 sociedades han trasladado la sede social fuera de Cataluña y diversas organizaciones empresariales y grupos de presión del gran poder económico han festejado la aplicación del artículo 155.

Así lo explica en un artículo en Público Marc Font, analizando la actitud de las grandes asociaciones de capitalistas de la nueva República Catalana (al menos si tenemos en cuenta el voto del pasado referéndum del 1-0 pese a la represión de Madrid).

Ante las elecciones convocadas por el supremacismo españolista para el próximo día 21, campaña en la que, por un lado, el gobierno mantiene en la cárcel a algunos líderes del bloque independentista, mientras otros tienen que mantenerse en el exilio, la gran empresa no ha dudado en posicionarse por los partidos españolistas: Ciudadanos, PSC y PP.

Así, las principales organizaciones de la gran empresa de Cataluña no han parado de dejar claro su apoyo al gobierno central y a la continuidad del sometimiento de Cataluña a España, lógicamente por motivos económicos, el único motivo que el capital tiene en cuenta siempre: lo que es bueno para su bolsillo.

Por ejemplo, el Círculo de Economía ha publicado un comunicado en el que se posiciona con claridad a favor del continuismo y de lado del españolismo de siempre. Fundado en 1958, el Círculo es un espacio de debate de la élite empresarial, económica y política del Principado.

El actual presidente es Juan José Bruguera, que está al frente de la inmobiliaria Colonial, una de las empresas que durante octubre trasladó la sede fuera del país. El espacio pide a los partidos que “se comprometan a desarrollar su futura acción política en el marco de la legislación vigente en cada momento”. El texto añade que la declaración unilateral de independencia (DUI) “despertó la alarma y la reacción inmediata” de las empresas, que se tradujo en el traslado de las sedes, y advierte que “si la política catalana no reconduce de forma urgente esta deriva, los ciudadanos se verán abocados a sufrir las consecuencias, de forma directa e inmediata, como, por ejemplo, con un aumento del desempleo”, como si el paro fuera consecuencia ahora, después de que en España haya más del 40% de paro juvenil, de la lucha por la autodeterminación del pueblo catalán.

Fomento del Trabajo, la gran patronal catalana, también ha hecho varios comunicados en los últimos días para manifestar que “es urgente generar un clima de estabilidad institucional y seguridad jurídica como requisitos indispensables para garantizar el crecimiento económico y del empleo”. La organización empresarial ha aprovechado igualmente para advertir que la tensión política tiene un impacto tanto en la economía catalana como la española y pide mantener la “serenidad” institucional, en un mensaje bastante explícito de rechazo a la independencia.

El pasado 22 de noviembre, Fomento celebró el acto de entrega de los Premios Carlos Ferrer Salat en el que su presidente, Joaquim Gay de Montellà, compartió protagonismo con el jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, y transmitió un mensaje similar. La patronal rechazó la declaración de independencia y Gay de Montellà se manifestó el 12 de octubre junto a las principales dirigentes del PP Catalán y de Ciudadanos en la movilización convocada por Sociedad Civil Catalana.

En cuanto a la Cámara de Comercio de Barcelona, esta ha organizado en los últimos días de noviembre, ​​junto con la Fundación Internacional Olof Palme y La Vanguardia, organizó el ya tradicional Encuentro de Economía de S’Agaró. El programa estuvo marcado por la presencia de representante del establishment político y mediático (pero exclusivamente del lado españolista: Miquel Iceta, la virreina Soraya Saénz de Santamaría o el titular de Economía, Luis de Guindos, han pasado por allí para hacer campaña porque todo siga igual.

Por el exclusivo Círculo Ecuestre han pasado las últimas semanas Miquel Iceta, Inés Arrimadas y Xavier García Albiol, pero ningún candidato de las otras cuatro formaciones que tendrán representación en el Parlament. El Ecuestre está presidido por el banquero Alfonso Maristany, y entre sus miembros figura Mar Raventós, presidenta de Codorniú, la cavista que en octubre trasladó su domicilio social en la Rioja.

Finalmente, el Círculo del Liceo, otro club privado y exclusivo, también ha invitado las últimas semanas en sus instalaciones Iceta, Arrimadas y García Albiol. Además, durante noviembre ha pasado otro socialista, el expresidente de la Generalitat José Montilla. El Círculo del Liceo está presidido por el financiero Ignacio García-Nieto Portabella, miembro de una familia representativa de la gran burguesía barcelonesa.

No son más que algunas de las múltiples muestras de la unidad férrea de la gran burguesía catalana con su homóloga española; la internacional capitalista tiene muchos más claros sus intereses comunes que la atomizada izquierda, dividida y despistada, ajena a las dos grandes tareas que les encargara Lenin en su análisis acerca de la cuestión nacional y el derecho de los pueblos a su autodeterminación: unidad de clase y apoyo a las luchas por la autodeterminación de los pueblos.

Por supuesto, aceptar las normas de juego del amo, impuestas a golpe de porra policial o decreto constitucional, es jugar la partida con cartas marcadas; en esta situación, ante las elecciones del próximo día 21, conviene que la clase obrera se movilice, principalmente en el lugar que tiene que ser su principal campo de lucha, la calle, pero, por supuesto, sin renunciar a ningún frente.

El enemigo es, volviendo a Lenin en su análisis sobre la cuestión nacional, principalmente el gran nacionalismo, el de Madrid, sin olvidar que también en Cataluña, una vez vencida la imposición externa, la clase obrera tendrá que continuar su lucha contra su enemigo natural e irreconciliable (a pesar de las trampas y engaños de Carrillo y del PCE sobre la reconciliación nacional y otras patrañas interesadas y al servicio del estado de las cosas): la clase capitalista, que, a propósito, y como se está viendo también en estos días, siempre lleva dentro, preparado para ser soltado en los momentos en los que les domina el miedo, a un criminal fascista.

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