Prácticamente nada ocurre por azar. Generalmente hay una causalidad. Es obra del analista descubrirla.

— Humanología

Carlos Santa María

Al finalizar el año 2017, el aumento de información sobre alienígenas en los Medios y la reciente declaración de un ex jefe del programa secreto del Pentágono sobre objetos voladores no identificados, afirmando que los ovnis existen más allá de toda duda razonable, ratifica que esta temática está ligada mucho más que con el mercado al juego de las élites, las confrontaciones militares y los poderes que se entrecruzan o enfrentan en el escenario mundial. Por tanto, no es superficial ni casual que cada día aparezca una noticia al respecto dando por sentado que los platillos voladores y sus ocupantes están deambulando en nuestro horizonte terráqueo, observando, paseando, vigilando…aunque todavía, después de siglos, su tímido espíritu les impida comunicarse de algún modo comprensible.

Según las declaraciones del funcionario, Luis Elizondo, ex jefe del Programa de Identificación de Amenazas Aeroespaciales Avanzadas del Pentágono, los objetos voladores poseen una tecnología mucho más avanzada que la terráquea con una maniobrabilidad extrema, velocidad hipersónica sin estampido sónico que supera los mil kilómetros por hora (entre 1.126 y 1.287), lo que según él ya ha sido demostrado con evidencias incontrastables, aunque no presentadas aún.

De igual modo, manifiesta que desea alertar a otras naciones de la amenaza inmensa que puede resultar de estos visitantes y sus aparatos debiendo preguntarse de donde proceden, en línea con el físico Stephen Hawking quien vuelve a advertir acerca de anunciar nuestra presencia a cualquier civilización extraterrestre, especialmente las que podrían ser tecnológicamente más avanzadas ya que podría suceder lo que ocurrió a los nativos americanos cuando fueron encontrados por Colón.

3.6K17 a otras naciones de la necesidad de “ser conscientes” de la amenaza potencial de los ovnis. “Creo que está bastante claro que no somos nosotros ni otros países, por lo que uno debe preguntarse de donde proceden”, agrega el exfuncionario de Pentágono. “Odio utilizar el término ‘OVNI’, pero eso es lo que estamos observando”, añade.

Numerosos hechos lo demostrarían más allá de toda duda razonable, especialmente avistamientos entre los cuales destaca el encuentro de dos pilotos de la Armada de EE.UU. con naves misteriosas que consideran que no eran de este mundo ( noviembre de 2004), coincidiendo con supuestas apariciones cerca de instalaciones nucleares y centrales eléctricas, corroborado por un video que mostraría un extraño objeto ovalado “blanquecino” de 12 metros, que no tenía rotores ni alas y que planeaba a pocos metros sobre el agua, el cual se elevó con extraordinaria rapidez y desapareció sin dejar turbulencias. El Departamento de Defensa de EE.UU. analizó el aparato manifestando que era un misterio qué tipo de objeto era y qué hacía allí.

Sin embargo, son numerosos los documentos que han probado que videos supuestos, luces extrañas, abducciones, testigos presenciales, antropo extraterrestres, naves intergalácticas, etc., han sido simplemente vanas falsificaciones y que ninguna comunicación o foto concreta de alienígeneas existe, pese a la supuesta conspiración del silencio estatal o de la iglesia católica.

Profundizando, esta “información” del funcionario estadounidense podría ir más allá de la buena intención de alertar de algo que aún no se comprueba ni ha sido explicado. Tal vez desde un análisis más estricto tiene relación directa con los juegos de poder en el planeta. Así, podría ser entendido en tres direcciones: una, como un intento de ocultar la investigación en dicho campo; dos, desviar la atención hacia una irrealidad que no posee comprobación; tres, inculcar una creencia basada en la fe y el misterio.

Uno, hasta este momento se conoce que la investigación del espacio exterior está mucho más ligada al control y dominio en la guerra, desarrollándose una lucha intensa entre las potencias para someter el espacio interno y externo, creando nueva tecnología que dé la superioridad a quien la obtenga. En ese sentido hay que entender la creación de satélites de telecomunicaciones e infraestructura, así como las pruebas e investigaciones de armas o vehículos supersónicos, entre muchas otras.

Dos, en un excelente trabajo (1), se ha demostrado como hasta este momento no se ha aportado ninguna prueba racional, material o fílmica, de seres extraterrestres que hayan comunicado algún mensaje. Téngase en cuenta que bastaría con una simple pieza de tecnología no terrestre para demostrar que los ETs están aquí.

Tres, al carecer de señales mínimas, los ufólogos tienen que buscar en la historia para proporcionar algo sólido que cimente su teoría, ratificando que la aparición de estos seres data del inicio de la humanidad, demostrado en grandes obras (Moais de Isla de Pascua, las Pirámides, Nazca), es decir, la tierra ya fue visitada o son el origen humano como algunos lo sostienen. Al respecto, en este proceso que se inició sistemáticamente a finales de la década de los 40 en Estados Unidos, se descubren elementos de dogmas religiosos como la influencia de las creencias (“los ovnis son astronaves extraterrestres”), sin ningún método o conocimiento científico comprobado, con razonamientos circulares (“cuando se los conozca se sabrá todo”), atacando muchas veces a quien no comparte dichas ideas.

Las debilidades argumentativas son tan evidentes que, por ejemplo, si un 7% de los estadounidenses han visto un ovni (encuesta Roper-1991), debería ser un tema nacional y mundial. Coincidentemente un 11% dice haber visto fantasmas y se sabe que actualmente un número importante teme que se presente una invasión de ETs. Si ni los “abducidos” están de acuerdo en la bondad alienígena, pues un grueso sector dice que los han raptado para realizar exámenes médicos e incluso fertilización: ¿cómo comprobar la realidad? La presunta conspiración del silencio que ha durado 80 años y no ha sido descubierta por nadie aún, excepto los “secretos” develados por la CIA dando algunas normas para investigar con más profundidad, se desvanece al no aportarse tampoco prueba alguna.

La verdad es que detrás de estas afirmaciones constantes se desvía la atención sobre el tema principal: la lucha científica por dominar la comunicación en el espacio exterior y desarrollar las más altas tecnologías de guerra. Ese no es un fenómeno OVNI, sino una realidad inquietante que debe ser investigada a fondo.

En definitiva, mientras exista un mercado proclive a vender estos temas de manera acrítica, los ovnis seguirán existiendo. Por ello, es fundamental la actitud científica y racional que aporte conocimiento, junto con el proceso pedagógico de educación y fundamentación. Tal vez es hora de preguntarse porque las agencias de inteligencia están tan ocupadas buscando alienígenas como lo manifiestan o simplemente están dedicadas a desviar la atención, indagando secretos en esta realidad tan convulsionada por el terrorismo y las élites de control mundial.

http://www.escepticos.es/webanterior/articulos/fraudeplatillos.html

8 COMENTARIOS

  1. Se sabe que la CIA hizo un escándalo diciendo que develaría archivos secretos y terminó dando recomendaciones como hacer fotos de los ovnis si los veian. HASTA AHORA NO HAY NADA.

  2. Detrás de los supuestos extraterrestres se persigue confundir al mundo con peleas imaginarias mientras asesinan a la gente en Yemen o continúan la guerra contra el Donbás. Son perversos aprovechan esta situación.

  3. Siempre se ha utilizado la inseguridad humana para mercantilizar la vida y los OVNIS es una historia que han sabido contar para encarretar a la gente. Muy clara la relación entre la CIA y su funcionario que continúa en la agencia pero si alerta de algo que no existe…para que será?

  4. Son numerosos los documentos que han probado que vídeos supuestos, luces extrañas, abducciones, testigos presenciales, antropo extraterrestres, naves intergalácticas, etc., han sido simplemente vanas falsificaciones y que ninguna comunicación o foto concreta de alienígeneas existe, pese a la supuesta conspiración del silencio estatal o de la iglesia católica.

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