La Casa Real británica ha vuelto a desenrollar la alfombra roja en honor del rey de Baréin, Hamad bin Isa Al Jalifa. Con el escenario de una exposición equina, ambas casas reales preparan el terreno para establecer nuevos tratados de ventas de armamento.
Con la ciudad lista para el enlace real entre el príncipe Harry y su novia, la actriz estadounidense Meghan Markle, británicos y turistas han disfrutado del colorido que las banderas británicas aportan a Windsor, de una exhibición equina y de los preciados valores británicos que representan a este país.
La pintoresca ciudad de Windsor, residencia oficial de la reina Isabel II, acoge este fin de semana la edición 75 de la ‘Real Exhibición Equina’, la más importante del país. Este año, como en otras ocasiones, la máxima representante de los llamados valores británicos, la reina británica, volverá a dejar de lado los ideales que definen el país mientras entretiene al rey de Baréin. Sobre la mesa, algo más que caballos.
Por este motivo, miembros de la organización no gubernamental británica Campaña contra el Tráfico de Armas (CAAT, por sus siglas en inglés) han organizado una protesta frente a la entrada de la feria equina, para protestar contra la invitación real de un monarca que ha comprado armamento por valor de 87 millones de libras desde los levantamientos de 2011, como forma de opresión contra su pueblo. .
Los asistentes también critican el papel de la Casa Real británica por legitimar la actuación de gobiernos opresores. A pesar de la poca repercusión que causan estos activistas entre los asistentes, desde el reino de Baréin se vigila con mucha atención cualquier crítica contra su rey.
Ni la presión ciudadana, ni la petición por parte de 22 miembros del Parlamento británico, ni las continuas evidencias de opresión, han conseguido el propósito de cancelar una visita anual, que a juicio de los asistentes, hace más mal que bien a la imagen de la Casa Real británica.
Ian Díez, Windsor.
