La violencia armada y terror sucedió otra vez en EE.UU. Esta vez el escenario es la escuela secundaria de Santa Fe High School, en Texas, en el suroeste de los Estados Unidos con 10 muertos. El autor de este terror es Dimitrios Pagourtzis, de 17 años, actualmente en custodia.

Según autoridades, en adición a sus armas, Pagourtzis, fabricó bombas caseras con la intención de asesinar aún más personas.

La otra cara de moneda: Siete tiros en la espalda contra este joven inocente. Y Luis Pérez, el cobarde que disparó, sigue libre. Pero Pérez no es un individuo común y corriente, es policía.

El lunes de 2012, a las 3:30 de la tarde en Miami, en el sureste de EE.UU., Sebastián Gregory caminaba por su vecindario. Sin motivo alguno la policía le detuvo a balazos.

El idilio mortal entre los estadounidenses, las armas de fuego y la violencia no es algo nuevo, pero tampoco es algo nuevo la evidente omisión de las autoridades locales y federales ante los casos de abuso y violencia. Y es que detrás de puerta cerrada corren muchos intereses, especialmente políticos y económicos.

De modo que en el caso de las masacres escolares poco o nada cambiará, en términos de tenencia de armas, pues estas generan ganancias a los fabricantes. Y mientras, los policías que asesinan ciudadanos seguirán libres, pues ello le es conveniente a la política de turno.

Marcelo Sánchez, Miami.

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