3 de mayo de 1937

(Extracto)

Del Informe del camarada Mao Tse-tung ante la Conferencia Nacional del Partido Comunista de China celebrada en Yenán en mayo de 1937.

LA ACTUAL ETAPA DE DESARROLLO DE LAS
CONTRADICCIONES EXTERNAS E
INTERNAS DE CHINA

  1. Debido a que la contradicción entre China y el Japón ha pasado a ser la principal y a que las contradicciones internas de China han quedado relegadas a un plano secundario y subordinado, en las relaciones de China con el exterior y en las relaciones de clase dentro del país se han producido cambios, que inauguran una nueva etapa de desarrollo de la situación actual.
  1. Hace mucho que China vive dos contradicciones agudas y fundamentales: la contradicción entre ella y el imperialismo y la contradicción entre el feudalismo y las grandes masas populares. En 1927, la burguesía, representada por el Kuomintang, traicionó a la revolución y vendió los intereses nacionales al imperialismo, creando así una situación caracterizada por un agudo antagonismo entre el Poder obrero-campesino y el Poder kuomintanista y por el hecho de que el Partido Comunista de China tuvo que asumir él solo la tarea de llevar adelante la revolución nacional y democrática.
  1. Desde el Incidente del 18 de Septiembre de 1931, y especialmente a partir de los acontecimientos del Norte de China en 1935, esas contradicciones han experimentado los siguientes cambios:
  1.   a) De las contradicciones entre China y las potencias imperialistas en general, la contradicción entre China y el imperialismo japonés se ha acentuado y agudizado sobremanera. Este imperialismo sigue una política de conquista total de China. En consecuencia, las contradicciones entre China y algunas otras potencias imperialistas han sido relegadas a segundo plano, mientras la grieta entre dichas potencias y el imperialismo japonés se ha ampliado. Por lo tanto, se plantea ante el Partido Comunista de China y el pueblo chino la tarea de ligar el frente único nacional antijaponés con el frente mundial de la paz. En otras palabras, China no sólo debe unirse con la Unión Soviética, que ha sido siempre amiga fiel del pueblo chino, sino también, en la medida de lo posible, establecer relaciones de lucha conjunta contra el imperialismo japonés con aquellos países imperialistas que en el presente estén dispuestos a mantener la paz y se opongan a nuevas guerras de agresión. Nuestro frente único debe tener como objetivo resistir al Japón, y no oponerse a todas las potencias imperialistas a la vez.
  1. b) La contradicción entre China y el Japón ha conducido a la modificación de las relaciones de clase en el país y ha planteado ante la burguesía e incluso ante los caudillos militares la cuestión de su propia supervivencia, de manera que en su seno y dentro de sus partidos se ha iniciado un proceso de cambio gradual de actitud política. Esto plantea al Partido Comunista de China y al pueblo chino la tarea de formar un frente único nacional antijaponés. Nuestro frente único incluirá a la burguesía y a todos aquellos que estén en favor de la defensa de la patria, y encarnará la unidad nacional contra el enemigo extranjero. Esta tarea debe y puede ser cumplida.
  1. c) La contradicción entre China y el Japón ha hecho cambiar la situación en que se encontraban las grandes masas populares de todo el país (el proletariado, el campesinado y la pequeña burguesía urbana) y ha originado modificaciones en la política del Partido Comunista. La lucha del pueblo por la salvación nacional ha cobrado mayor amplitud. El Partido Comunista ha desarrollado la política que adoptó después del Incidente del 18 de Septiembre, consistente en concluir acuerdos, bajo tres condiciones (cesar los ataques contra las bases de apoyo revolucionarias, garantizar las libertades y derechos del pueblo y armar al pueblo), con los sectores del Kuomintang que estuvieran dispuestos a cooperar con nosotros para resistir al Japón, y la ha transformado en la políticade frente único antijaponés de toda la nación. De esto se han derivado, entre otras, las siguientes medidas de nuestro Partido: en 1935, la declaración de agosto y la resolución de diciembre: en mayo de 1936, el abandono de la consigna de «¡Abajo Chiang Kai-shek!»; en agosto, la carta dirigida al Kuomintang; en septiembre, la resolución sobre la república democrática; en diciembre, la insistencia en un arreglopacífico del Incidente de Sían, y, en febrero de 1937, el telegrama dirigido a la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang.
  1. d) La contradicción entre China y el Japón también ha producido cambios en lo que se refiere a los regímenes instaurados por los caudillos militares chinos y a las guerras intestinas entre ellos, fenómenos engendrados por la política imperialista de esferas de influencia y por las condiciones económicas semicoloniales de China. El imperialismo japonés estimula tales regímenes y guerras intestinas, con el propósito de facilitar su dominación exclusiva sobre China. Algunas otras potencias imperialistas, en aras de sus propios intereses, favorecen temporalmente la unidad y la paz de China. Por su parte, el Partido Comunista de China y el pueblo chino se esfuerzan al máximo para poner fin a las guerras civiles y a las divisiones y conseguir la paz y la unidad.
  1. e) Con su desarrollo, la contradicción nacional entre China y el Japón ha superado en peso político relativo a las contradicciones entre las clases y entre los grupos políticos dentro del país, relegándolas a un plano secundario y subordinado. Pero estas contradicciones continúan existiendo, y en modo alguno han disminuido o desaparecido; lo mismo ocurre con las contradicciones entre China y las potencias imperialistas excepto el Japón. En consecuencia, se plantea al Partido Comunista de China y al pueblo chino la siguiente tarea: efectuar, de acuerdo con la tarea general de unidad para resistir al Japón, los ajustes apropiados respecto a las contradicciones internas y externas que hoy puedan y deban ser ajustadas. De ahí la política del Partido Comunista de China, que exige paz y unidad internas, democracia, mejores condiciones de vida para el pueblo y negociaciones con los países que se opongan al Japón.
  1. La primera etapa del nuevo período de la revolución china, iniciada el 9 de diciembre de 1935, terminó en febrero de 1937, cuando el Comité Ejecutivo Central del Kuomintang celebró su III Sesión Plenaria. Durante esa etapa, los acontecimientos más importantes fueron: el movimiento por la salvación nacional en los medios estudiantiles, culturales y periodísticos; la entrada del Ejército Rojo en el Noroeste; la labor de propaganda y de organización efectuada por el Partido Comunistaen relación a su política de frente único nacional antijaponés; las huelgas antijaponesas en Shanghai y Chingtao; la tendencia de Inglaterra a seguir una política relativamente dura con respecto al Japón; el Incidente de Kuangtung-Kuangsí; la resistencia de Suiyuán y el movimiento en su apoyo; la actitud relativamente firme de Nankín en las negociaciones chino-japonesas; el Incidente de Sían y, finalmente, la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang, celebrada en Nankín. Todos estos acontecimientos gravitaron alrededor de la contradicción fundamental, el antagonismo entre China y el Japón, y, directamente, en torno a la necesidad histórica de establecer un frente único nacional antijaponés. La tarea fundamental de la revolución en esa etapa consistía en luchar por la paz en el país, poner término a los conflictos armados internos, con el fin de lograr la unidad para resistir conjuntamente al Japón. En esa etapa, el Partido Comunista lanzó el llamamiento: «¡Poner fin a la guerra civil y unirse para resistir al Japón!», llamamiento que se ha hecho realidad en lo fundamental, creándose así la primera condición para la efectiva formación de un frente único nacional antijaponés.
  1. Debido a la presencia del grupo projaponés en sus filas, el Kuomintang no introdujo ningún cambio nítido y radical en su política ni solucionó concretamente ningún problema en la III Sesión Plenaria de su Comité Ejecutivo Central. Pero, gracias a la presión del pueblo y a los cambios ocurridos en su propio interior, el Kuomintang se vio constreñido a comenzar a modificar su errónea política de los últimos diez años, es decir, su política de guerra civil, de dictadura y de no resistencia al Japón, para orientarse hacia la paz, la democracia y la resistencia al Japón, y a comenzar a aceptar la política de frente único nacional antijaponés. Este cambio inicial se manifestó en la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang. De ahora en adelante, debe exigirse al Kuomintang un cambio completo de su política. Para ello, nosotros y todo el pueblo tenemos que desarrollar aún más ampliamente el movimiento por la resistencia al Japón y la democracia; criticar, espolear y presionar aún más al Kuomintang; unirnos con sus militantes que se pronuncien por la paz, la democracia y la resistencia al Japón; hacer avanzar a sus elementos vacilantes e indecisos y descartar a los elementos projaponeses.
  1. Actualmente vivimos la segunda etapa del nuevo período. Tanto la anterior corno la presente son etapas de transición hacia la resistencia armada en escala nacional contra el Japón. Si la tarea de la etapa anterior consistía principalmente en luchar por la paz, la de la presente es, ante todo, luchar por la democracia. Hay que comprender que así como sin la paz interna no es posible establecer un auténtico y sólido frente único nacional antijaponés, tampoco es posible hacerlo sin la democracia dentro del país. Por eso, en la actual etapa de desarrollo, la lucha por la democracia constituye el eslabón central en la cadena de las tareas de la revolución. Si no vemos con claridad la importancia de la lucha por la democracia y si debilitamos nuestros esfuerzos en esta lucha, no lograremos establecer un auténtico y sólido frente único nacional antijaponés.

LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA Y LA LIBERTAD

  1. El imperialismo japonés está intensificando sus preparativos para invadir la parte de China situada al Sur de la Gran Muralla. De concierto con los intensos preparativos de Hitler y Mussolini para una guerra de rapiña en Occidente, el Japón, en Oriente, está concentrando todos sus esfuerzos en la preparación, conforme a un plan bien definido, de condiciones que le permitan acabar con China de un solo golpe: está creando condiciones militares, políticas, económicas e ideológicas en su propio país y condiciones diplomáticas en el plano internacional, y sustentando a las fuerzas projaponesas en China. Su propaganda acerca de «colaboración chino-japonesa» y la suavización de ciertas medidas diplomáticas obedecen precisamente a las necesidades tácticas de su política de agresión en vísperas de la guerra. China se aproxima ahora a un momento crítico en que ha de decidir su subsistencia o extinción, y debemos apresurar al máximo los preparativos para resistir al Japón y salvar a la nación. De ningún modo estamos en contra de los preparativos; a lo que nos oponemos es a la teoría de la preparación prolongada, así como a la indolencia y vida frívola de los funcionarios civiles y militares, de funestas consecuencias para la nación. Todas estas cosas, de hecho, ayudan al enemigo y hay que terminar con ellas lo antes posible.
  1. Los preparativos para la defensa nacional en los terrenos político, militar, económico y educacional son condiciones necesarias para resistir al Japón y salvar a la nación, y ninguno de ellos puede ser postergado ni por un solo instante. Pero la clave para la victoria de la guerra de resistencia es la conquista de la democracia y la libertad en el terreno político. La guerra de resistencia requiere la paz y la unidad en todo el país, pero sin democracia y libertad, es imposible consolidar la paz ya conquistada ni fortalecer la unidad interna. La guerra de resistencia requiere la movilización del pueblo, pero sin democracia y libertad no hay manera de movilizarlo. A menos que se consoliden la paz y la unidad y se movilice al pueblo, nuestra guerra de resistencia correrá la misma suerte que la de Abisinia. Este país fue vencido principalmente porque su régimen feudal era incapaz de lograr una sólida unidad interna y despertar la iniciativa del pueblo. Sin democracia será imposible forjar en China un auténtico y sólido frente único nacional antijaponés ni cumplir sus tareas.
  1. China debe iniciar inmediatamente reformas democráticas en dos aspectos. Primero, en lo referente al sistema político, hay que sustituir la dictadura reaccionaria kuomintanista de un solo partido y una sola clase por un régimen democrático basado en la cooperación de diferentes partidos y clases. A este respecto, debe comenzarse por cambiar los procedimientos antidemocráticos para las elecciones a la asamblea nacional y su convocatoria, celebrar elecciones democráticas y asegurar a esta asamblea libertad en sus reuniones; y luego elaborar una constitución verdaderamente democrática, convocar un parlamento verdaderamente democrático, elegir un gobierno verdaderamente democrático y aplicar una política verdaderamente democrática. Sólo así se podrá consolidar efectivamente la paz interna, poner fin a los conflictos armados en el país y reforzar la unidad interior, de manera que toda la nación resista unida al enemigo extranjero. Puede ocurrir que el imperialismo japonés nos ataque antes de que hayamos dado cima a estas reformas. Por eso, con el fin de estar en condiciones de resistir en cualquier momento los ataques del Japón y vencerlo completamente, debemos proceder sin dilación a las reformas y prepararnos para cumplirlas plenamente en el curso de la guerra de resistencia. Todo el pueblo chino y los patriotas dentro de los diferentes partidos deben abandonar su indiferencia respecto a la cuestión de una asamblea nacional y de una constitución, y concentrar concretamente sus esfuerzos en el movimiento en pro de una asamblea nacional y una constitución, movimiento que es importante para la defensa nacional; deben criticar con severidad al Kuomintang, el partido en el Poder, impulsarla y presionarlo para que renuncie a su dictadura de un solo partido y una sola clase y actúe de acuerdo con las opiniones del pueblo. En los meses restantes de este año, es preciso promover en todo el país un vasto movimiento democrático, cuyo objetivo inmediato debe ser una asamblea nacional y una constitución completamente democráticas. Segundo: el problema de las libertades de expresión, de reunión y de asociación para el pueblo. Sin tales libertades, será imposible poner en práctica las reformas democráticas en el sistema político, movilizar al pueblo para que participe en la guerra de resistencia y obtener la victoria en la defensa de la patria y en la reconquista del territorio perdido. En los próximos meses, el movimiento democrático de todo el pueblo debe esforzarse por lograr siquiera un mínimo de las mencionadas libertades, entre otras cosas, la liberación de los presos políticos y el levantamiento de la prohibición de los partidos políticos. La reforma democrática del sistema político y las libertades y derechos para el pueblo constituyen parte importante del programa del frente único nacional antijaponés; son al mismo tiempo condiciones indispensables para el establecimiento de un auténtico y sólido frente único nacional antijaponés.
  1. Nuestros enemigos — los imperialistas japoneses, los colaboracionistas chinos, los elementos projaponeses y los trotskistas — vienen haciendo todo cuanto pueden para torpedear cada paso que se da en favor de la paz y la unidad, la democracia y la libertad en China y la resistencia al Japón. En el pasado, cuando nos esforzábamos por la paz y la unidad, ellos hacían todo lo posible para fomentar la guerra civil y la división. En el presente y en el futuro próximo, cuando dedicamos nuestros esfuerzos a la lucha por la democracia y la libertad, no dejarán de llevar adelante su labor de zapa. Su objetivo general es impedir que cumplamos con éxito nuestra tarea de resistencia armada en defensa de la patria, y realizar su plan agresivo de acabar con China. En lo sucesivo, en nuestra lucha por la democracia y la libertad debemos no sólo esforzarnos en la labor de propaganda, agitación y crítica respecto a los elementos recalcitrantes del Kuomintang y a los elementos atrasados dentro del pueblo, sino también desenmascarar al máximo y combatir resueltamente las intrigas de los imperialistas japoneses, así como de los elementos projaponeses y de los trotskistas, que les sirven de lacayos en su agresión contra China.
  1. En interés de la paz interna, la democracia y la guerra de resistencia, y con miras a establecer el frente único nacional antijaponés, el Partido Comunista de China, en su telegrama dirigido a la III Sesión Plenaria del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang, contrajo los siguientes cuatro compromisos:

12) Cambiar el nombre del Gobierno de la base de apoyo revolucionaria de Shensí-Kansú-Ningsia, que dirige el Partido Comunista de China, por el de Gobierno de la Región Especial de la República de China, y cambiar el nombre del Ejército Rojo haciéndolo formar parte del Ejército Revolucionario Nacional, de modo que dicho Gobierno y dicho Ejército queden dentro de la jurisdicción del Gobierno Central de Nankín y de su Consejo Militar, respectivamente;

2) Aplicar un cabal sistema democrático en el territorio administrado por el Gobierno de la Región Especial;

3) Suspender la política de derribar al Kuomintang por la fuerza de las armas, y

4) Suspender la confiscación de las tierras de los terratenientes.

Estos compromisos son tan necesarios como permisibles. Sólo así será posible cambiar la situación caracterizada por el antagonismo entre los dos Poderes dentro del país y alcanzar la unidad para la acción común contra el enemigo, en consonancia con los cambios operados en el peso político relativo de las contradicciones externas e internas del país. Estas son concesiones permitidas por los principios y sujetas a determinadas condiciones, concesiones hechas a cambio de lo que necesita toda la nación: la paz interna, la democracia y la guerra de resistencia. Sin embargo, esas concesiones tienen límites. Preservar la dirección del Partido Comunista sobre la Región Especial y sobre el Ejército Rojo y mantener la independencia y la libertad de crítica del Partido en sus relaciones con el Kuomintang — tales son los límites, que no se permite traspasar. A ambas partes corresponde hacer concesiones: el Kuomintang renuncia a su política de guerra civil, dictadura y no resistencia al enemigo exterior, y el Partido Comunista, a su política seguida bajo el antagonismo entre los dos Poderes. A1 precio de nuestras concesiones obtenemos las del Kuomintang, y reanudarnos la cooperación con él para luchar por la salvación nacional. Calificar esto de capitulación del Partido Comunista no sería sino «A-Q-ism» o una pérfida calumnia.

  1. ¿Está de acuerdo el Partido Comunista con los Tres Principios del Pueblo? Respondemos que sí. (…) En la actualidad, cuando la nación se debate en una gravísima crisis y el Kuomintang ya no puede seguir gobernando tal como antes, todo el pueblo chino y los elementos patriotas dentro del Kuomintang exigen (…) revivir el espíritu de los Tres Principios del Pueblo, reanudar entre los dos partidos la cooperación basada, en lo externo, sobre el Principio del Nacionalismo o lucha por la independencia y la liberación nacionales y, en lo interno, sobre el Principio de la Democracia o conquista de la democracia y la libertad, y el Principio de la Vida del Pueblo o fomento del bienestar del pueblo, y conducir al pueblo a que lleve resueltamente a la práctica estos Principios. Es preciso que esto lo comprenda claramente cada uno de los miembros de nuestro Partido. Los comunistas jamás renunciarán a su ideal de socialismo y comunismo; pasando por la etapa de la revolución democrático-burguesa, alcanzarán la etapa del socialismo y la del comunismo. El Partido Comunista de China tiene su propio programa político y económico. Su programa máximo es el socialismo y el comunismo(…). Incluso su programa para el período de la revolución democrática es más radical que el de ningún otro partido de China. Pero el programa del Partido Comunista para la revolución democrática no está reñido, en lo fundamental, con el de los Tres Principios del Pueblo, proclamado por el I Congreso Nacional del Kuomintang. Por lo tanto, lejos de rechazar los Tres Principios del Pueblo, estamos dispuestos a realizarlos con decisión; más aún, exigimos al Kuomintang que los ponga en ejecución junto con nosotros y llamamos a todo el pueblo a llevarlos a la práctica. Sostenemos que el Partido Comunista, el Kuomintang y el pueblo de todo el país deben unirse en una lucha común por tres grandes objetivos: la independencia nacional, la democracia y la libertad, y el bienestar del pueblo.
  1. ¿Era errónea nuestra anterior consigna de república democrática de obreros y campesinos? No, no lo era. Puesto que la burguesía, y sobre todo la gran burguesía, se retiró de la revolución, se entregó al imperialismo y a las fuerzas feudales y se convirtió en enemiga del pueblo, quedaron como fuerza motriz de la revolución únicamente el proletariado, el campesinado y la pequeña burguesía urbana, y como partido revolucionario, sólo el Partido Comunista; la responsabilidad de organizar la revolución recayó por fuerza sobre los hombros del Partido Comunista, el único partido revolucionario del país. Solamente el Partido Comunista continuó manteniendo en alto la bandera de la revolución, conservó las tradiciones revolucionarias, lanzó la consigna de república democrática de obreros y campesinos y, para hacerla realidad, sostuvo una lucha ardua durante muchos años. Esta consigna no iba en contra de la tarea de la revolución democrático-burguesa, sino que, al contrario, significaba cumplirla resueltamente. En ninguno de sus aspectos, la política que seguíamos en nuestra lucha práctica discrepaba de esta tarea. Nuestra política, que preveía, entre otras cosas, la confiscación de las tierras de los terratenientes y la implantación de la jornada de ocho horas, de ninguna manera traspasaba los marcos de la propiedad privada capitalista y en modo alguno significaba llevar a la práctica el socialismo. ¿Cuál será la composición de la nueva república democrática? La integrarán el proletariado, el campesinado, la pequeña burguesía urbana, la burguesía y todos los individuos que en el país estén en favor de la revolución nacional y democrática; ella será una alianza de estas clases en la revolución nacional y democrática. El rasgo distintivo aquí es la inclusión de la burguesía; esto obedece a que, en las circunstancias actuales, cabe la posibilidad de que la burguesía coopere nuevamente con nosotros y participe en la resistencia al Japón; por lo tanto, el partido del proletariado no debe rechazarla, sino acogerla y reanudar la alianza con ella para la lucha común, a fin de favorecer el avance de la revolución china. Con miras a poner término a los conflictos armados internos, el Partido Comunista está dispuesto a suspender su política de confiscación violenta de las tierras de los terratenientes y a solucionar el problema de la tierra por la vía legislativa y por otros medios apropiados en el curso de la construcción de la nueva república democrática. El primer problema por resolver es si la tierra de China será de los japoneses o de los chinos. Puesto que la solución del problema de la tierra para los campesinos tiene como premisa la defensa de China, es absolutamente necesario pasar de la confiscación violenta a métodos nuevos y apropiados.

Así como en el pasado fue correcto lanzar la consigna de república democrática de obreros y campesinos, también ahora es correcto renunciar a ella.

  1. A fin de crear un frente único nacional para luchar juntos contra el enemigo, es menester resolver en forma apropiada ciertas contradicciones internas con arreglo al principio de que la solución debe contribuir al fortalecimiento y ampliación del frente único nacional antijaponés y no a debilitarlo ni reducirlo. En la etapa de la revolución democrática, son inevitables las contradicciones y luchas entre las clases, los partidos y los grupos políticos del país, pero es posible y necesario poner término a las luchas desfavorables para la unidad y la resistencia al Japón (la guerra civil, la hostilidad entre los partidos, el separatismo provincial, la opresión política y económica feudal, por un lado, y, por el otro, la política insurreccional y las reivindicaciones económicas excesivas que perjudiquen la resistencia al Japón, etc.) y continuar las luchas beneficiosas para la unidad y la resistencia al Japón (por la libertad de crítica, por la independencia de los partidos y por el mejoramiento de las condiciones políticas y económicas del pueblo, etc.).
  1. De acuerdo con la tarea general de la lucha por un frente único nacional antijaponés y por una república democrática unificada, las tareas del Ejército Rojo y de la base de apoyo antijaponesa son las siguientes:

1) Para adaptarse a las circunstancias de la guerra de resistencia contra el Japón, el Ejército Rojo debe reorganizarse inmediatamente como unidades del Ejército Revolucionario Nacional, y debe elevar aún más el nivel de su preparación militar, política y cultural con el objeto de llegar a ser un ejército modelo en esta guerra.

2) Nuestra base de apoyo debe convertirse en una parte integrante del Estado en su conjunto, aplicar un sistema democrático correspondiente a las nuevas condiciones, reorganizar sus fuerzas de preservación del orden y eliminar a los colaboracionistas y saboteadores, y así llegar a ser una región modelo en la resistencia al Japón y en el ejercicio de la democracia.

3) En esta región, hay que llevar adelante la construcción económica indispensable y mejorar las condiciones de vida del pueblo.

4) Es preciso realizar la construcción cultural indispensable.

NUESTRA RESPONSABILIDAD DE DIRIGIR

  1. La burguesía china, que en determinadas circunstancias históricas puede participar en la lucha contra el imperialismo y el feudalismo, vacila y claudica en otras debido a su debilidad económica y política. Esta es una ley ya confirmada en la historia de China. De tal manera, por veredicto de la historia, la tarea de la revolución democrático-burguesa antiimperialista y antifeudal no puede cumplirse bajo la dirección de la burguesía sino únicamente bajo la del proletariado. Además, sólo poniendo en pleno juego dentro de la revolución democrática la perseverancia y la consecuencia del proletariado, se podrá superar la vacilación y la inconsecuencia inherentes a la burguesía y prevenir el aborto de la revolución. ¿Debe el proletariado seguir a la burguesía, o ésta al proletariado? Este problema, el de a quién atañe la responsabilidad de dirigir la revolución china, es la clave de la cual depende el triunfo o fracaso de ésta. La experiencia de los años 1924-1927 muestra cómo la revolución avanzaba cuando la burguesía seguía la dirección política del proletariado, y cómo fracasó cuando,en lo político, el proletariado se convirtió en cola de la burguesía, de lo cual fue responsable el Partido Comunista. No debemos tolerar que se repita este hecho de la historia. En las actuales circunstancias, sin la dirección política del proletariado y su partido no será posible establecer el frente único nacional antijaponés, ni alcanzar los objetivos de paz interna, democracia y resistencia armada, ni defender a la patria, ni fundar una república democrática unificada. Hoy, la burguesía, representada por el Kuomintang, aún se muestra muy pasiva y conservadora, y prueba de ello es su prolongada vacilación en aceptar el frente único nacional antijaponés, propuesto por el Partido Comunista. Por eso es… un deber inalienable y una responsabilidad ineludible del Partido Comunista asumir las funciones de estado mayor general en la guerra de resistencia contra el Japón para salvar a la nación.
  1. ¿Cómo ejerce el proletariado, a través de su partido, la dirección política sobre todas las demás clases revolucionarias del país? En primer lugar, plantea consignas políticas fundamentales que correspondan al curso del desarrollo histórico, y, para convertirlas en realidad, lanza consignas de acción para cada etapa de desarrollo, así como para cada acontecimiento importante. Hemos formulado, por ejemplo, consignas fundamentales como la de «Frente único nacional antijaponés» y la de «República democrática unificada», y hemos formulando también las consignas de «Poner fin a la guerra civil», «Luchar por la democracia» y «Resistir al Japón», como objetivos concretos para la acción común de toda la nación. Sin objetivos concretos como éstos, no puede haber dirección política. En segundo lugar, cuando todo el país entra en acción en pos de estos objetivos, el proletariado y en especial su vanguardia, el Partido Comunista, deben dar el ejemplo en la realización de dichos objetivos mostrando su ilimitado entusiasmo y devoción. En la lucha por el cumplimiento de todas las tareas del frente único nacional antijaponés y de la república democrática, los comunistas deben ser los más perspicaces, los más dispuestos a sacrificarse, los más firmes y los más capaces de apreciar las situaciones sin ideas preconcebidas; y deben apoyarse en la mayoría de las masas y conquistar su apoyo. En tercer lugar, ciñéndose al principio de no renunciar jamás a los objetivos políticos que se ha fijado, el Partido Comunista debe establecer relaciones apropiadas con sus aliados, y desarrollar y consolidar su alianza con ellos. En cuarto lugar, el Partido Comunista debe engrosar sus filas y mantener su unidad ideológica y su rigurosa disciplina. El Partido Comunista ejerce su dirección política sobre todo el pueblo precisamente por medio del cumplimiento de todas estas condiciones.
  1. Una vez lograda la paz interna y establecida la cooperación entre los dos partidos, deben introducirse modificaciones en las formas de lucha, de organización y de trabajo que en el pasado adoptamos guiándonos por la línea seguida bajo el antagonismo entre los dos Poderes. Esos cambios consisten principalmente en pasar de las formas militares a las pacíficas, y de las formas ilegales a las legales… Dar a los cuadros una nueva formación constituirá un eslabón clave.
  1. Muchos camaradas han preguntado por la naturaleza de la república democrática y su porvenir. Nuestra respuesta es la siguiente: en cuanto a su naturaleza de clase, se trata de una alianza de todas las clases revolucionarias, y respecto a su porvenir, puede ser que avance hacia el socialismo. Nuestra república democrática será establecida en el curso del cumplimiento de las tareas de la resistencia armada nacional, bajo la dirección del proletariado y en la nueva situación internacional (…). Por lo tanto, aunque social y económicamente no pasará de ser un Estado de carácter democrático-burgués, en términos políticos concretos, tendrá que ser un Estado basado en la alianza de la clase obrera, el campesinado, la pequeña burguesía y la burguesía, y en esto se distinguirá de las repúblicas burguesas en general.
  1. Luchar contra la actitud de «puertas cerradas» y el aventurerismo y, al mismo tiempo, contra el seguidismo, es un requisito indispensable para llevar a efecto las tareas del Partido. En el movimiento de masas, nuestro Partido ha tenido tradicionalmente la tendencia a una grave actitud de «puertas cerradas», a un sectarismo altivo y al aventurerismo. Esta es una perniciosa tendencia que dificulta la labor del Partido de forjar el frente único nacional antijaponés y de ganarse a la mayoría de las masas. Es absolutamente necesario eliminar esta tendencia en cada uno de los sectores concretos de nuestro trabajo. Lo que debemos hacer es apoyarnos en la mayoría y tener en cuenta la situación de conjunto. No toleraremos que renazca el seguidismo de Chen Tu-siu, reflejo del reformismo burgués en las filas del proletariado. Rebajar la posición de clase del Partido, desdibujar su fisonomía y sacrificar los intereses de los obreros y campesinos a las necesidades del reformismo burgués, conduce indefectiblemente la revolución a la derrota. Lo que debernos hacer es aplicar una firme política revolucionaria y luchar por la victoria total de la revolución democrático-burguesa. A fin de superar las perniciosas tendencias a que nos hemos referido arriba, es absolutamente imprescindible elevar el nivel teórico marxista-leninista de todo el Partido, porque el marxismo-leninismo es la única brújula que puede guiar la revolución china hacia la victoria.

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