Comenzó como algo suave, casi imperceptible, pero se ha vuelto una constante; por tanto, pese a quien pese y guste o no guste, la labor de un internacionalista es denunciar lo que está viendo un día sí y el otro también.

Entre palabras de elogios para enmascarar su aberración y odio anticomunista, en el blog del trovador que deriva hacia el rabo de gusano, se permite difundir mentiras como la de afirmar que la Unión Soviética (URSS) fue ejemplo de la “ineficacia de un modelo económico fallido” (sic).En otras palabras: hay que cambiarlo por otro ¿Y cuál sería ese otro que dicen que “funciona”, si bien sólo para una decena, o pocos más de países, que viven a costa de la explotación del Tercer Mundo? Dejo la respuesta para el lector.

Y como ponen ese ejemplo, es destacable, y sospechoso, que silencien que la URSS fue el primer país en la historia que acabó con el hambre-, algo que aún no han conseguido actualmente ni en EE.UU. ni en Europa-, así como garantizó la educación pública, universal, gratuita, obligatoria y creó la figura de la universidad nocturna para que los obreros pudieran estudiar.

También logró la sanidad pública, universal y gratuita, y situó la esperanza de vida de los soviéticos entre las más altas del mundo. La mujer se igualó al hombre alcanzando los mismos derechos en materia de educación, acceso al trabajo, participación política e igualdad salarial, impensable hoy día en el capitalismo si exceptuamos a la mujer burguesa y no en todos los casos.

Sus niveles de producción en los años 60 fueron similares, si no superiores, a los de EE.UU. y Europa Occidental. Conquistaron el espacio, la jubilación para los hombres a los 60 años y a los 55 años para las mujeres (en los trabajos más penosos podían jubilarse antes), la jornada laboral de 7 horas y así un largo etcétera.

¿Y cómo todo eso se vino al traste? Entre otras razones, vinculadas a las presiones externas, porque, poco a poco, se le fue dando voz a la ilusa tolerancia mal entendida que llegó a negar la existencia de la lucha de clases, tolerancia que ni puede ni debe existir entre clases irreconciliables, lo cual permitió a arribistas y “comunistas” oportunistas sembrar cosechas cuyas semillas las entregaban los imperialistas. Es lo que hoy “aqueja” al blog Segunda Cita

¿Cómo permite Silvio Rodríguez tanta escoria escrita en su bitácora en nombre de una falsa libertad que, en todo caso, será la libertad de esa burguesía que nos la niega a nosotros para hacer lo propio en sus espacios? Ese blog comienza a ser percibido como una fuente de subversión contra la Revolución Cubana.

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