En el sistema de defensa de EE.UU. ha quedado al descubierto una «gran vulnerabilidad muy difícil de reparar», sostiene el analista y bloguero Iván Danílov en un artículo para RIA Novosti, en el que revisa un reciente informe del Pentágono sobre las debilidades detectadas en industrias vitales para la seguridad nacional.
El estudio pone de manifiesto «una importante cifra» de más de 300 vulnerabilidades en «elementos clave para un normal funcionamiento» de las Fuerzas Armadas y la industria de Defensa de EE.UU., recuerda el experto; precisando que los fabricantes estadounidenses, o bien «están al borde de la quiebra» o ya han sido reemplazados por proveedores de China u otros países debido a la desindustrialización de la economía nacional y el traslado de la producción a los países del sudeste asiático.
Según Danílov, la reacción del Pentágono recuerda a «un pánico mal disimulado», mientras los periodistas familiarizados con los resultados de la investigación admiten que algunas de las medidas tomadas recientemente por el presidente estadounidense, Donald Trump, tienen su lógica, pues quiere evitar que su país «se convierta en un tigre de cartón con garras de papel».
Desde tiendas de campaña hasta armas nucleares
Los problemas revelados en el informe abarcan «una amplia gama de necesidades» del Ejército y de la industria de Defensa, destaca el analista, subrayando que no existe casi ningún área «en la que no haya problemas graves o muy graves», de tal calibre que muy a menudo «ni siquiera se pueden resolver con el presupuesto militar sin fondo» de EE.UU.
Para Danílov, un ejemplo que puede considerarse hasta «divertido» —»siempre que usted no sea un militar estadounidense»—, es el cierre del único proveedor nacional de la fibra de poliéster utilizada en las tiendas de campaña para el Ejército, lo que significa que, si EE.UU. se enfrentara a una especie de «embargo textil», algunos de sus soldados correrían riesgo de «dormir al aire libre», una perspectiva «un poco humillante para un Ejército que reclama el estatus del más avanzado tecnológicamente en el mundo».
El documento pronostica también dificultades con el suministro de interruptores para los misiles estadounidenses, ya que su fabricante también cerró. Asimismo, Danílov recuerda que el único productor de motores de combustible sólido para misiles aire-aire del país se enfrentó a «problemas técnicos», cuyas causas ni siquiera se aclararon con ayuda de expertos gubernamentales y militares, situación que «evidencia una cierta degradación técnica de todo el sistema estadounidense», enfatiza.
En cuanto a los problemas relacionados con las armas nucleares, el Pentágono se queja de que EE.UU. carezca de suficientes ingenieros y técnicos con la educación, la capacitación y la ciudadanía para trabajar en instalaciones nucleares del Ejército. Danílov apunta que la mención de la ciudadanía es importante, ya que un número «desproporcionadamente alto» de ingenieros, físicos y técnicos que salen de universidades estadounidenses son extranjeros, la mayoría de ellos chinos.
También se observan problemas con la microelectrónica para armas nucleares, pues, según los autores del documento, ya no pueden confiar en sus proveedores de componentes electrónicos debido a que «sus cadenas de producción se han vuelto globales».
«Todo está mal»
La principal conclusión del informe es que China representa «una amenaza creciente» para el suministro de materiales críticos para el Ejército de EE.UU.
«En general, todo está mal: desde el aluminio hasta la ciberseguridad; desde los interruptores para misiles hasta los ingenieros y fresadores, desde las máquinas de control numérico hasta las telas sintéticas para carpas militares», resume el autor del artículo.
Según Danílov, la «avaricia» del sector empresarial estadounidense, la ideología de la globalización y otros factores causaron a las defensas de EE.UU. un daño tan grande que «sus oponentes geopolíticos ni siquiera podrían soñar».
Consciente de este hecho, Trump busca llevar a cabo la reindustrialización de EE.UU. «casi por la fuerza», si bien, dadas las dificultades económicas actuales, es poco probable que su Administración pueda «corregir lo que sus predecesores estuvieron rompiendo durante 20 años», concluye el analista.