El domingo la aviación siria bombardeó las posiciones de yihadistas en Deir Ezzor, la zona petrolífera donde Estados Unidos tiene la intención de establecerse permanentemente.

Fue una sorpresa, no sólo porque se produce después de varias semanas de calma sino porque Deir Ezzor es una provincia que no está protegida por las baterías de misiles SS-300 que Rusia ha entregado al gobierno de Damasco.

¿Había alguna novedad que justificara el ataque sirio? Los israelíes creen que hace diez días los rusos trasladaron un batallón de SS-300 de la base militar de Masyaf, en la provincia de Hama, en el oeste de Siria, a Deir Ezzor, en el este.

Pero eso no es todo. Además de las baterías SS-300, Rusia también ha enviado tropas al este de Siria en apoyo del ejército regular.

Si esa información es correcta, es la primera vez en tres años de presencia militar rusa en Siria que Moscú despliega sus tropas en el este.

Es un desafío a Estados Unidos. Desde septiembre, cientos de ataques de Estados Unidos han afectado a las ciudades y pueblos de la provincia de Deir Ezzor, formando parte de la política de tierra quemada con el fin de apoderarse de las regiones fronterizas sirio-irakíes.

Las baterías SS-300 están destinadas principalmente a reducir el rango de acción de la Fuerza Aérea de Estados Unidos en el cielo de Siria. Por lo tanto, los aliados de Estados Unidos, a saber, Gran Bretaña, Francia y otros países de la OTAN, tomarán buena nota de su presencia antes de seguir lanzando sus aviones a las posiciones del ejército sirio.

Las cosas se presentan todavía peor para Israel. Si los SS-300 se establecieran en Deir Ezzor, también servirían para proteger a los aliados del ejército regular sirio, es decir, Irán, Hezbolah e incluso los irakíes de Hachd Al-Chaabi.

El paraguas defensivo de los SS-300 se extendería más allá de Deir Ezzor, hasta la provincia de Al-Anbar en el este de Irak, donde Hachd Al-Chaabi vigila al Califato Islámico y a sus patronos estadounidenses.

El Comandante en Jefe del Hashd Al-Shaabi, Hadi Al-Ameri, está en Moscú invitado oficialmente por el gobierno ruso, probablemente para coordinar las acciones de la resistencia irakí en Deir Ezzor con el ejército ruso.

Es un desafío de Rusia a Israel, que quiere atacar a las milicias iraquíes favorables a Irán.

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