«Vosotros, monárquicos, fascistas, que os decís amantes de España, ¿qué habéis hecho de ella? Recordad los miles y miles de jóvenes que habéis hecho sucumbir en los campos de Marruecos. Eran la flor de España, la juventud que tiene, que tenía que modelar y embellecer a España. La habéis enterrado en Marruecos para conquistar no sé qué, pero esclavizando a otro pueblo; y habéis inmolado para eso a nuestros hermanos. ¿Y eso, para qué? Para enriquecer a algunos hombres, para extender los dominios de la España feudal y de las compañías imperialistas extranjeras. A los que os decís «defensores de la patria», podemos demostraros que en España las empresas más importantes están en manos del capitalismo extranjero. Si vosotros entregáis tan importantes empresas, que son parte integrante de la riqueza de España, al capitalismo extranjero, ¿con qué derecho os llamáis amantes de la patria? ¿Qué hacéis, qué habéis hecho de España? Da miedo pensar en el número tan enorme de analfabetos que hay en España, una España de oscurantismo, dominada por los frailes y los curas, una España en la que a los obreros se les enseña solamente a deletrear y a garrapatear una carta, y en que a los campesinos se les mantiene en pleno analfabetismo.

¿Qué habéis hecho del suelo de España, que por su clima podría ser un vergel? ¿Es que no os dais cuenta del hambre que hay en España, de que nuestra raza famélica está pereciendo, de que las madres, exhaustas por el hambre, dan a sus hijos una leche que no es nutritiva, que no tiene la cantidad necesaria de alimento para que el crío sea hoy un niño robusto y mañana un hombre fuerte? ¿Es que no sabéis, mercaderes del patriotismo, que los trabajadores no comemos? ¿Es que no sabéis que mientras vosotros celebráis grandes orgías en dorados salones, entre plata y oro, chocando las copas del champagne, preparando la guerra y la miseria del gran pueblo, nosotros pagamos vuestros festines, nosotros estamos sufriendo hambre y miseria? ¿No lo sabéis? ¡Pues bien, eso se va a acabar! Toda España, la España del trabajo, a pesar de la represión, a pesar del terror, alza un solo grito: ¡Basta ya de miseria y de hambre! Y las masas, unidas en poderoso Frente Único, en este Bloque Popular que agrupa a la inmensa mayoría de la población, quieren impedir, y lo impedirán, que sus hijos continúen siendo famélicos, y saben que, para que sean robustos, tienen que buscar el bienestar general, y sólo lo pueden conseguir dominando, sometiendo del modo que sea –ellas que representan el noventa por ciento de la población– al diez por ciento restante, que la oprime y la mata de hambre. Esto sólo puede hacerse, camaradas, organizando la lucha, y con la lucha organizada venceremos al enemigo. El camino está bien señalado y todos lo conocéis. Yo solamente puedo aseguraros que de ese diez por ciento de parásitos que ha sembrado el hambre, la miseria y el terror en nuestro país, al que no le dé tiempo a salir de España, se quedará entre nosotros. (Fuertes aplausos)