Varias elecciones están ahí mismo (entiéndase europeas, municipales…), a la vuelta de la esquina. Es por eso que los partidos políticos electoreros, esos que con su participación apuntalan al sistema (aunque algunos de ellos aseguran combatirlo, en realidad lo que hacen es legitimarlo), están ya más que nerviosos.
Podemos liderado por Pablo Iglesias, por ejemplo, ha reunido a su gobierno en la sombra. Este órgano, al que llaman Rumbo 2020, se dedica a valorar el estado del partido con el propósito de marcar una estrategia de cara a las ya mencionadas citas con las urnas.
Es de sobra conocido que desde que “estalló” el problema de Catalunya, Podemos ha ido perdiendo fuerza en ese territorio y en el resto del Estado de manera paulatina. Los resultados electorales lo certifica (en Andalucía, por ejemplo) y, además, las encuestas realizadas sobre los próximos comicios no son precisamente muy halagüeños para la formación morada.
En esta reunión Podemos ha llegado a la conclusión que su estrategia será de menos debate secesionista y más Presupuestos.
En referencia al auge de la extrema derecha, Pablo Iglesias ha expresado que en Europa y en España “vivimos en un momento de encrucijada. Y ha añadido: “Europa está en crisis como consecuencia de políticas económicas dogmáticas ineficientes”. Por eso ha hecho hincapié en que desde España y Portugal se debe construir una alternativa política que plantee que Europa solo es viable con “valores republicanos” y con el “patriotismo de las cosas de comer”, precisando que no se trata del “tamaño de la bandera”.
Iglesias ha dicho que el debate se debe centrar en “las dificultades de la gente para llegar a fin de mes”, y ha añadido: “se emocionen con los símbolos que se emocionen”.
Todo eso está bastante bien. Lo que no dice Pablo Iglesias es cómo conseguirlo. Dado que su esperado sorpasso al PSOE no llegó a producirse, ahora su enfermiza estrategia es caminar de la mano del partido de la rosa; una práctica contradictoria con lo que, asegura, se propone.