Elson Concepción Pérez. – Volvimos a la época de las cañoneras y el Gran Garrote. La Doctrina Monroe se pretende reeditar por Estados Unidos. Se trata de la diplomacia impuesta con el uso de la fuerza militar, característica del siglo XIX y comienzos del XX, de uso muy frecuente por los gobiernos de Washington.

Aunque considerada la expresión como un eufemismo, se trata de una estrategia bien concebida para presionar a países y gobiernos que no comulguen con los designios de las administraciones norteamericanas. Si esos gobiernos no ceden ante las amenazas entonces entran las armas, los navíos de guerra y otros, a doblegarlos. En un abrir y cerrar de ojos los gobiernos populares son convertidos en una amenaza para la seguridad nacional de EE. UU.

En tal caso, el polígono para la aplicación de estas políticas puede ser el de los mares cercanos al país en cuestión o –muy importante– las bases militares de EE. UU. instaladas en alguna o algunas naciones fronterizas con dichos estados.

Nada más parecido al montaje que realiza la administración Trump, en su desesperada obsesión de doblegar a Venezuela.

Por supuesto, ya no estamos en el siglo XIX, hoy se habla de «guerras blandas» y el actual componente mediático no existía en aquellos años.

Pero lo que queda muy claro es que el ultimátum dado recientemente por Estados Unidos al presidente venezolano, Nicolás Maduro, y el proceso de «ablandamiento» a través de todo tipo de sanciones, incluyendo el robo de la refinería venezolana Citgo establecida en el país del Norte, tienen la etiqueta de los métodos usados siglo y medio atrás.

Se puede sumar ahora, la más virulenta campaña de difamación al presidente democráticamente electo en comicios transparentes, a la vez que Washington se apresura y reconoce a una figura como Juan Guaidó, autoproclamado presidente provisional en violación flagrante de las leyes del país.

Los últimos días han sido, más que todo, de una vergonzosa injerencia en los asuntos internos de la nación bolivariana, y de ridículas amenazas con vulgares ofertas a Maduro.

Ya este fin de semana la administración Trump se vio desesperada y hasta un ultimátum dio al legítimo presidente venezolano para entregar el cargo y abandonar su país.

Según la agencia Reuters, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, insistió en que todas las opciones están sobre la mesa para reemplazar a Maduro, y el asesor de seguridad, John Bolton, casi dio por hecho lo que llamó «una transferencia de poder pacífica».

Ya sin máscaras que puedan ocultar su posición injerencista y de diplomacia de las cañoneras, Mike Pence, enfatizó en que «este no es momento para el diálogo, este es momento para la acción».

Durante un mitin en la Florida –dónde si no– el vicepresidente de Estados Unidos aseguró que «ha llegado el momento de terminar la dictadura de Maduro de una vez por todas».

Siguiendo orientaciones y pautas impartidas desde Washington, en Colombia, el gobernante Iván Duque, también amenazante, advirtió que «a la dictadura de Venezuela le quedan muy pocas horas» y pidió estrechar el cerco diplomático contra Maduro.

Trump, sus halcones y algunos seguidores de la región han olvidado que los tiempos son otros, que la diplomacia de las cañoneras no tiene presente ni futuro y, muy importante, que cuando el pueblo se propone frenar la injerencia y vencer en cualquier tipo de guerra, la nación bolivariana se hace inexpugnable.

El momento es de hacer valer que el ultimátum no funciona allí donde se impone la resistencia y la disposición de vencer de los pueblos.

EN CONTEXTO:

  • Naciones Unidas reconoce a Maduro como presidente de Venezuela.
  • La Unión Africana (UA) expresó su apoyo a Nicolás Maduro, como presidente legítimo de Venezuela.
  • El presidente venezolano, Nicolás Maduro, hizo un llamado este sábado a relegitimar a la Asamblea Nacional (AN) con una convocatoria a elecciones libres para renovar a los miembros del Parlamento.

FUENTES: TELESUR, HISPANTV, RT.

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